Intentamos nacer un 25 de Mayo de 1810.
Teníamos muchas razones, algunas conocidas por todos desde la escuela primaria,
otras no tanto. Las menos conocidas son más reales, menos “prestigiosas” y más
humanas, pero todas hicieron posible ese esbozo de Patria que asomaba en el
puerto de Buenos Aires. Fue una revolución, que no fue una revolución, pero que
sí fue una revolución. Y no es un galimatías.
La llamamos *REVOLUCIÓN de Mayo, porque
hicieron renunciar al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Pero no fue una
revolución, ya que la Primera Junta en pleno, los 9 miembros, 7 criollos y 2
españoles que abrazaron la causa (Larrea y Matheu), rodilla en tierra le
juraron fidelidad a Fernando VII, preso en Bayona y reemplazado en España por
José Bonaparte, hermano de Napoleón.
Pero sí fue una revolución, ya que por
primera vez en estas tierras, se tuvo en cuenta la voluntad de las personas. No
querían ser regidas por Francia, y no se
sentían representadas por las 2 Juntas que le quedaban a España libres del yugo
francés: la de Cádiz y la de la isla de León. Y que en esos tiempos la voluntad
popular se expresara y tuviera éxito en sus demandas, era una revolución.
Por desgracia, la mayoría de las revoluciones
políticas se alimentan de sangre. Y la nuestra fue sangrienta. Primero para
imponerla en el interior, ¡tan apegado a España! Y luego contra España,
infinitamente más fuerte, rica y mejor armada. Pero triunfó. Siguieron las
revoluciones de las guerras civiles.
Después vino un orden sin libertades, opresivo y regresivo, pero que consiguió
mantener unidas a las provincias. Finalmente, después del caos, después del
orden carcelario, nacimos en serio un 1° de mayo de 1853. Las 13 provincias con
grandeza, se bajaron de sus privilegios y decidieron constituirse en Nación.
Nacer a un proyecto común, de la mano de una excepcional Constitución, que
Buenos Aires no juró (provincia N°14), porque no quería compartir las ganancias
de la aduana de su puerto.
Hasta eso se subsanó. En 1863, siendo
presidente Mitre, con la 1° Corte Suprema de Justicia (5 miembros, ninguno de los jueces amigo de Mitre), empezó
la *EVOLUCIÓN. Y las evoluciones nunca son traumáticas, ni sangrientas; en su
mayoría suelen ser beneficiosas. La evolución argentina fue extraordinaria.
En pocos años, gobiernos con visión
patriótica de largo plazo, una inmigración dispuesta a trabajar en libertad, en
un mundo de trenes y teléfonos que acortaban las distancias infinitas,
Argentina fue. Llegó la evolución de la
mano de la Constitución Nacional, el respeto por las libertades individuales,
por la división de poderes, el respeto de las transitorias mayorías por las
también transitorias minorías, y crecimos. ¡Cómo crecimos! De la nada pasamos a
formar parte del primer mundo de entonces.
Pero demasiado rápido, empezó la
*INVOLUCIÓN de la mano de otra
revolución. Dice Sebrelli que el 4/6/1943, se sembró en tierra fértil, una gran
semilla de populismo, y hoy el árbol cubre al país.
Fue una revolución sin sangre que nos bajó de
la evolución y del mundo, de un cachetazo. Empezó hace más de 70 años, pero
como toda bajada, se aceleró en la caída. Es hora de pararla. Es tiempo de
entender, de una vez y para siempre, todos,
que sin instituciones sólidas, no en el papel, en la realidad, sin
respeto irrestricto a la libertad, a la vida y a la propiedad, no volveremos a
ser la Argentina que fuimos y lo que es peor, no seremos la Argentina que
debemos ser.
Tuvimos nuestra primera revolución y a esa le
siguieron muchas. Todas las que
siugieron, nos atrasaron. La evolución no duró lo suficiente como para que se
hiciera carne en la gente cuales eran las razones que la hacían posible. La
involución se instaló. Hoy nos arrastra al destierro del mundo civilizado.
“No aprendemos más” es una cantinela que
escuchamos y repetimos a diario. Y si no hay quien nos enseñe, ¿cómo vamos a
aprender? Sarmiento importó maestras, hoy no se puede, no es políticamente
correcto. Y nuestros trabajadores de la educación enseñan populismo, porque es
lo que se les enseñó a ellos.
Quiero, necesito creer que si fuimos,
volveremos a ser. ¿Cómo? No lo sé. La educación es imprescindible, pero la
educación en los valores de la Constitución, que para la mayoría de los
argentinos es letra muerta. En los países evolucionados, con buena calidad de
vida, las Constituciones son algo vivo, forman parte de lo cotidiano.
Cuando la Constitución sea más importante que
el fútbol… Todos los argentinos conocen a Lionel Messi. ¿Cuántos conocen el 1°
artículo de nuestra Constitución?
A pesar de todo y aunque no sé si ya sólo
existe en la memoria de algunos, ¡Viva la Patria!
*Revolución, del latín, revolutio, dar
vuelta. DRAE: cambio social fundamental en una estructura de poder,
transformación radical respecto del pasado inmediato.
*Evolución, del latín evolutio, cambio. DRAE,
desarrollo gradual, cambio de propósito, transformación en las ideas.
*Involución, del latín, involutio, envolver.
DRAE, detención y retroceso de una evolución política, cultural, económica…
Malu Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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