El
miedo que nos paraliza, es el mismo que nos impulsa cuando lo transformamos en
poder.
Después
de casi quince años de desgracia, dentro de los 912.050 kilómetros cuadrados
que conforman nuestro territorio, existen dos Venezuelas, la de los
"Buenos" y la de los apátridas, la de los "vivos" y la de los tontos, la de "nuevos
ricos" y la de los pobres, la de los "reyezuelos " y la de los
súbditos, la de quienes se creen "dueños" del petróleo y la de los
que le trabajan la empresa.
Un
jefe extranjero, con domesticados empleados las administra, de la inmensa riqueza que pertenece a los venezolanos solo
les arrojan el sencillo que le sobra,
les condiciona los países que deben visitar y la cantidad de dinero que
deben gastar, mientras los
"reyezuelos" y su familia disfrutan sin límite el uso y abuso del
dinero del estado.
En
Venezuela, un pequeño grupo de mercenarios
no solo han arruinado el país,
han arruinado la vida y el futuro de sus habitantes que ante tan triste
y vergonzosa realidad, se están acostumbrando a la cohabitación entre el
Síndrome de Estocolmo y la habituación de una situación que los convierte en verdugos de su destino.
Los
venezolanos debemos preguntarnos, ¿Merecemos lo que está ocurriendo en el país,
lo que nos está ocurriendo como individuos?, si el merecimiento es un acto de
justicia, los venezolanos no merecemos que el sol nos tueste, o la lluvia nos
empape mientras hacemos largas colas
para comprar alimentos, ni que la delincuencia nos asesine por decenas cada
semana.
Hay
dos responsables en la dramática situación que se vive en las dos Venezuelas;
Maduro y su banda de delincuentes que usan la esperanza como arma de sumisión
cuando ofrecen una casa ó un empleo que nunca entregaran, y el miedo que hace
que se viva arrodillado sacrificando la
libertad y el derecho a elegir un futuro digno.
Los
venezolanos volveremos a vivir en una sola Venezuela, cuando decidamos luchar
por el respeto que merecemos, por rescatar el país que día a día perdemos,
cuando les demostremos a los proxenetas
extranjeros que nos viven, que
decidimos volver a vivir en libertad y
democracia.
La
situación que hoy nos aplasta no requiere de un líder, requiere que expresemos
la indignación que llevamos por dentro, la culpa de lo que hoy soportamos como
pueblo no es de una persona, es de quien cada día se mira en el espejo y espera
que otro haga lo que él debe hacer.
Cnel
(GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun
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