Para quienes hemos crecido en la llamada “era digital” es difícil
imaginarnos la vida sin los medios de comunicación. Todos, en mayor o menor
medida creamos una fuerte dependencia a la radio que escuchamos, al programa de
televisión que vemos, al periódico que leemos o a nuestro propio celular. La
política también tiene un antes y después de los medios, la forma de hacer
política cambió radicalmente con la aparición de la televisión, momento desde
el cual se adoptó una imagen y un lenguaje amoldado a la comunicación de masas.
Pero la política no tiene como fecha de inicio el nacimiento de la
televisión, estamos hablando de una práctica que precede a los medios, tan
antigua como los orígenes de la civilización. Para que tengan una idea, la
política existe antes que surgiera el Estado como lo conocemos hoy. Sin duda las
variaciones con el pasado son evidentes, pero el hecho que no haya medios no
significa el fin de la política, significa la renovación de las formas, quizás
volviendo a sus raíces, el ejercicio de contacto directo, la política de la
plaza, de la asamblea, del boca a boca.
Ese es el escenario planteado actualmente en Venezuela para los
sectores democráticos, hacer política sin medios enfrentando a un gobierno que
tiene el monopolio de los mismos. No podemos mentirnos, es una clara
desventaja, pero no necesariamente debe entenderse como debilidad. Aún en las
sociedades más cerradas siempre quedan rendijas por donde expresarse, sobre
todo porque hay canales de comunicación que escapan al control del gobierno,
como el internet. Un campo donde también llega la censura, pero es como un rio
crecido que intentan detener con una barrera de piedras, siempre el agua
encontrará grietas por donde colarse.
Venezuela hoy no es la antigua Grecia, pero gran parte de la lucha
que debemos asumir en los próximos meses es la organización, esa política desde
las asambleas, plazas y casa por casa. Un trabajo que no le corresponde a un
solo hombre, sino que debe partir desde el núcleo familiar, de lo micro a lo
macro hasta que el mensaje llegue. El mensaje no tiene que ser solo político
electoral, sino que refleje las necesidades, problemas y demandas de la
comunidad. Una gran red donde sea posible relacionarse hasta encontrar
soluciones ciudadanas a nuestros padecimientos.
Sabemos que es difícil para quienes aspiran a cargos de elección
popular por la unidad que sus ideas se difundan, pero no es imposible, dinero y
pantalla no son sinónimo de triunfo si no se tiene estrategia y el gobierno hace
mucho la perdió. Nosotros podemos ser ejemplo en el mundo de un pueblo que
aunque le intentaron cerrar la boca, habló más duro y cambió.
Ellos comprarán más medios, será cada vez más difícil para la
oposición contar con espacios en la radio, la televisión y páginas webs. Pero
tengan claro que no hay plata que pueda contra las ganas de un pueblo de
transformar su realidad. De eso no tenemos dudas, vamos a visitar a aquellos
que piensan que la dirigencia anda desaparecida sin saber que los medios los
desaparecieron. Que la realidad contraste con la ficción, que la pantalla
choque con lo que dice nuestro entorno. Un medio no vale de nada si ha perdido
su credibilidad, vayamos nosotros a conquistar al pueblo y que ellos sigan en
los estudios de televisión. Hagamos política sin miedo, por la calle del medio,
aunque no tengamos medios, hagamos Política.
Brian Fincheltub
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