Cada tres minutos queda embarazada una
adolescente en Venezuela, cifra que crece ante la indiferencia del régimen
decadente y el silencio de la mayoría de los venezolanos, quienes vemos crecer
el drama del embarazo precoz sin levantar la voz.
De las 850 mil mujeres
embarazadas en el país el último año, 195 mil son adolescentes, según reciente
trabajo periodístico de Vanessa Rayo. ¿Seguimos callados ante esta tragedia
nacional, o nos revelamos y actuamos?
En diferentes partes del mundo se ha
agarrado el toro por los cachos, gobierno y sociedad civil han actuado en
conjunto, para poner freno a ese problema, mientras que aquí el Ejecutivo
Nacional no ha dado un solo paso en positivo, con efectos sensibles. Países
vecinos como Colombia están dando una dura batalla contra el embarazo precoz, y
el resultado es palpable. Por el contrario, en Venezuela disminuyen
considerablemente los centros de atención sexual y reproductiva, ahogados por
el centralismo del gobierno que quiere acabar con los esfuerzos privados. Hace
apenas ocho años, en 2005, setenta de esos centros atendían a niñas y jóvenes
venezolanas para su educación sexual y reproductiva, hoy quedan apenas
veintitrés, cuarenta y siete desaparecieron.
Un reciente estudio en escuelas de
Petare arroja una información lacerante: numerosos niños de ambos sexos se
inician en la actividad sexual a los 10 años. La mayoría de ellos respondieron,
al ser inquiridos, que la relación es con compañeros o según el caso,
compañeras del salón de clases. Tal hecho no excluye relaciones con
mayores. Se presentan casos de niñas de
11 años embarazada por adultos. ¿Esto puede continuar sucediendo sin que haya
una reacción de la sociedad como un todo? Por supuesto que el gobierno debe
jugar un rol importante, pero el desafío de frenar el embarazo de niñas tiene
que ser tarea de todos, de la familia, de los maestros y líderes sociales, de
las iglesias y, por supuesto, del Estado.
Quienes estudian esta tragedia
nacional, mencionan distintas razones para su existencia, entre las que destaca
la falta de un proyecto de vida. Los niños deben tener idea de hacia dónde
quieren ir, qué desean ser en el corto, mediano y largo plazo. No es de
extrañar que niñas sin visión de futuro, que no encuentran hacia dónde dirigir
sus pasos, puedan ver la maternidad como algo deseable a su corta edad.
La
escasez de oportunidades educativas y laborales es también causa de embarazos tempranos. Tener una insuficiente y mala educación
sexual, acompañada de la crisis de valores que padecemos, muestra el drama
venezolano.
La
conclusión de lo antes dicho pareciera caerse de maduro: tenemos que reaccionar
como sociedad. Es relativamente fácil frenar el crecimiento del embarazo precoz
con un esfuerzo mancomunado. Una niña embarazada cada tres minutos es una
locura, es señal de degradación y enfermedad social, ante la cual deben
encenderse las alarmas. Que el gobierno indolente haga su parte, y que cada uno
de nosotros haga la suya. Es hora de actuar.
E-Mail: pacianopadron@gmail.com.
Twitter: @padronpaciano.
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