El difunto hablaba de una revolución, que no
paso de un discurso. 14 largos años repitiendo mentiras, creyendo convertirlas
en verdades.
Un crimen contra un pueblo que fue
manipulado, engañado, traicionado. Al que le vendieron un proyecto de país, que
nunca tuvieron la intención de construir.
Se instalaron en el Ejecutivo con un engaño
nacionalista, el tiempo necesario para que la pandilla que los rodeaba se
apoderara del ingreso nacional, de las instituciones, del Poder Legislativo y
Judicial, así acabaron con la separación de poderes.
En el ínterin entregaron la soberanía del
país a los hermanos Castro, quienes siempre añoraron apoderarse de nuestra
riqueza petrolera para financiar su supervivencia. Ellos fungieron como
gendarmes, que les garantizaban los mecanismos de espionaje y control que
necesitaban para perpetuarse.
Con su consejo fueron desmontando la
industria, el comercio, con excepción de los que se plegaron al juego pautado
por ellos. Se ensañaron con gran parte de los medios de comunicación,
terminando con la televisión libre en Venezuela.
Armaron milicias y delincuentes afectos a su
causa. Convirtieron a PDVSA en un portamonedas, que repartía dadivas nacionales
y extranjeras.
Cercaron los Alcaldes y Gobernadores de la
oposición, revirtiendo los logros de la descentralización. Violando la
Constitución al crear estructuras superpuestas a los funcionarios electos y
despojándolos de cualquier tipo de recursos. Condenando y castigando a las
respectivas comunidades.
Se dedicaron a construir una sociedad que
dependía completamente de las importaciones, para someterla a través del
control de divisas.
Hasta que todo el sistema, así como el
cántaro que va a la fuente, terminó por romperse. Hoy Maduro cosecha lo sembrado,
su impopularidad es proporcional a la realidad que construyeron.
La inseguridad que priva a los venezolanos de
circular en la ciudad, con más muertos que en Siria, país sometido a una guerra
civil. La inflación rondando el 50%, también superando al mismo país del medio
oriente, que se encuentra bajo los ataques químicos del genocida Bachar
el-Assad, ilustre defendido del régimen venezolano.
Un país con escases de alimentos, medicinas,
repuestos, debido a la falta de dólares que ya PDVSA no percibe.
Y como todo es importado, ya que hoy en día
no producimos nada, consecuencia de la intención política del gobierno de
destruir los comerciantes e industrias privadas, a fin de tener a todo el mundo
sometido y dependiente.
Con problemas de suministro eléctrico, con
hospitales sin recursos, con sus empresas básicas arruinadas por la corrupción
gubernamental.
Con sus cárceles dirigidas por pranes, con
refinerías que explotan por falta de mantenimiento e inversión. En fin un país
que se desborona a la vista de todos.
Esto sin hablar de lo que se ve poco y no se
denuncia lo suficiente, la crisis de la educación y de la Universidad, ya que
la revolución no puede permitir la libre expresión del pensamiento.
El robo, expropiación y confiscación de la
propiedad privada, con ella se van las inversiones y las fuentes de trabajo,
pero eso no preocupa a nadie en el poder, ya bien dijeron que necesitaban más
pobres, para seguir contando con sus votos.
El gobierno configuró un país sin rumbo, que
no cuenta con planes de desarrollo. La ineficiencia paraliza los servicios, los
puertos y las líneas aéreas, que en el estado que están, los aviones logran
aterrizar a salvo, con oraciones.
Cada vez que se produce un desastre producto
de la desidia, salen los cínicos a cuidarse las espaldas culpando a la
oposición, a intervenciones extranjeras o a la fauna silvestre, aparentemente
todos más poderosos que los organismos de prevención del gobierno.
Son muchos los desastres cometidos por este
régimen, el ultimo ha sido dejarnos sin protección de los organismos
internacionales en materia de derechos humanaos. Normal para los gobiernos con
vocación autoritaria, quienes necesitan poder violar los derechos de los
ciudadanos sin tener que rendir cuentas por ello.
Ya brincaron los defensores de sus puestos,
la defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, el vicepresidente Jorge Arreaza, la
viceministra de Relaciones Exteriores Verónica Guerrero, pretendiendo
justificar que los venezolanos estamos mejor sin protección internacional.
Probablemente el mayor crimen cometido por el
régimen, es haber dividido a los venezolanos, con un discurso de odio y de
venganza que implantó en el alma de muchos.
Un sentimiento bien administrado, para evitar
a toda costa, la posibilidad de trabajar unidos en la construcción del país,
todo se planteó como entre bandos enemigos, dentro de una lucha fratricida que
le era fácil ganarla al que contaba con las armas.
Hoy en día todos estamos convencidos de la
necesidad de salir de esta situación, que es necesario una transición en la que
confluyan sectores diferentes, pero con un mínimo de proyecto común, retomar el
camino democrático que permita la inclusión política y social de todos.
Salir de esta espiral de destrucción es un
objetivo impostergable, antes que sea demasiado tarde, cuando todavía podemos
recoger los pedazos del país que una vez fuimos. Salir de este pozo oscuro
signado por la mayor corrupción que ha conocido Venezuela, para recuperar una
economía destruida, comprometida con Cuba, China y Rusia.
Necesitamos que vuelva a brillar una luz, que
represente las leyes, la democracia y la libertad. Para que exista una justicia
que exija responsabilidades, para que no se repitan casos como el de Brito,
Simonovis o Afiuni.
Lo que ha sucedido es una tragedia, se detuvo
un país en proceso, se trata de que perdimos una gran oportunidad para realizar
una verdadera transformación.
Existía un germen nacional que buscaba
cambiar de dirección, el venezolano había comenzado a mirar en otra dirección,
buscaba otras alternativas a la política tradicional, aspiraba un relevo.
El experimento se convirtió en un
apocalipsis, que arraso la nación y comprometió su futuro, lo que hoy en día
sucede tiene muchos responsables. Pero sobretodo él que dirigió el proceso de
desmantelamiento del Estado Democrático, para dejarnos en manos de un gobierno
extranjero con unas marionetas manejadas por el ventrílocuo de la Habana.
No son más que una banda ilegitima, traidora
al pensamiento libertario de Bolívar, enquistada en el control del poder, para
su beneficio personal.
nelsoncastellano@hotmail.com
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