En
democracia la única vía para cambiar gobierno es la vía electoral. Este es un principio democrático sacrosanto,
quien lo vulnera es execrado políticamente.
Es curioso que en 40 años de democracia debió ser Chávez el execrado porque promovió y encabezó el golpe militar del 4 de febrero de 1992. Sin embargo no lo execraron. Más bien, el presidente Caldera, lo benefició con el sobreseimiento, quedando en libertad. Ese 4 de febrero es el mismo que fue declarado día de fiesta nacional, y se conmemora todos los años con desfile militar en Los Próceres.
Maduro
no puede invocar este sagrado principio democrático, porque su gobierno es una
dictadura. Ha eliminado la separación de
poderes. El Tribunal Supremo de
Justicia, cumple funciones de represión judicial y su Sala Constitucional
convalida todas las violaciones gubernamentales a la Constitución, Venezuela
vive bajo el imperio de la fuerza, no del Derecho.
Muerto
Chávez, Maduro llegó al poder por influencia de Fidel y Raúl Castro, sobre un
Chávez moribundo. Le correspondía
iniciar una apertura política que facilitara la transición a la
democracia. Hizo exactamente lo
contrario; y hay bases para suponer que siguió indicaciones de sus
patrocinantes cubanos, desesperados ante la posibilidad de que un cambio de
gobierno en Venezuela pudiera poner en peligro la gran ayuda económica que Cuba
recibe de Venezuela en particular los 100.000 barriles de petróleo que
diariamente se le envía a Cuba a fondo perdido.
El gobierno de Maduro ha sido más agresivo que el de su antecesor, que
lo fue en alto grado; con el objetivo visible de arrinconar y destruir a la
mitad de los venezolanos que votó por Capriles en las elecciones presidenciales
el 14 A.
El ex presidente Lula, le ha recomendado a Maduro, que constituya un gobierno de coalición. La realidad es que, no existen condiciones políticas para una fórmula como la propuesta por el ex presidente de Brasil. El aceite y el vinagre solo conviven en las ensaladas. Lo que está planteado en Venezuela y hay que luchar para hacer realidad esa fórmula, es una transición como la que se dio en España a la muerte del dictador Franco y en Chile, cuando Pinochet perdió el plebiscito que había convocado para perpetuarse en el poder.
Como
evidencia de que el actual gobierno es reacio a la flexibilización de la
dictadura, en recientes y muy promocionadas declaraciones del ministro
Rodríguez Torres, se pudo apreciar que en cuanto a diseñar y articular
conspiraciones imaginarias le lleva una morena al ex ministro José Vicente Rangel,
con todo y ser éste una autoridad en la materia. Cuando el ministro Rodríguez Torres se retire
de la política, podría convertirse en exitoso autor de novelas policiales.
Octavio
Lepage
olepageb@gmail.com
@Octaviolepage
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