Para
que los demócratas no contribuyan a su propia destrucción, sobre el interés
personal tiene que privar el interés de la nación: rescatar la libertad.
Durante
el establecimiento del comunismo, entre otros, los camaradas destruyen las
instituciones que les restan poder. En este objetivo usan distintos métodos y
son tan malévolos y talentosos que logran que aquellos a destruir colaboren en
su propia destrucción, mediante la explotación de sus propias debilidades.
En
la destrucción de la fe, en Rusia, como explica Richard Wurmbrand, pastor
evangélico luterano, en “Testimonios de la persecución en Rumania”, 1945-1964,
“los comunistas dieron mucha libertad a los protestantes, con la intención de
destruir la iglesia ortodoxa. Cuando habían destruido la iglesia ortodoxa,
empezaron a destruir las iglesias protestantes”.
En
la destrucción de los partidos políticos y en la reconstrucción de la historia
en Cubazuela los comunistas reforzaron su línea táctica cuando tomaron el poder
en 1999, para ello escogieron un partido de oposición “joven” que le ayudara a
mantener la idea, posicionada por ellos y otros, de que los 40 años fueron
corrupción pura, que nada sirvió. Había que acabar con los partidos políticos
tradicionales y con el referente histórico de lo que fue la democracia y sus
grandes logros, para lo cual este partido “joven”, regional, era perfecto pues
su fin era crecer a nivel nacional y para ello debía quitarle espacio a los
partidos tradicionales.
Logrado
el objetivo, el régimen bajo el ardid de la lucha contra la corrupción, inició
la destrucción de este partido “joven”, los desprestigia y enjuicia.
En
los regímenes comunistas puede parecer que es posible pescar en río revuelto,
pero todo lo que le reste o le dispute el poder al régimen o se le resista es y
será neutralizado.
Otro
aspecto a considerar, es que la administración de la injusticia toma un giro,
en esta etapa aparecen los juicios populares disfrazados de tribunas
anticorrupción -consejos legislativos, consejos comunales y voceros del poder
popular rojos- y la figura de los jueces y fiscales “sin rostros”, esta última
garantizaría a los verdugos impunidad para que actúen con la crueldad que el
caso amerite sin estar expuestos ni siquiera al desprecio público, como lo
están hoy los que enjuician, torturan y condenan a muerte a los presos de
conciencia como Simonovis, a quien la fiscalía, mediante la retención del
informe médico, obstaculiza la 5ta solicitud de medida humanitaria.
En
Cubazuela mientras los intereses personales priven sobre el interés de la
nación el régimen seguirá dividiendo y usando a todo aquel en oposición para
destruirles estén o no organizados.
Sólo aquéllos que entiendan que están presos en las calles asumirán la responsabilidad individual de organizarse para el rescate de su libertad perdida. Es tiempo de oración, sacrificio y solidaridad.
Simonovis
somos todos.
Elinor
Montes
@Elinormontes
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