(Mi interpretación del excelente artículo
¿Qué es Capitalismo? de Ayn Rand)
A lo largo de estos artículos contra el socialismo, ustedes me han leído comentando sobre la libertad, que ha sido, es y será el don que nos distingue de los otros seres vivientes en el universo; la libertad es lo que nos hace humanos y si esto es así ¿Cómo es que existen doctrinas políticas cuya primera condición es pedírtela, confiscártela, para el logro de sus fines? Y lo peor, ¿Cómo es que existen personas capaces de renunciar a su libertad por un dogma, un líder o una simple promesa?
Les voy a decir algo, que los va a
sorprender, se menciona muy poco y se entiende menos, el capitalismo es el
único sistema político-económico, de todos los que existen, repito, el único
que garantiza y hace un punto de honor defender esa libertad.
Capitalismo, a pesar de los esfuerzos por
estigmatizarlo que ha hecho el comunismo internacional, no se trata de dinero,
de egoísmo, de explotar al otro; muy por el contrario, la base fundamental del
capitalismo es la libertad de los hombres, en el entendido de que solamente
siendo libre una sociedad podrá prosperar y conseguir su felicidad.
La idea de que el hombre es libre nace a
contracorriente del tribalismo, de esas formas primigenias de organizarse en
los orígenes de la civilización, cuando la vida era muy dura, peligrosa y
salvaje; pero también en aquellos momentos, el hombre empezaba a pensar, a usar
su intelecto, a cultivar la razón.
En una tribu, todo, absolutamente todo
pertenecía al jefe del clan, incluyendo la vida de sus miembros, y el jefe era
jefe dependiendo de los servicios que prestara a la tribu; si faltaba a esos
deberes, pronto le surgía un contendor, o la misma tribu se encargaba de
eliminarlo. En esa cultura tribal lo más
importante era el colectivo, el hombre era apenas un miembro, una unidad
dispensable y al servicio de la sobrevivencia del grupo, eran tiempos donde el
altruismo era obligatorio.
Con el desarrollo de la civilización esa
cultura tribal cambió de apariencia, y fue el señor feudal o el Rey quienes
mandaban y eran los dueños del mundo, mientras pudieran defender a siervos y
vasallos todo iba bien, al momento que faltaran a sus deberes se sucedían los
cambios.
La propiedad privada empezó a nacer en estas
circunstancias; poco a poco, la gente común se sentía dueña de sus cosas más
personales, sus enseres, sus instrumentos de labranza, luego de sus lotes de
tierra, de sus animales, de sus casas, se trataba de una propiedad privada
imperfecta, pues el Rey seguía siendo legalmente el dueño de todo, aunque
otorgaba, por medio de documentos, uno que otro permiso de propiedad, a manera
de gracia o para pagar favores, pero cuando le daba la gana lo expropiaba todo
y hasta le daba muerte a quien se opusiera.
Pero la mente del hombre fue igualmente
evolucionando, la cultura se expandía, las ciencias se desarrollaron y las
ideas enriquecieron el mundo con nuevos significados y formas, con base en
descubrimientos y obras de arte. El hombre ya no era el mismo de las cavernas.
Fue con la revolución norteamericana que los
derechos del hombre fueron finalmente proclamados. Ya el capitalismo estaba en
forma, el hombre pensante, autónomo, independiente y responsable de sus actos
decidió tomar las riendas de su propio destino, se proclamó libre… Analicemos
un poco cómo fue este cambio libertario.
El individuo, desde hacía mucho tiempo, era
el que llevaba las riendas del comercio, del intercambio de mercancías, bien en
los mercados locales o recurriendo al transporte, por mar y tierra, para
traerse consigo productos de lejanos parajes y de los que no disponía en su
tierra; para cada paso que daba en estos menesteres usaba su inteligencia para
programar la compra de mercancías, calcular los costos y riesgos, las ganancias
y seguir expandiendo sus actividades.
Siempre había usado su inteligencia para los
más mínimos detalles, para su sobrevivencia, desde hacer sus armas para la
cacería y las trampas, para definir cómo, dónde y cuándo sembrar sus cosechas,
para hacer un refugio… todas estas actividades implicaban un proceso de
pensamiento, un acto de voluntad, un cúmulo de conocimientos que se
materializaron en la primera fogata, en la primera rueda, en la construcción
del acueducto y al levantar las murallas de la ciudad.
Este proceso de pensamiento es muy complejo y
sutil, supone relacionar, descartar, diseñar, comparar y tantos otros sutiles
procesos que sólo la mente individual de un hombre es capaz de hacer. No hay cerebros
colectivos; como todo maestro sabe, el aprender requiere de la atención del
estudiante, de su comprensión, de su mente individual, y si bien el hombre
puede cooperar en el descubrimiento de nuevo conocimiento, se requiere,
igualmente, la participación de la mente de cada uno de esos individuos en su
propio proceso de pensamiento.
Sobrevivir es, fundamentalmente, una acción
intelectual para el ser humano, no se trata sólo de instintos; todo lo que el
hombre necesita debe ser descubierto por su mente, para luego producir los
elementos para lograrlo por su propio esfuerzo, como lo afirma la filósofa Ayn
Rand: “La producción es la aplicación de la razón al problema de
sobrevivencia”.
Los hombres a los que les da flojera pensar
sobreviven copiando la rutina de trabajo que otros han inventado; si alguien
decide no trabajar, puede sobrevivir momentáneamente plagiando el trabajo de
los otros, pero sin el trabajo de los que piensan, nadie habría sobrevivido.
Y ya que el conocimiento, el pensar y el
accionar racionalmente es propiedad del individuo, para sobrevivir es
fundamental que los que no piensan ni trabajan, no interfieran con los otros,
que deben poder asociarse libremente, establecer acuerdos, criticar y oponerse
para poder encontrar su camino; de aquí que la libertad del individuo sea
sagrada, principalmente para la sociedad, para la que deviene en seguro de
vida.
Una mente racional no trabaja bajo fuerza,
opresión, control, vigilancia, amenazas u otras pautas que las que dicte su
intelecto; un hombre libre trabaja y produce para poder vivir, mantiene su vida
por propio esfuerzo y tiene como guía su propia mente. Si no puede disponer del
producto de su esfuerzo, no es dueño de su esfuerzo, si no es dueño de su
esfuerzo no es dueño de su vida.
Los derechos del hombre nacen primordialmente
del derecho a la vida, pero todos los demás derechos derivan del derecho a la
propiedad privada.
Los europeos no entendieron muy bien la
revolución norteamericana, basada en los derechos del individuo, y se
contentaron con entender que la emancipación del hombre consistía en ser
esclavizados por el Estado en lugar del Rey. Hasta el momento les ha sido muy
difícil despojarse de las telarañas del colectivismo y del tribalismo, allí
nació el socialismo.-
saulgodoy@gmail.com
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