“Lenin tenía toda la razón, no existe medio más efectivo ni más sutil para destruir la base existente de la sociedad, que destruir la moneda. Por un proceso continuo de inflación los gobiernos pueden confiscar en secreto y sin que nadie se percate de ello, una parte importante de la riqueza de sus ciudadanos.
El proceso pone
en marcha todas las fuerzas económicas del lado de la destrucción, y lo hace de
tal forma que ni un hombre en un millón lo podrá diagnosticar” (J.M, Keynes,
1.919). “Muchos países sufren hoy los efectos de una inflación socialmente
devastadora, un paro anormalmente alto, una errónea utilización de los recursos
económicos y, en ciertos casos, la pérdida total de la libertad” (M. Friedman,
1.976). El Estado ha cumplido tradicionalmente el papel de regulador de la economía en procura de perfilar con éxito el
destino del país, hecho que en la actualidad está marcadamente afectado por un nuevo orden mundial caracterizado por
particularidades y reivindicaciones infraestatales que obliga a los Estados a
introducir profundas transformaciones (y reformas estructurales) en relación a
la manera de intervenir directamente en el área económica nacional en un
contexto de equilibrio entre el “Estado
mínimo” y el “Estado populista”
En tal escenario, la función económica del gasto público
ha de tener como finalidad incentivar la actividad económica y nunca “la destrucción de la base existente de la
sociedad” (Lenin) a lo cual puede llegarse bien por ignorancia o bien por
intenciones soterradas. En lo específico del caso venezolano, el gasto público ha elevado su participación en
relación al PIB desde un 29% en 1998
hasta un 44% en 2012 equivalente a unos Bs 472,1 millardos, estimándose que
para el 2013 se sitúe por encima de los Bs 750 millardos (sin incluir el efecto
electoral), siendo que lo ejecutado en los 8 meses que han transcurrido alcanzó
unos Bs 508 millardos para un promedio mensual 2013 de Bs 63,5 millardos; tal
accionar gubernamental ha propiciado un gran desequilibrio macro y
microeconómico, donde se destacan, entre otros, los temas de liquidez
monetaria, inflación, reservas internacionales y el mercado de divisas. Durante
el período 2000-2013 la liquidez
monetaria creció en más del 6.000% hasta ubicarse en unos Bs 913,2
millardos para agosto 2013, que bajo la forma de oferta monetaria se inyecta a la economía por intermedio de un gasto
público estimulador de la demanda interna ( más allá de la inversión), con
evidente efecto sobre la elevación de precios (inflación) y el
desabastecimiento ante el manifiesto desequilibrio con respecto a la oferta
doméstica de bienes y servicios, que al mismo tiempo impacta sobre un aumento de las importaciones
y el diferencial cambiario.
Las reservas internacionales muestran una
caída sostenida desde 2008 cuando se ubicaron en $ 43,1 millardos, disminuyendo
para diciembre 2012 hasta $ 29,8 millardos, en junio 2013 a $ 24,9 millardos,
en julio 2013 a $ 23,3 millardos (similar al 2007), en la 1ra. quincena de septiembre 2013 a $ 22,9 millardos (similar
a noviembre 2004) y en la 2da. quincena a $ 21,9 millardos; donde el 70% de dichas reservas está representada
por barras de oro (366 toneladas/12 millones de onzas), muy distante del promedio de América Latina que es de un 8%,
mientras que la parte liquida de las reservas operativas es de apenas unos $ 1,8 millardos que sólo cubre 1 mes de importaciones, con el
agravante que el respaldo de las
reservas con respecto al bolívar es de un 20% (1 dólar respalda 0,20 partes de
1 bolívar); e igualmente la cuenta liquidez monetaria/reservas internacionales
arroja un tipo de cambio implícito
superior a 35 Bs/$ (¡inminente devaluación!); situación que en mucho es
causada por la expansión del gasto
público respaldado con emisión de dinero inorgánico. De igual modo en Venezuela
la inflación acumulada 1999-mayo 2013 es
de un 1.800%, mientras que la inflación agosto 2013 se situó en 32,9% y la
anualizada (agosto 2012-agosto 2013) ya supera el 45,4%. En fin, la inflación secular como fenómeno social
de largo plazo está destruyendo nuestra
moneda, confiscando la riqueza, acabando con la libertad, demoliendo la
sociedad; todo ello en el marco de una
preocupante inseguridad.
Economista Jesús
Alexis González
@jagp611
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