El gobierno de Maduro al igual que el gobierno de su
predecesor se ha caracterizado por hacer constante alusión al concepto de
soberanía. Nunca antes en nuestra historia se ha abusado más del uso de este
concepto que durante el régimen que ha gobernado al país durante los últimos 15
años.
En nombre de un modelo de soberanía defendido por
las instituciones del Estado, el cual se basa en una concepción absoluta de
este concepto, así como en el desconocimiento de tribunales y/o cualquier
entidad internacional por encima de la República, este esquema ha tenido
repercusiones económicas para Venezuela, pues en nombre de la denominada
“soberanía petrolera” el régimen ha alejado la inversión extranjera directa del
sector hidrocarburos, pues al proliferar la demandas ante tribunales
constituidos de conformidad con las Reglas del Centro Internacional de Arreglo
de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), el ex-presidente Chávez decidió
en fecha 24 de enero de 2012 denunciar el Convenio CIADI, esgrimiendo no sólo
soberanía sino también la supuesta falta de imparcialidad del organismo debido
a que respondería a intereses de los Estados Unidos y a designios del
capitalismo, por tratarse de una institución creada bajo el auspicio del Banco
Mundial, esto ha creado desconfianza y por ende ha alejado la inversión
extranjera, salvo los acuerdos que en condiciones desfavorables se han
negociado con China, país al que progresivamente se le han entregado muchas de
nuestras principales fuentes de riquezas, hipotecando el futuro de varias
generaciones de venezolanos.
Asimismo, el uso inapropiado del concepto de
soberanía ha tenido repercusiones en materia de derechos humanos, toda vez que el
entonces Presidente Hugo Chávez decidió, en fecha 10 de septiembre de 2012,
siguiendo recomendación del TSJ denunciar la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, lo cual habría decretado el abandono de Venezuela de dicha
convención a partir del 10 de septiembre del presente año, y como consecuencia
la aparente imposibilidad para la Corte IDH de ejercer su competencia
contenciosa contra el Estado venezolano. Consideramos que se trata de una
aparente imposibilidad, toda vez que estamos convencidos que el régimen no
cumplió con los requisitos de derecho interno al denunciar dicha convención, y
por otra parte, el acto unilateral de denuncia posee vicios de nulidad, sobre
estos vicios aún no se han pronunciado los órganos del Sistema Interamericano
de DDHH.
Resulta contradictorio que se juegue y manipule con el
concepto de soberanía en casos como los antes mencionados, pero a pesar que
somos soberanos, al igual que lo son cada uno de los Estados que conforman el
sistema internacional, hasta la fecha no se haya producido una reacción
adecuada y contundente por parte del Gobierno venezolano, dentro de los límites
del derecho internacional, con respecto a la decisión unilateral del Estado de
Guyana consistente en otorgar concesiones a compañías transnacionales para que
se aprovechen de recursos petrolíferos ubicados dentro de las áreas marinas y
submarinas venezolanas, lo cual no sólo viola el Acuerdo de Ginebra, sino que
además se constituiría en acto de aquiescencia del Estado venezolano, que en
caso que no ejerza su soberanía a la brevedad, terminará otorgando derechos a
Guyana sobre áreas que conforman el territorio venezolano.
Esto nos lleva a
recordar la famosa máxima que señala que la soberanía además de proclamarse
debe ejercerse de manera efectiva.
@jeisakuvargas
Juancarloseisaku@gmail.com
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