Con frecuencia mucha gente se pregunta
cómo es posible que un gobierno tan
incapaz, errático y corrupto como el actual tenga el apoyo de ciertas
personas, generalmente tenidas por
sensatas, lúcidas e inteligentes. Todavía hay quienes se pertrechan en el engaño para explicárselo.
Los inicios de Hugo Chávez determinaron
que muchas personas creyesen en él, y ante la grave crisis económica, política y social que vivíamos en 1998,
producto de los funestos errores y falacias de Acción Democrática y COPEI,
creyeron ver en el joven militar –entonces tenía 44 años– el hombre mandado a
ser para encabezar un proceso de rectificación que volviera al país a la normalidad
de una democracia con vicios y defectos, pero democracia al fin, que además
superase aquella crisis. Lo primero que resulta inexplicable es cómo mucha de
esa gente cayó en la trampa y no se percataron de que, por tratarse de un
militar, Chávez no era apto para el gobierno, pues la historia venezolana, y la
de muchos otros países en el mundo entero, ofrecen una larga y lamentable
experiencia con los gobiernos militaristas, sin que entonces hubiese un solo
indicio de que Chávez fuese la excepción.
Muchos de los que al principio habían
caído en la trampa se dieron cuenta
tempranamente de su error, y rectificaron. Pero otros han persistido en
su actitud, y siguen dando apoyo al gobierno del desastre, sin que a estas
alturas pueda seguirse invocando el
pretexto de la equivocación y del engaño. Estoy seguro de que muchas de estas
personas están conscientes de lo negativo y falaz del gobierno chavista, y sin
embargo siguen apoyándolo sin razón alguna que lo justifique.
En una etapa de nuestra historia en
que prevalece la corrupción, no es de
extrañar que mucha de esa gente que apoya al chavismo lo haga, no por
convicción ideológica, sino por
oportunismo, por intereses personales, incluso de carácter monetario. Pero sé
de otros cuya conducta no es oportunista, y no están en lo que están por
afán personalista ni por recibir
beneficios especiales. Son estos los casos en que el asunto se hace más inexplicable.
No deja de ser posible también que
entre estas personas que
inexplicablemente apoyan al gobierno chavista, sobre todo en su versión
madurista, lo hagan porque, aun estando
conscientes del desastre que este es, se mantienen en esa posición por aquello
de “no dar su brazo a torcer”, en una actitud aun más inexplicable, pues actúan
en función de un insano orgullo, sin que les importe para nada la suerte del
país.
Alexis Márquez Rodríguez
grealemar@cantv.net
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