Decidido a abandonar aquél lugar que decía
ser su casa, pero que no sentía como tal, abrió la puerta. Era muy de
madrugada, pero en medio del dolor de la partida no podía ver la claridad del
nuevo día, sino toda la oscuridad de la destrucción de su familia. Al salir por
última vez de su hogar, multitud de recuerdos vinieron a su mente. Recuerdos
que no había recordado cuando se convenció que debía marcharse, porque su familia se había desintegrado, pero que
ahora al abrir quizá por última vez aquella puerta, se mostraron como recientes,
como si dicha puerta hubiese retenido y le transmitiese los hermosos vividos
con sus seres queridos, esa puerta que era la barrera entre la paz y
tranquilidad que sentía tras ella, y el resto de vivencias ocurridas tras
cruzarla.
Si bien se detuvo un instante ante aquella
puerta que había quedado entreabierta, estos últimos pensamientos pusieron más
peso en el lado de la balanza que le precipitaba a marcharse. Empujó la puerta
y la cerró, sin haber cruzado el umbral. Lo que había intentado no era
desaparecer de aquél lugar, sino huir. Huir de su vida. Huir de sí mismo. Algo
imposible fuese donde fuese.
Regresó a la habitación, volvió a su cama y
se durmió soñando en compartir con otros su dolor y en buscar ayuda… Con la
claridad del alba vio llegar luz del día
que comenzaba a derrotar la oscuridad de la noche y recordó el mensaje del hijo
del carpintero de Nazareth:
«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe, quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre».
Al despertar el nuevo día, en una gris y fría
mañana, sonrió por primera vez en mucho tiempo y decidió partir a tocar las
puertas del Centro de Orientación Familiar, con la humildad de quien busca
ayuda para resolver sus dificultades.
El Centro de Orientación Familiar abrió sus
puertas la luminosa mañana del miércoles catorce de Septiembre del año dos mil
once, en consecuencia está cumpliendo dos años como un ininterrumpido servicio
de los laicos católicos para fortalecer al matrimonio y a la familia.
Estamos conscientes de que la familia es el principal círculo social que una persona
puede tener y todo cuanto se haga por fomentar la convivencia familiar
permitirá lograr un sano desarrollo
emocional y cognitivo en las personas
El Centro de Orientación Familiar fundamenta
sus acciones en la atención personaliza. Es un espacio para la escucha
respetuosa a fin de brindar
asesoramiento a las personas y al grupo familiar, buscando un efecto
corrector sobre las disfunciones detectadas. Con estas acciones se busca
«Educar para prevenir y reeducar para rescatar».
El Centro de Orientación Familiar se nutre de
un equipo multidisciplinar de profesionales donde se incluyen orientadores
familiares, educadores, psicólogos, orientadores de jóvenes, psiquiatras, médicos
de familia, orientadores espirituales,
trabajadores sociales y psicopedagogos
entre otros, responsables de atender a
toda familia que lo necesite, independientemente de su situación económica,
social o religiosa…
El Centro orienta todas sus actividades en el
propósito de atender a las personas mediante un Área Preventiva y de Acción
Formativa dirigida a la educación masiva
de las personas a través de Coloquios, Conversatorios y Conferencias; simultáneamente con un Área
Terapéutica.
Luego de dos años de generosos servicios a
las parejas, los matrimonios y los hijos ratificamos nuestra convicción de que ¡Al final… la
familia es lo
primero!
felipeguerrero11@gmail.com
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