Solo ahora los medios internacionales empiezan a iniciarse
en el “curso básico de ofuscaciones”, cuando cubren los eventos de Venezuela.
Desde luego, todo les parece incomprensible, desde la patraña del “magnicidio”,
hasta la cárcel de Leopoldo López y la conversión de María Corina Machado en
“asesina”, según el presidente Nicolás Maduro, lo que equivale a una orden que
el Poder Ejecutivo imparte a los jueces. Razón no les falta, a esos medios, de
sentirse ofuscados.
BRUJULA ATASCADA |
Lo que les ha sido difícil de entender es que nada
de lo aparentemente absurdo carece de sentido, Jorge Rodríguez, el cerebro que
ideó el funcionamiento de las máquinas de votación “smartmatic” y desde
entonces amarró a favor del chavismo los resultados electorales cualquiera
éstos que fuesen, creando una franquicia de exportación a cuanta dictadura de
izquierda hay actualmente en el mundo, no es un torito. Es imposible que él no
sepa que un correo electrónico falsificado es de fácil detección y nunca puede
servir de prueba de delito alguno. Mucho menos para acusar a un grupo disperso
de personas de haber urdido un magnicidio. De hecho, uno de los correos, el de
Pedro Burelli, ya ha sido denunciado como falsificación al compararlo con los
archivos guardados en los servidores correspondientes.
Sin embargo, desde un principio Jorge Rodríguez y
quienes lo acompañaban durante la denuncia de la que inmediatamente se hizo eco
la Fiscalía, saben que la prueba será aceptada y utilizada por buena. Esta
seguridad entra dentro de la lógica revolucionaria que supedita las
consideraciones presumiblemente éticas, a una meta superior.
Detrás de las denuncias de magnicidio, que serán
utilizadas para exiliar o apresar a los posibles adversarios del gobierno, está
lo que importa y avanza calladamente con un mínimo de publicidad: el control
definitivo de la población a través del ya comprobado sistema de grupos
locales, financiados por el gobierno, que son los llamados “colectivos” y las
futuras comunas.
Lo que realmente importa en este momento es el III
Congreso del PSUV, donde desde ahora, con la selección de los asistentes, se
asegura de antemano una confirmación “unánime” del “Plan de la Patria” que no
es otro que la aplicación definitiva del comunismo duro y puro, y la
confirmación de la actual directiva del PSUV, reacia a cualquiera tipo de
relevo. Desde ahora, se desarrolla un intenso trabajo regional para garantizar
estas dos premisas e impedir la asistencia en el congreso de elementos que
podrían tener independencia de criterio.
Lo otro que es de vital importancia para el
chavismo, será aprobar inmediatamente después del Congreso del PSUV la Ley
Territorial, que sustituye las actuales divisiones de gobernaciones y alcaldías
por un nuevo sistema de división territorial. Lo particular de ese proyecto, es
que una vez aprobado, asesta el golpe final a lo que todavía impide la
instauración definitiva del sistema eliminando al funcionario electo por los
votantes.
En la nueva división territorial, el poder local
deja de recaer en el gobernador o el alcalde electo, para ser sustituido por la
comuna, cuya “elección” se hace desde el poder central y el partido de
gobierno. Las personas que integren el poder comunal gozarán de financiación
directa proveniente del poder central. Será un sistema de fácil implementación,
debido al poder corruptor del dinero. Será además el sistema que permitirá a
través de las comunas la vigilancia y control directo de cada vecino y cada
familia.
Los dirigentes de la oposición, los medios
internacionales, los observadores independientes todavía no parecen haber
entendido que el aparente desprecio oficial por los sufrimientos del ciudadano
sometido a escasez, inseguridad, inflación, ausencia de servicios, es la
consecuencia directa y normal en todo sistema que logró eliminar el control del
voto popular. Desde el momento en que las elecciones dejan de ser libres y/o
pulcras, el ciudadano pierde su principal instrumento de defensa y sus penurias
dejan de tener importancia, su persona queda indefensa y es despreciada.
Desde la instauración del CNE dirigido por
funcionarios ligados al partido de gobierno, todavía le quedaba al sistema la
traba de las elecciones locales, sobre todo las de los concejos municipales y
alcaldes. Al eliminar el control del votante con la prevista Ley Territorial
empalmada con la ya aprobada Ley de las Comunas, se habrá eliminado ese último
obstáculo.
Con esas metas a la vista, es evidente que no hay
diálogo que valga, salvo que sirva de instrumento para el gobierno de ganar
tiempo y engañar al adversario. Creer que las presiones económicas obligarán al
gobierno a ceder en diversos puntos, se encuentra en un disco incompatible con
el que está puesto en la computadora del gobierno.
Por supuesto que la nación terminará rebelándose
ante unas condiciones de vida inadmisibles en cualquier país. Ella sí entiende
lo que está grabado en ese disco duro del oficialismo. La nación sabe que son
otros tiempos y que se enfrenta a otro lenguaje.
Sobre todo lo han entendido los jóvenes, los estudiantes, los que dejan su pellejo, en la calle, sin la ayuda de una oposición que insiste en permanecer dividida, en vez de apoyarlos como un solo cuerpo: MUD, Capriles, Leopoldo, María Corina, Arria y la calle, sobre todo, la calle, agarrados de la mano.
Cuando un pistolero te encañona, no es el momento
de parlamentar. Venezuela es hoy una encrucijada, en la que un convoy tiene
clara la ruta a tomar, mientras que el otro todavía consulta una brújula
atascada.
Jurate Rosales
@RevistaZeta
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