Esos
carajos creen que todos los venezolanos nos chupamos el dedo. Y por eso nos cargan a punta de mentiras
desde hace más de quince años. Cada una
más descarada e inverosímil que la anterior.
Y para armarlas, no escatiman en llevarse por delante los derechos
ciudadanos. ¿Qué para salir de María
Corina, que estorba, hay que urdir lo del magnicidio —un imposible porque el
tipo es bien ordinario— hay que inventar unos correos y forjar unas
conversaciones grabadas? ¡Pues se
inventan y se forjan! ¿Que en el caso de
que fuesen ciertos no pudieran ser presentados en un tribunal porque habrían
sido obtenidos ilegalmente y, por tanto, serían lo que en buen derecho se
denomina “el fruto del árbol prohibido”?
¡No le pares, para eso tenemos jueces y fiscales que, puestos en la
disyuntiva del dinero y el despido, son capaces de volver trizas todo lo que
aprendieron de filosofía del derecho y de deontología jurídica! ¿Qué ni siquiera un piche correo de Leopoldo
existe? ¡Pues consíguete un semiólogo
tarifado que encuentre mensajes “subliminales” en un discurso que haya dicho y
con eso y la connivencia de una fiscal y una jueza de la nómina lo mantenemos
fuera de circulación!
La
verdad es que esta gente es de lo más caradura que haya accedido al gobierno en
toda la historia venezolana; dicen y hacen cosas que ni en tiempos de dictadura
se atrevieron los mandamases de esa época.
Y se llenan la bocota con jactancias de lo mucho que respetan los
derechos constitucionales, cuando lo verdadero es que el texto y el espíritu de
esa norma lo empezaron a violar desde el mismo momento de su promulgación. Con lo cual, aparte de prolongarse
indebidamente en el poder, lo único que han logrado es que hoy todos seamos más
pobres que hace quince años. Pero siguen
cacareando que han disminuido la pobreza en el país. ¡Pura muela! La verdad es que necesitan que
haya gente que acuda a ellos con la palma de la mano extendida y vuelta hacia
arriba. Lo admitió Giordani a Lameda
hace ya varios años. Por eso han
convertido el limosneo en su gran quehacer.
Lo cual, de paso, les permite más “flexibilidades e iniciativas” en el
manejo del erario. Porque, sin
tiquismiquis, este es un gobierno de ladrones, ¡ladronazos!
La
machacona y desvergonzada propaganda oficial, aprovechando el virtual monopolio
que tienen sobre los medios ha mantenido a la gente de mente más sencilla
dentro de una concepción errónea de lo que le sucede a Venezuela con esta
parranda de rufianes.
Y eso no es nuevo,
ya desde antes de llegar al poder (para chupárselo), había personas como Tarek
W. Saab que se vendían como defensores de los derechos y protectores del pueblo. La pregunta es: ¿dónde están ahora?, ¿qué han
hecho para aliviar la injusticia que se ha cometido contra casi cuatro mil
paisanos suyos que están en cárceles, o con libertad condicionada, sometidos al
albedrío de un poder judicial colonizado?
¡Nada! Era puro mascarón de proa
eso con lo que se vendían. Las reseñas
periodísticas y radio-bemba dejan ver que son otros saqueadores de la riqueza
nacional. Para ellos no es importante lo
que sucede con los detenidos en las protestas, ni sus torturas subsiguientes,
ni lo injusto de los procesos amañados que se les siguen. Lo de ellos —dado que quienes los sufren son
antagonistas políticos— es encubrimiento contumaz y hasta burlón. El disfraz de defensores de los derechos lo
desguazaron el mismo día en que los pusieron a mamar de la res pública.
Pareciera
que hubiésemos llegado al 1984 que vaticinaba Orwell. No es solo en que en el degenerado discurso de
los que mangonean pululen las mentiras; es que además se hace uso extensivo del
newspeak, el lenguaje que impuso el
“Gran Hermano” en la novela. Lo que
ellos llaman “avance hacia el socialismo” es un descarado retroceso hacía un
totalitarismo parecido a los de los años 30 del siglo pasado; no hay una
devaluación, sino un “ajuste cambiario”; la gente no hace las colas por la
escasez, sino para “proteger los suministros”; los “apoyos recibidos del
hermano pueblo cubano” no pasan de ser la exacción colonialista que les impuso
la tiranía castrista y que nos empobrece cada día más en un parasitismo tipo
“guatepajarito”: nos va secando poco a poco pero inexorablemente.
Cuentan
que Fidel le reclamó a Daniel Ortega cuando tuvo que entregarle a Violeta
Chamorro en Nicaragua, y que el pedófilo le contestó: “Es que me ganó en las
elecciones". Fue cuando el barbudo se puso la mano en la oreja y le
preguntó con ironía: "¿Te ganó en qué?". Es que él y todos los que se embelesan
oyéndolo prefieren las democracias de mentira a las de verdad-verdad. Por eso, manipulan los textos
constitucionales para la reelección interminable y para gobernar mediante
“habilitantes”. Mucho me temo que no es
solo por el mantenerse en la manguangua —ni por las sonoras afirmaciones de amor
al pueblo que desparraman—, sino por instinto de preservación: saben que apenas
salgan de su jardín de mentiras van a caer en manos de una justicia
independiente y seria. Dentro y fuera de
Venezuela…
Humberto
Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
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