Hace más de 20 años un grupo de oficiales
sublevados atentó contra las instituciones del país a través de las armas, los
tanques de guerra y la barbarie pura. En ese momento de convulsión y
agotamiento de las estructuras tradicionales de poder muchos se pusieron del
lado de los golpistas, los justificaron y convirtieron en un acto de heroísmo
al mayor acto de cobardía de la historia republicana de nuestro país. Un golpe
fracasado que tuvo como objetivo principal atentar contra la vida del para
entonces presidente y su familia. En el libro “La rebelión de los náufragos” de
la escritora Mirtha Rivero relata muy bien el ataque a La Casona, la residencia
presidencial, por parte de las tropas golpistas, tropas que dispararon morteros
mientras allí solo se encontraban la esposa e hijas del presidente.
Fue el primer intentó de los golpistas
por destruir el sistema democrático de nuestro país, un sistema que aunque
estaba plagado de errores, les dio garantías no solo para salir de la cárcel,
sino para incorporarse a la política tras haber tomado las armas contra el
Estado. Quienes en su momento se
vistieron de verde para atentar contra la democracia llegaron al poder vestidos
de rojo y con un discurso suavizado que incluso logró calar en sectores de la
clase media y el empresariado.
Para algunos era difícil al inicio
vislumbrar sus planes, parecía que hasta le ofrecían al país una democracia con
instituciones más solidas y una constitución de vanguardia que tenía entre sus
lemas principales ser el texto “más avanzado en el respeto a los DDHH”. Los
golpistas se habían disfrazado de ovejas para avanzar en su proyecto de
destrucción de la democracia que años atrás no habían podido materializar a
través de las armas.
15 años después han prácticamente
logrado su objetivo, decimos prácticamente porque mientras haya millones de
venezolanos decididos a defender sus convicciones hasta con la vida no podrán
avanzar más. Los golpistas esta semana demostraron que su proyecto militar no
comulga con la voluntad de los electores y así lo demostraron con el encarcelamiento
de dos alcaldes y la persecución contra diputados de la Unidad.
Se quedan pues sin su carta propagandística más importante: “En Venezuela hay democracia porque hay elecciones”. Los hechos hablan por sí solos, alcaldes electos con más de 60% de respaldo son despojados de sus investiduras y hechos presos en juicios express. No tienen nada que decir, siguen siendo golpistas. Golpistas ayer, golpistas siempre.
Brian Fincheltub
Brian@juventudsucre.com
@Brianfincheltub
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