La Argentina está mal poblada, de cara al
puerto, de espaldas a sus propias entrañas y para colmo, no tiene política
inmigratoria alguna.
El país como conjunto cada vez produce menos
riqueza, mientras aumenta en forma suicida el gasto público y, paralelamente,
los impuestos.
La avaricia y la
corrupción de la oligarquía política (integrantes todos ellos de distintas las
organizaciones terroristas derrotadas devenidas hoy en gobierno) le está
permitiendo enriquecerse vertiginosamente (así como tan rápidamente van
perdiendo credibilidad), mientras los educadores junto al resto de los
trabajadores se proletarizan (en muchos casos
las desigualdades salariales se aproximan al absurdo)
La escalada del costo
de vida está transformando a la puja salarial en un gran campo de batalla
El fuerte incremento
de la inflación, es la variable de la
economía que más impacta en la sociedad y que por ello tiene mayor incidencia
política y la que evidencia además la velocidad del deterioro.
El exceso de personal
en la administración pública obliga al poder Ejecutivo, como dije
anteriormente, a incrementar el aporte de los contribuyentes con impuestos
progresivos
El gasto público
desmedido (en Argentina pasó del 29,1% del PBI en 2003 al 46,5% en 2013) es un
condimento esencial para la manipulación de la población, razón por la cual, el populismo Kristinista,
se niega deliberadamente a combatir las causas estructurales de la inflación
que genera.
Pero el daño más
grande que produce es sin dudas cultural, y se refiere a una cultura de la
dádiva y corporativa, alentada por un esquema de concentración del poder y
saqueo impositivo que desalienta el trabajo productivo y promueve el
oportunismo, el egoísmo, y la violencia.
La concentración de
riquezas y de fuerzas produce generalmente tres clases de conflictos:
1. La lucha primero se encamina a alcanzar ese
potentado económico.
2. Se inicia luego una dura batalla a fin de
obtener el predominio sobre el poder público, y consiguientemente el poder
abusar de sus fuerzas e influencias en los conflictos económicos.
3. Finalmente se entabla la lucha a nivel
nacional para resolver las controversias políticas y/o económicas
Deseo señalar
particularmente aquí a aquellos políticos astutos que, despreciando las
utilidades honestas de su profesión (generalmente abogados fracasados), no
temen poner acicates a los caprichos de sus “clientes” y, después de excitados
sus deseos de riqueza, aprovechan sus cargos o amistades para su propio lucro.
El trabajo (labor
común entre empresarios y trabajadores aplicados a la producción de bienes
económicos para beneficio recíproco y para servicio de la sociedad) es generalmente para el trabajador y su familia el medio
ordinario de subsistencia
Las personas que se
ocupan en tareas económicamente remuneradas (están ocupadas) lo hacen
regularmente en alguna de las siguientes tres categorías:
a. Por cuenta propia y en colaboración de otras
personas (agricultor, artesano, pequeño comerciante, médicos, albañiles, contadores, etc,)
b. Por cuenta propia y en forma individual
(zapatero, vendedor ambulante, modista, profesionales modestos, mecánicos,
etc.)
c. Trabajadores dependientes (solo cuentan con
su habilidad SIN CAPITAL PROPIO. Esta categoría es la que numéricamente
predomina en nuestro país; lo hacen en la industria, en la función pública, en la agricultura,
etc.,
La reglamentación
gubernativa a través de la legislación del trabajo y las leyes de seguridad
social junto a la acción sindical a través de convenios colectivos de trabajo,
enmarcan y controlan la actividad productiva de los trabajadores “en blanco”
moderando los efectos de precariedad e inestabilidad laboral.
En las relaciones
entre dirigentes de empresas y trabajadores dependientes, la determinación de
la remuneración de estos últimos (salario) señala generalmente el problema más
crítico ya que se refiere a la distribución de los ingresos de la empresa y,
por ende, al resultado favorable o deficitario de esta. Ciertamente el salario
no constituye el único rubro que influye
en ello, mas sí es, en la mayoría de las empresas, el de mayor volumen.
El sueldo o jornal,
suele dejarle hoy al trabajador apenas lo suficiente como para reparar y
reconstituir sus fuerzas, estando así condenado a la pobreza perpetua o
reducida a un bienestar escasísimo.
Esos “intereses
comunes” impulsó a los trabajadores a unirse, hace tiempo, con el fin de
defenderse mutuamente; nacieron así los sindicatos, que tienen hoy una
extraordinaria significación en la tutela de sus legítimos intereses para un
justo y progresivo equilibrio del bien común
Si el trabajador
recibe un salario suficiente para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus
hijos, es fácil pensar, si tiene juicio, que procure ahorrar después de gastar
lo necesario.
Salta a primera vista
que en la actualidad no solamente se acumulan riquezas, sino que se crean
enormes poderes en manos de muy pocos que en más de las veces ni siquiera son
dueños de esas fortunas, sino solo depositarios o meros administradores o
“valijeros” de las mismas. Es esa sed insaciable de riquezas y bienes la que
embota los estímulos de no pocas
conciencias políticas, empujándolas hasta
a conculcar los derechos del prójimo para llegar rápidamente a la
fortuna con la menor fatiga.
La abundancia y el
lujo desenfrenado de unos pocos “funcionarios que no funcionan” obtenido a
través del “retorno” de enormes gastos gubernativos, el juego y/o la droga,
contrasta en la actualidad con las privaciones casi inhumanas que se le impone
a la población.
Lamentablemente el daño moral infligido hasta la médula del esqueleto social tardará muchas generaciones en ser reparado. La droga, la degradación de los valores, el trato peyorativo a lo correcto y la banalización del delito solo se podrán extirpar después de años y años de perseverancia en los valores opuestos
Hugo Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942
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