Dice
la parábola que un día el sapo estaba en una sartén a fuego bajo, realmente muy
bajo, y era casi imposible darse cuenta que
debajo del teflón de esa sartén lo estaban cocinando. Poco a poco fue
aumentando la temperatura: se cocinó. Quizá confió en que cuando la temperatura
subiera, el se hubiese dado cuenta, y en ese momento habría hecho algo. Pero no
pudo, y terminó cocinado. Se quedó pensando en el hipotético "que hubiese
sucedido si...".
Probablemente
ese sea el relato que ejemplifique con mayor precisión la situación del país
actualmente. Nos acostumbramos a tantas arbitrariedades, abusos, desmanes,
atropellos, burlas, insultos, histeria, fraudes, resentimientos, que hoy nos
parece normal; lo asumimos como parte de nuestra cultura, e incluso hasta
inferimos que estos son eventos que suceden con regularidad y sensatez en
cualquier otra parte del mundo. Pensamos que algo peor puede suceder, y en esa
"espera", hemos perdido la capacidad de asombro.
Asumimos
como algo usual que se vaya la luz en 18 estados; que fallezcan veinte mil
personas al año por causa de la delincuencia; que seamos uno de los países más
corruptos del mundo; a no tener instituciones independientes; nos acostumbramos
a los "Chávez", "maduros", "cabellos",
"antoninis". Nos acostumbramos, y como el sapo en la sartén,
pensábamos que cuando eso sucediera nos daríamos cuenta, y en ese momento
reaccionaríamos como el bravo pueblo de libertadores y caciques aguerridos... y
hoy también nos preguntamos el hipotético "que hubiese sucedido
si...".
La
parábola del sapo en la sartén nos ofrece un mensaje aleccionador en la
Venezuela actual: es el grave error del ciudadano que se acostumbra a la
ineptitud, la corrupción, la demagogia, el personalismo, la dádiva; del
ciudadano que no protesta, que no se queja. Ese ciudadano que cuando quiso
reaccionar, ya era muy tarde porque tenía un Estado profundamente enquistado en
muchos de sus vicios y profundamente represivo.
Esa
parábola también nos ofrece la posibilidad de analizarnos en perspectiva
histórica, y hurgar en esos errores que nos han llevado a este atolladero; entender que la despersonalización del poder
político, apostar definitivamente por la descentralización, creer
fervorosamente en la institucionalidad e independencia de los poderes públicos,
son los próximos pasos que debemos tomar para que Venezuela no vuelva a esto
que somos actualmente.
Afortunadamente,
sí creo que esto está cambiando. Yo creo en mi generación y en esos jóvenes que están formándose, asumiendo roles
en comunidades, creyendo y manteniendo la fe.
Acostumbrados
a lo abrupto y a lo repentino, probablemente no entendamos que los grandes
cambios suceden con sigilo y paulatinamente.
La
parábola del sapo en la sartén: una oportunidad para pensarnos como
venezolanos.
Jaime.merrick@gmail.com
@jaimemerrick
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.