Otorgar el premio Nobel en Economía a
E.F. Fama, L.P. Hansen y R. J. Shiller por sus análisis sobre precios de los
activos, desconoce los logros del Mandón y sus secuaces en 15 años de exitosos
esfuerzos por destruir nuestra economía. Los triunfos no son pocos: inflación,
900%; devaluación, 1.000 % a tasa oficial; deuda pública 4 veces mayor; esto y
más con un barril de petróleo que escaló de $10 a $103 desde 1999.
“Yo
odiaba la ciencia”. Quien así escribe (Alice Munro, premio Nobel en Literatura,
única mujer en la cosecha 2013), dedicó uno de sus mejores cuentos a Sofía
Kovalevskaya, la gran matemática rusa del siglo XIX, activista social, víctima
trágica del machismo, pionera en la defensa de la mujer profesional, a quien
tanto debemos las científicas de hoy. Munro, con este y otros relatos de aldeas
envueltas en conflictos morales y ambiciones, deviene en guía para penetrar en
nuestras ciudades, llevadas al caos por el régimen.
Ciudades anárquicas, opuestas a esa
ciudad bien gobernada que a juicio de J.E. Rothman, ganador del premio Nobel en
Fisiología junto con R.W. Schekman y T.C. Südhof, simboliza a las células del
organismo, dirigiendo tareas a través de un complejo sistema de vesículas que
transportan proteínas y hormonas a su sitio de acción, en el momento oportuno.
Conocer los detalles de ese proceso ha permitido crear o mejorar tratamientos
para múltiples dolencias.
El bosón de Higgs (bosón, no bolsón ni
bocón; Higgs, no Huggs) y los físicos P. Higgs y F. Englert configuran el más
previsible de los Nobel 2013, esta vez en Física. El bosón, esa partícula subatómica,
hace posible que haya masa en las partículas elementales, las moléculas, el
sol, los cuerpos como el suyo o el mío, todo el universo. Sin el bosón de
Higgs, no existiríamos. Pero el Mandón, bocón como es, cree que Huggs (no
Higgs) es la esencia de la materia y que sin él, nada existe.
M. Karplus, M. Levitt y A. Warshel, al
desarrollar la química computacional para entender y predecir procesos
químicos, merecieron el premio Nobel en Química. El positivo impacto de estos
avanzados métodos en el diseño eficaz y dinámico de nuevos fármacos y
materiales no ha llegado al Mandón, que porfía en el pasado precolombino,
alentando la expansión de conucos o la medicina primitiva.
La química acompaña el premio Nobel de
la Paz a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, de reciente
labor en Siria, luego de que por efecto del gas sarín murieran más de mil
civiles, que se suman a cien mil muertos por armas convencionales en dos años y
medio de guerra civil. Ironía la de Estados Unidos y Rusia terciando en el
asunto, estando ellos en deuda con el convenio de destruir sus propias armas
químicas antes de abril de 2012.
Otorgar el premio Nobel en Economía a
E.F. Fama, L.P. Hansen y R. J. Shiller por sus análisis sobre precios de los
activos, desconoce los logros del Mandón y sus secuaces en 15 años de exitosos
esfuerzos por destruir nuestra economía. Los triunfos no son pocos: inflación,
900%; devaluación, 1.000 % a tasa oficial; deuda pública 4 veces mayor; esto y
más con un barril de petróleo que escaló de $10 a $103 desde 1999.
¿No merecía el Mandón su Nobel en
Economía? ¡Claro que sí! Lástima que el imperio, en su bajeza, haya conspirado
para impedirlo.
gioconda.sanblas@gmail.com
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