Esta frase es demasiado débil
para plantear nuestra tragedia. En verdad, deberíamos decir: Venezuela, sumisa
ante Cuba.
No es fácil de explicar el fenómeno histórico que vive nuestro país.
Se puede, quizás entender si recordamos el enfrentamiento entre la naciente
democracia venezolana y el régimen castrista. Ese enfrentamiento se resume en
el choque de dos fuertes personalidades: Rómulo Betancourt y Fidel Castro Las
consecuencias, dolorosas para Venezuela: los partidos de izquierda radical
tomaron el camino de la insurrección armada apoyados por el régimen castrista.
Su objetivo: controlar el petróleo venezolano. Su respaldo: armamento y
entrenamiento militar. En conclusión, Cuba invadió Venezuela para ser derrotada militarmente
después de grandes sacrificios.
De manera sorprendente, la
guerra no concluyó en la década de los sesenta. Fidel Castro mantuvo su
objetico de controlar a Venezuela y a su petróleo. Se aprovechó de la debilidad
de los partidos políticos para influir ideológicamente en nuestra juventud en
los liceos y universidades. Logró también penetrar los institutos militares y
las Fuerzas Armadas. Su mejor expresión fue Hugo Chávez. El golpe militar
fracasó en pocas horas, pero los errores políticos de 1998 le permitieron
alcanzar el poder. A partir de ese momento, controló totalmente el poder del
Estado venezolano para ponerlo al servicio de la Revolución Cubana, con la
finalidad de tratar de salvarla. En ese esfuerzo, lo único que logró fue
también destruir a Venezuela.
El proyecto de Hugo Chávez,
inspirado por Fidel Castro, era de una eficiencia implacable: controlar las
instituciones políticas y los medios de comunicación, destruir la burguesía
nacional, penetrar PDVSA y la Fuerza Armada. El error fundamental, confundir la
idiosincrasia venezolana con la cubana, sin considerar nuestra manera de ser,
la tradición democrática, el origen electoral del régimen y los hábitos de
consumo. Hugo Chávez, en cierta forma, logró superar estos obstáculos
utilizando su carisma, los altos precios petroleros y su total falta de
escrúpulos, pero fracasó en su ambición de controlar totalmente nuestra
sociedad. Nunca lo logró. Durante estos
catorce años, amplios sectores sociales han mantenido una permanente
oposición al régimen chavista, con éxitos indiscutibles.
El predominio cubano se ha
manifestando de distintas maneras. No me refiero a la inaceptable permanencia
de sus nacionales en nuestras instituciones fundamentales, sino al control
absoluto que tienen los Castro de nuestros objetivos nacionales. Las
consecuencias están a la vista. Un buen ejemplo fue la escogencia de Nicolás
Maduro como heredero de Hugo Chávez. Su personalidad no tiene ni la fortaleza
necesaria ni los méritos requeridos. Para colmo, ahora ha surgido el
señalamiento público de que su nacionalidad es colombiana. Pasan los días, y su
negativa a presentar la documentación requerida compromete, aun más, la
legitimidad de su gobierno. Es muy difícil que los Castro no conocieran de este
problema. Privó su compromiso con la Revolución Cubana.
Analicemos ahora la inmensa
crisis económica que enfrenta Venezuela. No soy un especialista en el tema,
pero su origen no es difícil de
determinar: sostener equivocadas políticas económicas durante catorce años. Sus consecuencias más graves: creciente
endeudamiento nacional, quiebra de PDVSA, destrucción del aparato productivo
nacional, escasez crónica de divisas e indetenible inflación. Una de las tantas
razones que ha conducido a Venezuela al colapso: sostener la factibilidad de la
economía cubana mediante el subsidio petrolero para evitar una crisis política
que hubiera comprometido la estabilidad del gobierno castrista. Un segundo
motivo, el surgimiento indetenible de la corrupción en los crecientes y
desordenados gastos de la administración pública.
Nuestra política exterior ha
perdido su tradicional independencia al ser orientada a satisfacer, en estos
últimos años, los intereses del Foro de Sao Paulo. Veamos dos ejemplos: el
rumor existente de una posible firma de un acuerdo entre Venezuela y Colombia
para explotar conjuntamente yacimientos petroleros en el golfo de Venezuela,
sólo puede entenderse si se trata de favorecer al gobierno de Juan Manuel
Santos para limitar las posibilidades políticas de Álvaro Uribe. Las recientes
declaraciones de Nicolás Maduro, durante su viaje a Guyana, que comprometen las
posibilidades de lograr una solución práctica de la controversia como lo
establece el Acuerdo de Ginebra, sólo pueden explicarse si se acepta que
nuestra política en el Caribe está supeditada a los intereses cubanos.
Caracas, 29 de septiembre de
2013.
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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