Debemos
a la destacada figura de Julius Nyerere (1922-1999), uno de los forjadores de
la independencia en Africa, quien fue Presidente de la República Unida de
Tanzania e inspirador del avance educativo de su país, una reflexión esencial
contenida en su estudio: "The Varied Paths to Socialism" (Las
diversas vías hacia el socialismo): "Si la cosa pública no es para el bien
de todos, si las personas no tienen ningún derecho de control sobre las
políticas seguidas, semejante situación puede ocurrir en el fascismo, no en el
socialismo" (Nyerere, 1968, Págs. 309-310).
En
su concepto transformador de las realidades culturales de Tanzania, país
subdesarrollado, que fue una colonia británica y donde predominó una sociedad
rural, la educación debe estar orientada a la vida del hombre y al bien común,
contribuir al desarrollo y a la distribución equitativa de los recursos,
conducir a la formación de un: "ciudadano responsable", considerar
las necesidades del país y, además, respetar el carácter y esencia de la
sociedad y, en especial, en un gobierno socialista obligado a: "preparar a
cada uno a asumir sus responsabilidades en tanto que trabajadores y ciudadanos
libres en una sociedad libre y democrática..." capaz de: "...pensar
por sí misma..., interpretar las decisiones tomadas por las instituciones
democráticas de nuestra sociedad y ponerlas en marcha considerando las condiciones
propias del lugar y de la vida". Igualmente, Nyerere señalaba que sería:
"...muy mal comprender nuestras necesidades al decir que el sistema
educativo debe tener por objetivo la formación de robots que trabajan duro sin
jamás cuestionar lo que los dirigentes del país o de la TANU (Unión Nacional
Africana de Tanganica) dicen o hacen..." (idem, pág.274).
Las
reflexiones anteriores, entre otras que pueden citarse de numerosos académicos,
intelectuales, humanistas y estadistas impulsadores de la educación
contemporánea en diferentes épocas y sociedades, nos afirma en la convicción de
que la misma no puede jamás estar sujeta a criterios sesgados, de control y de
dominación ideológica, social, económica o política, y que debe conducirse
hacía la verdadera formación ciudadana, comprensiva de las necesidades sociales
pero, al mismo tiempo, respetando la libertad del individuo, las aspiraciones y
derechos de una sociedad democrática, la cual debe tener una educación
incluyente, plural, abierta a las corrientes de pensamiento humanístico y
científico, que estimule la equidad y el desarrollo, que fomente el bienestar
compartido pero sin renunciar a los derechos esenciales del hombre y de la
propia sociedad siempre prioritarios a los intereses específicos de personas o
grupos.
La educación como sistema de enseñanza individual y social no puede estar sometida y ser víctima de la ideologización. Igualmente, la misma no puede estar basada únicamente en un concepto de masividad sino también de calidad, de modernidad, de estímulo a la inteligencia y al saber, al sentido crítico, investigador y productivo.
La
pérdida de autoridad de los maestros y profesores y de la libertad de educación
en aspectos esenciales, de sus finalidades constructoras y realizadoras de una verdadera
sociedad, constituye un elemento altamente preocupante capaz de destruir su
propia esencia cuando se impone como prioridad una doctrina y una forma de
cogestión mal dirigida que puede afectar la misión del sistema educativo, que
no es otro sino el desarrollo integral del ser humano. La escuela y la
universidad deben ser entidades superiores y ajenas a la lucha política y, en
especial, en su sentido partidista y a las cuales no pueden trasladarse
programas ideológicos como una única manera de concebir y explicar la sociedad,
su historia, sus valores, sus tradiciones y perspectivas.
La
educación es el desarrollo del ser humano en todas sus corrientes de
pensamiento y en todas sus posibilidades de acción; la educación es la cultura,
es el patrimonio inmaterial del hombre para saber, para crear y para hacer,
dentro de un conjunto amplio y plural de valores, tradiciones, ideas y
conocimientos. No hay cultura ni hay educación sin libertad, lo contrario
significaría destruir la esencia del hombre y el sentido último de la
existencia de la sociedad.
Fracasada
su gestión como gobernante en otras áreas, en particular en lo económico al
haber anulado la iniciativa privada y por la inoperancia de los colectivos
agrícolas de base comunitaria, Nyerere adoptó la resolución de renunciar a la
presidencia, no obstante ser considerado por su pueblo como el padre de la
patria: "No he podido cumplir la misión que me había fijado: terminar con
la pobreza, el hambre, la enfermedad; sólo la ignorancia ha sido vencida. Yo no
puedo continuar dirigiendo un país que está obligado a mendigar su
comida", expresó, alcanzando por ello el reconocimiento general.
Jose
Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599
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