Ya
se respira la brisa del Fondo Monetario Internacional (FMI), y sobre lo que han
venido escribiendo economistas y periodistas; una reconciliación que se viene
dando desde el año pasado, a través de ese grupo que ha revelado Jorge Giordani
en su carta, que conoce como “la
asesoría francesa”, y que viene a resultar un banco de inversión francés, cuyo
nombre traduce al español Lázaro, Banque Lazard.
Esto
se observa en el talante con el que habla Rafael Ramírez, cuando asegura que ya
para antes de finales de año se habrá aprobado una nueva política cambiaria.
¿Vamos hacia un desmantelamiento del control de cambios? También ha dicho que
vamos hacia una unificación cambiaria. ¿En cuánto se ubicará la paridad, en ese
sentido? Es aquí donde está presente la figura del FMI, y no porque se vayan a
pedir consejos ante el organismo multilateral en una forma sumisa; someterse a
sus recetas hambreadoras, como lo expresan los enemigos del neoliberalismo;
sino porque el gobierno necesita dinero, a los fines de reforzar sus reservas
internacionales para poder llevar a cabo dicha medida, y que es lo que se
interpreta detrás de las palabras de Rafael Ramírez, y a ese respecto poder
contener la hemorragia (la ninfomanía por el dólar, la llamaba Giordani), que
se suscitará tan pronto se ofrezca, libremente, dicha divisa; que de acuerdo a
lo que se ha oído se pudiera ubicar en unos 36 bolívares.
De
modo que estamos ante el caso de una doble hipocresía; por un lado, abandono de
la causa árabe, para contratarle los servicios de asesoría financiera al
enemigo de esta gente, y la que ha estado por años muy ligada a la crema por excelencia
del capitalismo bursátil, tanto es así que uno de sus presidentes fue
calificado en una época como el “último emperador” de Wall Street; por otro
lado una reconciliación, como decía, que está a punto de concretarse con uno de
los diablos más fantasmagóricos, que formaba parte de la demonología chavista;
muy despotricado en la lengua de Hugo Chávez en el marco de su gran ignorancia;
desconocimiento total del funcionamiento del mundo y sus instituciones.
Algo,
por cierto, y permítase un paréntesis, que reconoció Carlos Andrés Pérez al
comienzo de su segundo gobierno, cuando el país también tuvo necesidad de
reforzar sus reservas internacionales, y se tuvo la urgencia de acudir al FMI,
habida cuenta de que el gobierno de Jaime Lusinchi había dejado al país en la
carraplana en cuanto al nivel de sus reservas internacionales, de modo que se
tenía necesidad de reforzar el monto; lo mismo que para desmantelar un control
de cambio desangrador y viciado, como este incluso que hemos tenido a lo largo
de más de un decenio, y el cual no sirvió sino para que se fugaran las divisas
en las narices de todos los venezolanos, pues se calcula que por esta vía se
han fugado cientos de miles de millones de dólares. Entonces, el ex presidente
Pérez, que hasta ese momento largaba gazapos como ese de que consideraba que
“el FMI lo que producía eran bombas sólo mata gente”, admitió, en emplazamiento
que le hicieron los medios de comunicación social en ese momento, esa
ignorancia suya.
¿Es
esto lo que no quisiera hacer el gobierno en este momento, y entonces para
continuar con la hipocresía se ha tenido que contratar a una firma extranjera
para establecer un puente con el organismo que preside la economista francesa
Cristhine Lagarde? He allí un tema que se viene manejando entre el mundillo de
los analistas económicos y los periodistas: el gobierno siente vergüenza de
tragarse sus palabras, a ese respecto. Algo, incluso, en lo que Rafael Caldera,
quien también se movía en el marco de esta ignorancia, fue un poco más honrado,
puesto que después de haber llevado a cabo una campaña electoral muy
antifondomonetarista, y haber echado para atrás todo lo que se había hecho en
materia de ajuste económico durante el gobierno de Pérez, y percibir que ese no
era el mejor camino, como lo está viendo ahora el presente gobierno, se
reconcilió con el FMI, no apelando a una banca de inversión, como ésta que a
este gobierno le ha metido, seguramente, bien a fondo la mano en el bolsillo,
sino acudiendo, en forma directa, cuando entonces también tuvo necesidad de
desmantelar el control de cambio, que instauró en los primeros años de su
gobierno; eso sí, como se dice, a la chita callando.
Lo
deja decir Giordani en su carta, cuando acusa de confusa la política del
gobierno frente a los agentes privados, su blandenguería frente a las presiones
de los mismos, quienes parecen abrir caminos a la reinstalación de mecanismos
financieros capitalistas; lo que demuestra una vez más que el comunismo es la
manera más larga de llegar al capitalismo.
Enrique
Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
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