El próximo 31 de diciembre se
vence el plazo dado por la Ley Orgánica
del Trabajo, los Trabajadores y las
Trabajadoras, LOTTT, en su disposición transitoria cuarta, para que las organizaciones
sindicales del país adecuen sus estatutos a la
nueva normativa laboral. Se trata este de un imperativo que si bien no
establece sanción alguna de manera expresa,
ha dejado en el medio sindical un mal sabor de boca, muchas dudas sobre las
intenciones del gobierno con esta decisión de someter a una reforma obligatoria los estatutos de los
sindicatos actualmente establecidos y,
sobretodo, la sensación de que el futuro del movimiento sindical en
Venezuela está más amenazado que
nunca.
A quienes piensan así dentro del sector, no les faltan motivos para ello. Si bien, al principio de la década pasada, hubo un auge
aparente de los sindicatos debido a la aparición de organizaciones nuevas que incluían la palabra bolivariano, socialista,
o una combinación de ambas dentro del
texto de su denominación, lo cierto del caso es que no ha habido un
desarrollo cualitativo, real, del sindicalismo en nuestro país. Por el
contrario, así como crecieron en número, las nuevas
entidades sindicales se fueron
esfumando una tras otra, como
consecuencia de la inercia del propio sistema, que con el pasar del tiempo fue obstaculizando cada vez más su
funcionamiento, hasta el punto que las trabas administrativas por parte de los funcionarios encargados de
tramitar el papeleo, se convirtieron en
verdaderos escollos burocráticos a la hora de permitir la continuación de las
organizaciones que ya estaban operando,
así como las nuevas en fase de constitución. Es así como mediante
el mecanismo de las “observaciones caprichosas” y de las “subsanaciones insatisfechas”, los funcionarios del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y
la Seguridad Social en esta materia, y es que el pueblo lo puede todo cuando se
manipula a través de la palabra, incluso convertirse en un ministerio, paralizan
la continuidad de los sindicatos presentes
y la creación de los futuros, lo que explicaría por qué desde hace unos
dos años para acá, casi ningún sindicato nuevo presentado para su inscripción es autorizado.
Por esta razón hay quienes creen que esas “observaciones”, pudieran ser
también la piedra de tranca para impedir la renovación de todas las
organizaciones sindicales actuales, las que con esta obligada reforma
estatutaria se ponen a merced de la administración, corriendo el peligro de
desaparecer en su intento de adecuarse o
ajustarse a la nueva legislación
laboral.
Los motivos que subyacen en todo esto y que significarían la abolición
del sindicalismo como tal, con todo lo que ello significa, estarían en la necesidad
de fortalecer la cogestión y los anunciados
Consejos de Trabajadores, previstos en al LOTTT, para ser desarrollados
en una ley especial. Una estructura experimentada y ya superada en la vieja Europa, que en
nuestro país, tenía en la legislación laboral anterior a Chávez, una tenue forma de expresión con la figura de
la representación de los trabajadores en
las juntas directivas de las empresas
del Estado. Figura que nunca fue puesta en práctica por el régimen chavista y que de hecho desapareció en la
LOTTT.
Los sindicatos, las federaciones y confederaciones obreras son la
forma y expresión más representativa y
acabada de organización y lucha que pueden darse los trabajadores en una
sociedad democrática y que la historia del movimiento sindical en el mundo está ligada, a raíz de la revolución
industrial, a la defensa y
reivindicación de derechos individuales y sociales que hoy están recogidos en
la legislación laboral de los países y en los convenios internacionales que rigen la materia.
Para nadie es un secreto que el Estado es en
Venezuela el mayor empleador que existe y que la
contratación colectiva con el sector público ha prácticamente
desaparecido, no obstante las veladas y, algunas más abiertas, manifestaciones de oposición sindical al
gobierno. Siendo así, es fácil
comprender porque los sindicatos de los
trabajadores del estado son aún un
problema latente, sin resolver, y por
qué los sindicatos son una piedra en el zapato
del estado venezolano desde que
Chávez ganó las elecciones en 1998, no
obstante los muchos intentos por debilitar el régimen sindical
anterior y conformar uno nuevo, incluso creando artificialmente una confederación
bolivariana de trabajadores que contrastara con la CTV adeco-copeyana del sistema
bipartidista anterior.
Si bien el Art 95 de la
Constitución Bolivariana de Venezuela
prohíbe la intervención y disolución administrativa de
las organizaciones sindicales, ya que como ocurre con cualquier forma de
asociación civil solo pueden ser anuladas por vía judicial, el ultimátum dado
por la LOTTT, pone en alerta al movimiento sindical y gremial de todo el país,
a partir del 1 de enero del año entrante.
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