En
1790, el Capitán General de Caracas, don Juan Guillelmi, y don Luis Antonio de Gil, recién nombrado Gobernador
de Guayana, conferenciaron sobre la presencia en la colonia holandesa de
Surinam de elementos insurgentes, entre ellos: "dos sobrinos del rebelde
Túpac Amaru", rebeldes supuestamente protegidos en ese territorio. En
virtud de esa situación les urgía determinar si: "los habitantes de las
colonias holandesas de Esquibo y Demerari tienen trato sospechoso con los
Indios establecidos en las orillas del río Orinoco y si éstos los miran con
alguna consideración". En razón de ello, el Gobernador de Caracas resolvió
consultar a: "personas veraces de
la situación de otras colonias, su comercio y demás que juzgue
conducente".
CASTILLO DE GUAYANA |
Guillelmi
describió en su informe al Rey el desenvolvimiento de los grupos humanos en
aquellos lugares comentando que: "el tráfico que suelen hacer los Indios
de la Provincia de Guayana con la Colonia de Esquibo, lo hacen en curiaras o
canoas por los ríos Cuyuní y Curumo", actividad que debía realizarse con
la debida vigilancia en resguardo de los derechos soberanos de España y en virtud
de la ambición de las otras potencias, y se dispuso que: "se haga una casa
fuerte y se funde una villa de Españoles que estaba resuelta desde el tiempo
que mandó aquella provincia don Joseph de Iturriaga", aquel célebre
oficial que formó parte de la Expedición de Límites en el Orinoco de la cual se
derivaron trascendentales consecuencias en materia de determinación de los
linderos de Guayana, la navegación de los ríos, el establecimiento de
poblaciones, la elaboración de mapas, el estudio astronómico, todo lo cual
significaba la consciente, regular y
defendida posesión de aquella tierra, en la cual se había establecido una nueva
cultura en medio de regiones desérticas, impenetrables muchas veces, en las que
fue difícil por sus distancias y
peligros la tarea de descubrir, conquistar, poblar y civilizar.
Nos
aporta tan importante documento la referencia física de lo que España había
descubierto y conquistado en la región y donde había ejercido su autoridad y
dominio conviviendo con poblaciones
indígenas, y que, por mandato de la justicia y de la historia, debemos defender
como parte de nuestro patrimonio y acerca del cual Guillelmi señalaba: "el
terreno que media desde la parte norte del Cuyuní hasta Esquibo es anegadizo, y
lo mismo desde esta Colonia a Demerari, Vervick y Surinam, de modo que no se
hace ningún tráfico por tierra sino por ríos o canales y este lo ejecutan
exclusivamente los habitantes o naturales pues no admiten a otras
personas".
Para fines indagatorios el Gobernador de Caracas
designó a don Ignacio Zavala Goyena, antiguo funcionario de la Real Hacienda,
quien había cumplido transacciones comerciales con los holandeses en la colonia
del Esequibo y quien estaba facultado para tratar con ellos asuntos relativos
al contrabando que España reclamaba y sancionaba con frecuencia.
A
fin de impedir la navegación no consentida de los holandeses en las aguas de
aquellos ríos, se dispuso la construcción de una garita en el lugar donde
confluían el Cuyuní y el Curumo, sitio estratégico por razones militares y
políticas, en el cual era necesario evitar los desfavorables intercambios que
implicaba la venta de "otamacas" (hamacas) por parte de los indios
caribes a cambio de aguardiente proveniente de la colonia de Esequibo, lo que
generó graves disturbios en las misiones capuchinas. En tal sentido, se previó
establecer un nuevo asentamiento de españoles y de indios Guaicas:
"haciéndose un año antes labranzas para evitar necesidades", lo cual
testimonia el carácter previsor que tuvo España ya que: "a una y otro
parte del mencionado Curumo hay sabanas y tierras de labor suficientes para el
establecimiento de un pueblo", como bien lo indicaron entonces.
Al
Rey de España se informó que: "... iban avanzando en su territorio las
posesiones de los holandeses, franceses y portugueses y los negros prófugos de
Esquibo, Demerari, Berbari, Surinam y Cayena, establecidos en República Libre e
Independiente", y se ordenó en consecuencia: "que se vea el modo de
cubrir interinamente algunos puntos de frontera para prevenir mayor internación
de extranjeros", en defensa nuestra la integridad nacional.
Entonces
el siglo XVIII terminaba y el siglo XIX impondría desde su comienzo cambios
fundamentales inspiradores de una nueva realidad política, pero que sin embargo
no implicó el desconocimiento irracional por parte los forjadores de la
República del legado de España, quienes admitieron en diversos casos sus reglas
de derecho, entre otros asuntos para
definir y sostener la identidad de Venezuela como territorio, como pueblo y
como cultura asentada firmemente en la hispanidad.
Jose
Felix Diaz Bermudez
Jfd599@gmail.com
@Jfd599
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