"Cuando la injusticia se convierte en ley, la rebelión se convierte en un deber” Thomas Jefferson
El Pajarico Chitico, despreciando toda
institucionalidad y a contramano de lo que dispone la propia Constitución
sancionada por Hugo Chávez, mantuvo su cargo como Vicepresidente después de la
muerte de aquél, fue a Cuba a firmar un trascendental acuerdo con la dictadura
castrista y, finalmente, se consagró Presidente en una fraudulenta elección. A
partir de allí, se hizo de los poderes judicial y legislativo, de la mayoría de
los cargos en los distintos estados y alcaidías, y comenzó una exitosa campaña para
silenciar a la oposición y a la prensa libre.
Pero
la torpeza del régimen y su gigantesca corrupción desplomó la producción de
petróleo y gas y hoy sus aún monumentales ventas a los Estados Unidos no le
permiten importar los alimentos y los medicamentos necesarios para satisfacer
las más elementales necesidades de su pueblo; con la inflación más alta del
mundo, Venezuela soporta una diferencia cambiaria sideral entre sus mercados
oficial y blue. Ante la protesta social, encabezada por los estudiantes,
militarizó totalmente a la administración pública y creó distintas
organizaciones armadas que asuelan los barrios y comunas atemorizando y hasta
matando a los opositores.
Así,
el régimen no parece tener otro destino que parecerse, cada vez más a Cuba,
cuyos vetustos líderes necesitan, como de la sangre misma, del enorme oleoducto
virtual mediante el cual Caracas le suministra gas y petróleo por más de US$
10.000 millones anuales. Sin ese masivo apoyo, los Castro verían naufragar
definitivamente su “paraíso”; es por ello que, en defensa propia, contribuyen
con más de sesenta mil “asesores” armados a sostener a esta tristísima
Venezuela actual, muchos de los cuales integran las fuerzas armadas y los
grupos parapoliciales que asesinan a mansalva.
El
pueblo venezolano, mucho más aguerrido y comprometido que el argentino, está
poniendo toda su carne, literalmente, al asador del chavismo, y ya la luctuosa
cuenta llega a los once muertos y más de setecientos heridos; a la violencia y
a la inseguridad cotidianas –en Caracas se producen más homicidios que en
Bagdad-, ahora se suma la represión a la protesta que, con seguridad, seguirá
engrosando ese penoso balance.
El
otro aspecto que, pese a esperable, no deja de llamar la atención es el
silencio en que se han sumido los organismos de falsos derechos humanos
argentinos frente a la masacre de la población civil, sobre todo de
estudiantes, y a los dichos del pandillero D’Elía. Demuestran así, una vez más,
cuán sesgada es su posición, dependiendo de su afinidad o lejanía del régimen
que los viola.
Pese
a la preocupación que embarga a los argentinos por una eventual réplica local
de esa forma terrible de chavismo, y a los ingentes esfuerzos que hace el
kirchnerismo duro para lograrlo, debemos recordar por qué no resulta posible
transpolar aquí algo similar. En primer término, porque la ciudadanía argentina
no está dispuesta a ocupar diaria y masivamente las calles, sea a favor o en
contra del Gobierno; segundo, porque la crisis económica aún no reviste punto
de comparación y, finalmente, por esa organización militar y paramilitar que
allí respalda al régimen. Debemos agradecer que, cuando disponía de poder para
hacerlo, don Néstor prefirió enriquecerse y ahora su viuda, rodeada de
incapaces y de ladrones, carece de los medios para triunfar.
Y
aquí es donde entra una necesaria mirada sobre el Ejército y el rol de su jefe,
el Espión Milani. Quien ha tenido la paciencia de seguir estas notas, sabe
cuántos parecidos encuentro entre el jefe actual y Massera, ese degradado y
criminal almirante que, en pos de un proyecto político personal, hizo cuanto
consideró necesario –el asesinato para robar, inclusive- para crecer y
concretarlo. Doña Cristina, por defender su ascenso al grado de Tte. General,
ha pagado en meses recientes un costo sideral al ignorar las graves acusaciones
de enriquecimiento ilícito y de violador de los derechos humanos que, en el
caso de otros militares contemporáneos a éste, los han llevado a la cárcel y a
la muerte.
Sin
embargo, parece no percibir que ella misma es un escalón más en la elevación
del Espión a la cúspide a la cual cree ser llamado por su destino, otro de los
que antes fueron Garré, Puricelli, el Perro Verbitsky y hasta la propia Madre
Bonafini. Debiera la Presidente recordar qué papel jugó Massera en las
postrimerías de la presidencia de Isabelita Perón y, sobre todo, una de las
últimas frases de Salvador Chicho Allende, poco antes del golpe de 1973 en
Chile: “Llámenlo a Arturito (por Pinochet), que es un leal amigo nuestro”.
Volviendo,
en especial, a la muerte de otro bombero víctima del incendio del depósito de
Iron Mountain, la ciudadanía debe exigir el rápido e inobjetable
esclarecimiento de las circunstancias que rodearon su inicio. Debemos saber ya
mismo cómo comenzó y, sobre todo, qué se quemó. No debemos permitir que la
Justicia, como sucede con el crimen de Once, cuyo segundo aniversario fue
conmemorado ayer con críticas gravísimas a la propia Cristina, permita que los
responsables, si los hubo en el caso de Barracas, sigan libres y disfrutando de
sus fortunas tan manchadas de sangre.
Como
seguramente recordará, hace meses que denuncio que el Gobierno, sobre la base
de las mentirosas estadísticas del INDEC, pagará a los tenedores de bonos atados
al crecimiento del PBI, entre US$ 3 y 4.000 millones; si todos los bancos
internacionales, los analistas independientes y las agencias que la Argentina
no crecería, ¿qué otros pudieron comprar esos bonos que no fueran aquéllos que
sabían que podían manipular los datos oficiales? Para mi absoluta
consternación, ese pago fue confirmado el jueves, por lo cual se transformará
en el último saqueo a lo que, alguna vez, fue una nación.
El
llamado a la movilización cívica del 13 de marzo (#13M, en Twitter) continúa
con fuerza, pero aún no se ha logrado la esencial unificación de las consignas;
si no consiguiéramos tal cosa, sólo será una manifestación más, que doña
Cristina (cliquear: http://vimeo.com/10675039) mirará por televisión, que no
producirá efecto alguno y agudizará la frustración. Por ello, renuevo mi pedido
en ese sentido a los distintos convocantes, pues ya queda muy poco tiempo para
la fecha señalada. Para sostener mis dichos, basta con ver qué sucedió en
Ucrania, donde las manifestaciones populares obligaron al Parlamento a
destituir al Presidente y llamar a elecciones.
Esta
semana nos dirá mucho acerca de qué pasará en las negociaciones paritarias. Sus
resultados serán determinantes para el futuro inmediato, ya que las aisladas
medidas adoptadas por el Banco Central para detener la sangría de reservas,
sólo podrán extender sus efectos hasta junio y si, para entonces, el Gobierno
no hubiera explicitado un plan antiinflacionario creíble (que, necesariamente,
deberá incluir el reemplazo de quienes tienen a su cargo la economía), el
temporal regresará con más fuerza aún.
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
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