El incendio que produjeron los
paramilitares conducidos por policías cubanos y protegidos por la Guardia
Nacional en la Universidad Fermín Toro de Barquisimeto, es tal vez la mejor
expresión del primitivismo de un gobierno que manifiesta su desprecio por la
academia. Este pasado lunes 5 de mayo prendieron fuego y lograron incendiar más
del 40% de las instalaciones de esa Alma Máter, lo que afecta a más de cuatro
mil estudiantes que ven paralizadas sus actividades docentes y de
investigación. Los bomberos de Barquisimeto -de la Alcaldía democrática del
Municipio Iribarren- requirieron de 6 unidades y de 45 funcionarios para
detener el fuego, una vez que este había destrozado la Facultad de Derecho y
áreas comunes, mientras los bárbaros saquearon y destrozaron la biblioteca.
Destruyeron con fuego la Facultad de
Derecho, donde he tenido el privilegio de participar en actividades académicas
y dictar conferencias. Tal vez resulta simbólica la destrucción de esa
Facultad, ya que querían y quieren acabar con el Derecho, les fastidia que haya
abogados que levantan la voz y luchan contra la manipulación de las leyes, no
obstante que el gobierno controla todo el aparato judicial venezolano,
incluidos la policía científica, el Ministerio Público, los tribunales y los
otros órganos auxiliares. La “justicia” está al servicio del régimen, y actúa
conforme a los mandamientos de Maduro y el cogollo.
Igualmente significativo es el saqueo,
destrozo e incendio de la biblioteca de la Universidad. No podemos dejar de
pensar en Hitler, en el nazismo violador de derechos e impositor de su doctrina
por encima de la vida; cómo olvidar las quemas públicas de pilas de libros,
pretendiendo incinerar las ideas de libertad e igualdad, intentando dejar sobre
la faz de Alemania y el mundo únicamente la ideología excluyente y criminal del
nazismo hitleriano.
El ataque a la Fermín Toro
-universidad que lleva el nombre de uno de los más ilustres próceres civiles de
la República- no es un hecho aislado sino parte de un plan sistemático para
desestabilizar la academia y castigar y atemorizar a los estudiantes que luchan
en la calle por la libertad, contra el gobierno represivo que usa métodos
desproporcionados e inconstitucionales para intentar hacerlos desistir, métodos
que van mucho más allá del gas del bueno y de los perdigones, para dar paso a
las balas que eliminan vidas y matan esperanzas.
Las Universidad Central de Venezuela
-nuestra rectora e inspiradora primera casa de estudios superiores- ha sido
varias veces atacada inclementemente, tanto en Caracas como en el Núcleo de
Maracay donde funcionan las facultades de Agronomía y Veterinaria; en sus
salvajes ataques, los paramilitares han llegado hasta desnudar a un estudiante
para exhibirlo sin ropa, en intento de amedrentar a sus compañeros, quienes
responden con calle y más calle. También han sufrido atropellos LUZ, UCLA,
UCAB, UDO, URBE, URU, Carabobo, UPEL y hasta la UNEFA, entre otras. Los
atropellos no matan la academia, cuando la inteligencia y el ímpetu de la
juventud universitaria la defienden con todo.
Viva la Universidad, muera la
violencia; vivan la libertad y la democracia, muera el atropello intolerante,
la ineficiencia y la corrupción. Viva la
vida, muera la muerte.
PACIANO
PADRÓN
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano
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