Pretender borrar la memoria histórica del país es propio de la barbarie del régimen actual.
Se nos fue
otro de los símbolos de nuestra
esencia histórica republicana, como también Rómulo , Leóni, Gonzalo Barrios,
Pérez Alfonzo, Uslar, Briceño Irragory, Picón Salas, Andrés Eloy Y Blanco, Consalvi, Convit... forjadores
de la democracia, la cultura, el civilismo
y la ciencia , así como en los albores de la República, José María Vargas,
iniciador muy breve del gobierno civilista y antimilitarista , en 1935-36,
increpado por Pedro Carujo a dejar su
mandato “ que es de los valientes”, con
lo cual se inicia una tradición
caudillista-militarista en nuestro país que, con excepción de algunas
experiencias democráticas, ahora cobija el ejercicio del poder arbitrario ,
abusivo y castrense desde 1999.
Por ello es necesario en el preciso momento de la desaparición física
de un gran tachirense, el expresidente VELÁSQUEZ, es pertinente, rememorar
nuestro relevante acervo político, cultural, ideológico y social
de hombres que dejaron una impronta que actualmente se pretende borrar echándola al cesto de la basura para instaurar,
mediante la fuerza y el oprobio de LOS
PODERES DEL ESTADO, la nueva historia
del CHAVISMO. En esta ocasión, junto a
la figura descollante de un venezolano cabal y patriota, apenas fallecido, nos
toca hacer un paralelismo breve pero incisivo de otro hombre que luchó sin paz ni sosiego,
en el siglo pasado, contra la tiranía
individual y feudal de casi tres décadas
que abatía la republica, Don Rómulo Betancourt.
Él, aunque tildado de golpista en 1945, nos demostró a través de su
conducta como ciudadano, intelectual, activista político y gobernante, que el
tiempo le ha dado la razón al combatir desde su temprana edad, contra la el
totalitarismo personal y caudillista de
J.V. GÓMEZ, contra el gobierno timorato
y la crisis institucional de Medina Angarita, contra la década represiva de
PÉREZ JIMÉNEZ, y, más aún, contra los
desmanes y el terrorismo del castrismo y de sus acólitos nacionales del
comunismo vernáculo que al tratar de
deponerlo y asesinarlo, con un
odio feroz de sus corazones y de las armas importadas desde Cuba, China y URSS,
fueron derrotados en defensa propia. Pero que han tomado
su revancha con el seudo-pacifismo de Caldera y que hoy constituye un peligro absoluto para la
convivencia civil y democrática de la nación venezolana.
Muy pronto se desmarcó del izquierdismo radical marxista del
PRV y asume una doctrina y praxis del socialismo democrático
latinoamericano bajo las influencias chilenas y peruanas, y tras la desaparición de Gómez en el 1935, no
se contenta con las migajas reformistas de Lopecismo y Medinismo para formar su primer del trienio 1945-48, que
consolida mucho más tarde, 1959, con su
elección como primer magistrado nacional,
después de haber confrontado la desventura dictatorial de 1948-1958, dando pruebas
fehacientes de su vocación democrática , después de sufrir cárceles, exilio,
clandestinidad y atentados contra su propia vida y la de sus compañeros. Las
amenazas extremistas del trasnochado militarismo tradicional y de los diversos
frentes marxistas-castrista de 1959-64, le
deterioraron su salud mas no su empeño por construir una democracia,
dejando que sus sucesores terminaran de
construirla, no sin dejar constancia de que
el caudillismo y militarismo, no debería ser el futuro de la
institucionalidad constitucional y del estado derecho.
