La
muerte del Dr. Ramón J. Velásquez constituye para su familia un gran pesar, una
ausencia dolorosa del hogar que formó con Regina Betancourt y sus cuatro hijos,
y para Venezuela la pérdida de un
ciudadano ejemplar por sus valores éticos, morales, políticos e intelectuales.
Ramon J. Velazquez (1941) |
Formado
en un hogar de maestros y periodistas, Ramón J. Velásquez, decide viajar de San
Cristóbal a Caracas a terminar estudios de bachillerato en el Liceo ¨Andrés
Bello¨ y abrirse camino hacia la Universidad, el periodismo, la historia y la
política de su tiempo, como queda expresado en una larga conversación que
sostiene con los historiadores Catalina
Banko y Ramón González Escorihuela,
quienes la editan en un libro titulado: UN PAÍS UNA VIDA.
Viaja con Leonardo Ruiz Pineda, con quien
comparte inquietudes intelectuales y políticas y
en cierto modo se proponen conquistar la capital, no con el fusil y el
machete de sus coterráneos Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, sino con la
pluma, el talento y la voluntad de formar parte de una nueva generación de
jóvenes andinos, que además de prepararse y ascender a niveles de profesionales
de educación superior, contribuir a cambiar el país semifeudal que los asfixia
por una nación moderna y democrática
Después de un largo y penoso viaje
que dura 4 días en autobús por una
carretera de tierra, continuará realizando el periodismo liceísta que había
ejercido en el liceo ¨ ¨Simón Bolívar¨ de San Cristóbal, participa en reuniones
con dirigentes juveniles de la Federación de Estudiantes, ingresa a la
Universidad Central de Venezuela y obtiene el título de Abogado de la República
y Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, para luego asumir el cargo de
Redactor de temas políticos del diario Ultimas Noticias, lo que le permite
conocer y analizar el universo político de la era posgomecista, hasta nuestros
días.
Testigo como periodista y
protagonista como político de la evolución social, económica y política del
país, durante más de la segunda mitad
del siglo XX, le tocó enfrentar momentos críticos y peligrosos de nuestra
accidentada historia, especialmente en la época de la resistencia a la
dictadura de Pérez Jiménez. Corredactor
del Libro Negro de la Dictadura, con
Simón Alberto Consalvi, José Agustín
Catalá, Juan Liscano y Héctor Hurtado fue detenido por segunda vez.
Al salir en
libertad y conocer del asesinato de su compañero y amigo Leonardo Ruiz Pineda,
fue hasta la Avenida San Martín a reconocer y despedir al Secretario General de
AD en la clandestinidad
En 1956 lo detuvieron y estuvo preso
en la cárcel de Ciudad Bolívar, hasta el 23 de Enero cuando cayó el
dictador. La publicación de : UN PAÍS
UNA VIDA, es en parte una síntesis del testimonio de un ciudadano ejemplar
dedicado al estudio de la historia, al periodismo y al ejercicio democrático de
la política, de la que ha hecho una cátedra abierta señalando siempre un camino
de libertad a sus lectores y amigos.
Su imagen es histórica, pero también de
leyenda. En un pequeño calabozo de la cárcel de Ciudad Bolívar, donde estábamos
secuestrados por la dictadura del General Pérez Jiménez, en 1957, algunos
jóvenes que le acompañábamos le oíamos narrar, de memoria, gran parte de
Historia Republicana de Venezuela.
Entre el análisis de nuestro acontecer
político y la anécdota oportuna, no sólo disfrutábamos de su extraordinaria
cátedra, sino que también nos olvidábamos por algunas horas del aislamiento,
del encierro y de la amenaza del cabo de presos que peinilla en mano llamaba a
cualquier hora a formar fila, para pasar lista de los detenidos. Don Ramón
siempre preservó su serenidad y fortaleza espiritual.
La Historia de Venezuela que nos
contaba estaba cargada de perseguidos políticos, de prisioneros, de guerras
horrendas entre venezolanos, de caudillos que ascendían al poder mediante la
violencia y en poco tiempo sucumbían
frente a las protestas y alzamientos de sus adversarios.
El Auge y Caída del
Liberalismo Amarillo era tal vez la parte de nuestra historia más reciente, que
al relatarla el Dr. Velásquez despertaba el mayor interés en quienes le oíamos
con atención y respeto. La corrupción política y administrativa de finales del
siglo XIX que dio al traste con el régimen de partidos y facilitó la aventura
del General Cipriano Castro y su ascenso al poder por la violencia, la
comparábamos algunos con la crisis moral
y política de la dictadura de Pérez Jiménez, lo que nos sugería cierta
esperanza de libertad.
Y aunque veíamos muy lejos la caída del tirano, a los pocos meses también se desplomó. Cuando abordábamos los autobuses hacia la libertad, alguien notó que los presos militares seguían en sus calabozos. El Dr. Velásquez tomó la palabra y expresó: ¡Si no salimos todos, regresamos a los calabozos! El Coronel que nos liberaba no tenía ese mandato. Regresamos a nuestras celdas, hasta el otro día cuando llegó la orden de liberarnos a todos.
Una vez recuperada la libertad, fue
Senador por el Estado Táchira, Ministro y Presidente Encargado de la República.
Entre su obra intelectual destacan: Confidencias Imaginarias de Juan Vicente Gómez y La Caída del Liberalismo Amarillo. Tiempo y
drama de Antonio Paredes; dirigió la Colección del Pensamiento Político Venezolano
de los siglos XIX y XX y ha ejercido en
dos períodos distintos la dirección del diario El Nacional. Su vida y su
obra reflejan en gran parte la realidad
de la Venezuela del siglo XX, que todavía, en el XXI, se debate entre el militarismo heredado de las guerras del XIX y
la que él mismo ha representado con su conducta ciudadana, teórica y práctica,
que corresponde a todos los venezolanos que buscan la consolidación de un
Estado democrático en el que impere la libertad, la justicia y el progreso social.
Una
vez destituido el Presidente Carlos Andrés Pérez, las direcciones nacionales de
Acción democrática y de Copey se pusieron de acuerdo para la persona que a su
criterio reuniera las condiciones de equilibrio político y capacidad de
estadista, para proponerlo al Senado para nombrarlo Presidente Provisional de
la República por los meses que faltaban para llamar a elecciones
presidenciales. El Dr. Ramón J. Velásquez, historiador, periodista, ex –Senador
y ex –Ministro fue convencido para que aceptara la propuesta bipartidista, lo
que llevó a las demás Fracciones Parlamentarias a abstenerse de votar en su
favor. Yo asumí mi condición de Senador independiente, electo en las planchas
del Movimiento Al Socialismo (MAS), partido que además establecía en sus
estatutos la libertad de conciencia. Compañero de prisión en los calabozos de la Cárcel de Ciudad Bolívar,
donde fraguamos una sólida amistad que me inclinó a respaldarlo, con la
convicción de que se trataba también un luchador político independiente, ponderado,
necesario para enfrentar una crisis como la que atravesaba el país, y con el
coraje de un luchador por la democracia.
El Dr. Ramón J. Velásquez cumplió
con el mandato para el cual fue investido de Presidente Encargado de la
República y presidió el proceso electoral de 1993 en el que fue electo por
segunda vez el Dr. Rafael Caldera como nuevo Jefe del Estado para el período
1994-1998.
Juan
Paez Avila
jpaezavila@gmail.com
@jpaezavila
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