BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

viernes, 6 de septiembre de 2013

ALONSO MOLEIRO, VENDER PETRÓLEO PARA FINANCIAR CHATARRA


Cuando toque reseñar en perspectiva lo acaecido durante el penoso período histórico en curso en Venezuela, podríamos referirnos con toda tranquilidad a “la era en la cual toda empresa estatizada quedaba destruida”.  Por muy acentuada que sean las pasiones en la política, pocos podrán sentirse injuriados con las implicaciones de la afirmación.

Helicóptero ruso cae en destrozado
La transferencia de activos y sociedades mercantiles a la administración estatal no se hizo de forma alocada o improvisada, contrariamente a lo que pudiera pensarse. Conforme obtenía las victorias políticas que le abrían el campo a la toma de decisiones, Miraflores hizo una cuidadosa selección de los sectores de la economía que consideraba “estratégicos”. El plan ha sido adelantado con notable astucia, haciendo honor a un rasgo que signó las decisiones de Hugo Chávez en vida, y que hablaba bien de sus habilidades como político: saber esperar el momento para hacer las cosas.

Lo ocurrido en las empresas de Guayana, por ejemplo, merece un comentario particular. El holding de la CVG ha sido y es un conglomerado estatal de empresas. El gobierno bolivariano, sin embargo, y Hugo Chávez en particular, hizo desde 2004 un esfuerzo especial para convertirlas, también, en el espacio para desarrollar nuevas relaciones de producción. Carlos Lanz, primero, y una retahíla de gerentes lanzados desde un paracaídas, a continuación, se apersonaron en las riberas del Orinoco y el Caroní para presentarle a las graderías las flamantes conclusiones de sus estudios del marxismo. Fue mucho el dinero que se gastó para formar cuadros, discutir fundamentos teóricos y ahondar en el criterio de la nueva sociedad. 

En algún momento del año 2006, este servidor pudo presenciar como en un programa de Venezolana de Televisión Aristóbulo Istúriz defendía apasionadamente la política de control obrero y rebatía con fervor a su ex compañero de causa, Andrés Velásquez, cuando éste denunciaba que, con harta frecuencia, los mandos gerenciales de CVG eran electos en tumultuosas asambleas donde oradores “pescueceaban” discursos obreristas mientras eran ovacionados de forma indiscriminada. La crisis energética de 2010 terminó por sepultar el otrora poderoso entramado industrial del sur del país.

En incontables ocasiones se ha afirmado que hace unas cuantas décadas la gerencia pública desechó, por impracticable, toda la jerigonza marxista que Lanz, Jaua, Giordani y el resto de sus lunáticos compañeros continúan considerando infalible. El botón de la muestra tiene una coordenada particularmente descriptiva: Rusia, unos de los aliados fundamentales del chavismo. Nación que ha hoy en día cuenta con poderosas corporaciones en materia gasífera, petrolera y de armamentos, expresadas en sociedades mercantiles con organigramas de inspiración tradicional que hoy apalancan, a diferencia de lo sucedido en los años soviéticos, un emergente y muy bien fundamentado poderío industrial. Cada cuanto se aparecen por acá, a financiar los nuevos disparates ideológicos del chavismo y acumular sus acreencias, seguros de tener un aliado incondicional en la región.

Pero es que, además, a cualquier militante chavista le tiene que decir suficiente que, al menos en lo tocante al trazo que se expresa en consignas y objetivos, el oficialismo  “acepte” la existencia de la empresa privada. La acepta, no tanto porque la admire: lo hace porque la necesita.

Con sus múltiples incompletitudes y falencias, aún acusando los rigores globales del momento actual, el capitalismo encontró una forma expedita y particularmente eficiente para producir riquezas y desarrollar a las sociedades. Todavía más: aunque suene herético, podemos afirmar que algunas sociedades capitalistas han logrado unos niveles de desarrollo no vistos por la humanidad nunca jamás.  Podemos quejarnos e indignarnos, con sobradas razones, en torno a lo que se hace y decide en los entornos financieros; exigirle a las grandes fortunas del mundo un compromiso algo menos hipócrita en materia de responsabilidad ambiental y combate a la pobreza. Podemos, también, reclamar la presencia decidida del estado en el proceso económico, defender la esfera pública en la toma de decisiones, como garante de la voluntad general, de la protección del débil jurídico y de la pertinencia misma de la política como concepto civilizador.

Lo que nadie puede negar, porque el rasgo lo pudo avizorar, incluso, el propio Carlos Marx en sus escritos, es que durante el tránsito del siglo XX, en el momento del apogeo capitalista, la humanidad ha podido desarrollarse a una velocidad superior a la registrada en los diecinueve siglos anteriores. Los satélites, los buscadores de Google, los sanitarios, el agua caliente, los Gps, las redes sociales, la tecnología aeronáutica, los avances en medicina y ciencia: ninguno de esos elementos se gestaron solos, organizando carteleras participativas en sociedades comunales. Son producto de un fenomenal despliegue de fuerzas productivas, la creatividad y la innovación que ha hecho posible que los seres humanos de hoy vivan más tiempo, estén mejor alimentados y mucho mejor informados que en cualquier otro momento de la historia.

En Venezuela, de momento, seguimos parados en el mismo lugar. Hace poco, en un cándido esfuerzo para intentar tapar el sol con un dedo, el ministro de Industrias, Ricardo Menéndez declaraba ante El Correo del Orinoco que en el pasado, los “intereses imperialistas” impedían el desarrollo aguas debajo de los productos siderúrgicos nacionales, todo bajo el supuesto de que esta sería una realidad inminente en el socialismo.

Un socialismo que lo único que ha hecho es vender petróleo para financiarse proyectos productivos inviables, que en sí mismos constituyen una chatarra conceptual. Mientras se denuncia el hambre especulativa de las empresas trasnacionales y se prefigura la llegada del hombre nuevo, se acude a algunas corporaciones gigantescas, en Brasil o en Rusia. Pero no para rectificar, sino para endeudarse y repetir nuevamente la misma calamitosa operación.

Alonso Moleiro ‏
@amoleiro

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.