Por primera vez en la historia nacional,
Betancourt, entre 1945 y 1964, reivindicó el voto popular de los mayoría
analfabeta de cualquier género, incorporando
la clase popular deprimida a la
vida nacional, los CHOLÚOS como decían en el oriente venezolano; un gobierno,
probo y pulcro anticorrupción y honesto, el desarrollo de una economía
petrolera como pilar del desarrollo nacionalista con la creación de la CVP (
Corporación Venezolana de PETRÓLEO ) y
la OPEP, en 1960; practicando la descentralización urbanística e
industrial con la fundación de Ciudad
Guayana; impulsando el desarrollo físico y estructural de los servicios básicos ( agua, luz, electricidad y
telefonía) y el sistema educativo en todos sus niveles y regiones; pero sobre
todo trató de fomentar el civilismo, el desarrollo de la comunidad y municipal,
y la cultura como medios de redención de la apatía ciudadana y
del alto índice de analfabetismo, con lo cual le mostró a los
venezolanos que su acción gubernamental
y conducta personal fueron productos de la dedicación de toda su vida a una
causa llamada VENEZUELA, al conocimiento de su
idiosincrasia y a las realidades internacionales, que como estadista, excelente orador, y hombre
probo y honesto le granjeó la designación de PADRE DE LA DEMOCRÁCIA VENEZOLANA.
El otro, Ramón J Velásquez, fue un factor coadyuvante por casi un siglo de vida, como legislador, catedrático de la ULA; como agente
significativo de la descentralización para que la provincia olvidada
despertara de su letargo en todos los órdenes de la cotidianidad y de la
participación, presidiendo la COPRE, ( Comisión de Reforma del Estado),
promoviendo el pluralismo político e ideológico como forma de convivencia y tolerancia ciudadanas, en particular se
erigió con tesón y dedicación franciscana en el rescate de la memoria histórica y documental nacional:
pero lo que más distinguió a esta personaje fue su facilidad y comprensión los momentos traumáticos decimonónicos del país en que la barca de la democracia estuvo a punto de
naufragar con los ataques terroristas radicales contra la democracia en los
gobiernos de Betancourt, en las asonadas militares de 1992, y al momento de ser designado presidente de la Republica con
la destitución aciaga de Carlos Andrés
Pérez, junio de 1993 a febrero de 1994.Así la califico porque nunca se pensó
que tras la pacificación calderista de los insurgentes , en su primer y
posteriormente en su segundo mandato, se le estaba dando créditos al castrismo
y se abría la compuerta al TOTALITARISMO
en Venezuela.
El breve pero trascendental gobierno de RAMÓN J, logró atemperar las
pasiones desbordadas en los partidos y liderazgos nacionales, en este corto
pero traumático lapso que se cernía como una hecatombe nacional, para imponer
la paz conciliación entre tirios y troyanos, a sabiendas que él había sido amigo y fiel acompañante del
status desempeñando labores trascendentales.
La vida de RAMÓN J, junto a la de Rómulo, un poco
mayor que él, y sus sucesores...
transcurrió en una conjunción no
entreguista y con sus propios criterios de las coyunturas y episodios de este largo proceso histórico de seis décadas, pero los unía un fe inquebrantable
por la honradez y mesura, la convivencia, el pluralismo político, la libertad
de expresión, la administración de
justicia y la alternabilidad del los poderes, en fin del Estado de
Derecho consagrado tanto en la Constitución de 1961 como la de 1999.
El rescate de nuestros valores institucionales,
sociales, políticos, ideológicos, castrenses, artísticos, deportivos y de
convivencia dentro del pluralismo, es una misión que debemos iniciar sin
pérdida de tiempos para la supervivencia
y reforzamiento de nuestra institucionalidad democrática , ante la avalancha devastadora
de un régimen que pretende sustituirla con la farsa pasada y actual de
un fracasado modelo castrista-militar, con el ejemplo y acción de Rómulo y de
Ramón J, que antes de marcharse de esta
vida terrenal logró resumir la tragedia
nacional en estos términos:
“Tenemos que encontrar el camino que nos una a
todos los venezolanos, tenemos que construir el camino de la república y el
camino de la democracia que realmente dignifique y engrandezca
al pueblo de Venezuela ante
tantas ideas totalitarias y
desacuerdos que se presentan en este
momento”.( Ramón J. Velásquez, El tachirense
que permitió la continuidad democrática, Ana Alejandra
Laya, Diario Los Andes, 25/6/2014).
Jesús
Rafael González Briceño
jesusrafael768@gmail.com
@jesusgonzalezbr
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