El gasto de Venezuela en importaciones ha
subido en los últimos años a medida que pasa a depender más de alimentos y
bienes del exterior.
Campos de arroz como este, en Arkansas,
exportan sus cosechas a Venezuela.
Una finca de arroz en Portuguesa, Venezuela
Arkansas,
Estados Unidos
Steve Orlicek, un agricultor de arroz en esta
ciudad, está viviendo el sueño americano. Es dueño de una empresa exitosa y se
va de vacaciones a las Bahamas.
Su buena fortuna proviene de muchas fuentes,
pero una de ellas no deja de sorprender: Orlicek es uno de los beneficiarios de
las políticas económicas socialistas de Hugo Chávez, el fallecido presidente
venezolano que criticaba lo que consideraba el “imperialismo” estadounidense.
Es paradójico que las políticas de la
revolución socialista de Chávez acabaran convirtiéndose en una fuente de
ganancias para los sistemas capitalistas que condenó.Durante sus 14 años en el
poder, nacionalizó grandes fincas agrícolas, redistribuyó tierras y controló
los precios de los alimentos como parte de su estrategia para ayudar a los
pobres.
Pero estas políticas hicieron que Venezuela
pasara de ser un exportador neto a un importador de arroz, procedente de
agricultores como Orlicek.
No se trata sólo del arroz. La producción de
acero, azúcar y muchos otros bienes ha caído en Venezuela, causando escasez en
algunos momentos. Hasta hace poco, Venezuela era en gran parte autosuficiente
en carne y café. Ahora, importa ambos productos.
En el primer semestre de este año, Estados
Unidos exportó US$94 millones en arroz a Venezuela, un aumento interanual de
62%, convirtiendo al país sudamericano en el cuarto mayor mercado de arroz para
EE.UU., según el Departamento de Agricultura.
En total, las importaciones venezolanas se
han cuadriplicado desde que Chávez asumió el poder, desde unos US$14.500
millones en 2000 a US$59.300 millones en 2012, según cifras del gobierno
venezolano y economistas de Barclays PLC. Las exportaciones a Venezuela de
EE.UU. sumaron US$12.000 millones en 2011, un alza de 16% frente al año
anterior, según las cifras más recientes del gobierno de EE.UU.
Entre los ganadores figuran la empresa
estadounidense de aluminio Alcoa Inc., la minera anglo-suiza Glencore Xstrata
PLC y firmas brasileñas como la constructora Odebrecht SA. En mayo, las
autoridades venezolanas anunciaron que importarían 50 millones de rollos de
papel higiénico. El proveedor fue la estadounidense Kimberly-Clark.
“Chávez dijo que estaba en contra de los
capitalistas y de los grandes oligarcas”, comentó Moisés Naím, del centro de
estudios Carnegie Endowment for International Peace, en Washington. “Pero dejó
al país más supeditado que nunca a las compañías extranjeras”.
Los seguidores de Chávez dicen que su
enérgico populismo ayudó a los pobres y combatió el hambre y la pobreza al
proporcionar subsidios para alimentos, vivienda y centros de salud. Pero los
prospectos laborales y salarios han caído. Un reciente informe del Banco
Mundial dice que 30% de las personas que eran originalmente consideradas “no
pobres” en Venezuela cayeron en la pobreza entre 1992 y 2006. En la mayoría de
los otros países de América Latina, la clase media creció durante ese período.
La dependencia de Venezuela de las
importaciones será un importante dolor de cabeza para el presidente Nicolás
Maduro, el sucesor de Chávez. La billetera de su gobierno está llegando a su
límite. El déficit presupuestario del país alcanzó 12% del Producto Interno Bruto
el año pasado, según analistas, superando el de economías atribuladas de la
zona euro como Grecia y España. En julio, la inflación ascendió a una tasa
anual de 42,6%.
Maduro, al igual que Chávez, culpa a las
empresas privadas de la escasez, acusándolas de acaparar alimentos y así librar
una “guerra económica” contra su gobierno, una denuncia que las pocas compañías
privadas que siguen operando allí han negado.
A pesar de su postura, Maduro ha tomado
medidas para incrementar el acceso de los importadores a dólares, lo que podría
ayudar a los agricultores a obtener suministros en el exterior. En mayo, en una
acción muy simbólica, el presidente se reunió con el dirigente de la mayor
empresa privada de alimentos de Venezuela para colaborar en asuntos alimentarios.
El petróleo, la única exportación fuerte con
la que cuenta Venezuela, representa alrededor de la mitad de los ingresos del
gobierno. Si el petróleo cayera a US$90 por barril durante un año, frente al
precio actual de US$105, el gobierno tendría que recortar las importaciones,
apuntó David Rees, un especialista de mercados emergentes en Capital Economics,
en Londres. “Eso tendría repercusiones terribles para todo, pero especialmente
los alimentos”, señaló.
Las autoridades venezolanas defienden las prácticas
del país. Un funcionario del Ministerio de Agricultura dirigió las preguntas a
una entrevista grabada con Henry Silva, presidente de la Corporación Venezolana
de Alimentos. Silva dijo que las políticas de Chávez proporcionaron los medios
de producción a la gente que funcionan para satisfacer las necesidades de la
población.
Además de la agricultura, el sector
manufacturero también se ha debilitado desde 2006, cuando Venezuela indicó que
seguiría un modelo de desarrollo endógeno, o autosuficiente, que rechaza la
generación de ganancias y en su lugar se concentra en cooperativas.
Venezuela
importa cada vez más de EE.UU.
El gobierno se apoderó de grandes porciones
de las industrias clave, incluyendo las del acero y el cemento. “Hemos perdido
nuestra soberanía nacional en el acero, el aluminio y la bauxita. Es una
vergüenza”, dijo Damian Prat, autor de Guayana: El milagro al revés, un libro
sobre la industria venezolana.
Esa pérdida ha beneficiado a otros. Las
exportaciones de Brasil han saltado a US$5.100 millones en 2012, comparado con
US$800 millones hace 10 años, según la Asociación de Comercio Exterior de
Brasil. José Augusto de Castro, el presidente de la asociación, dijo que ahora
tienen muy poca competencia dentro de Venezuela.
Gracias a las fuertes exportaciones y los
precios en alza, Orlicek, el arrocero, trabaja sus cultivos con tecnología de
punta.
Sus modernos tractores cuestan unos
US$230.000 cada uno y llevan sistemas de GPS de US$15.000. Orlicek reconoce que
se ha beneficiado de las medidas socialistas
de Venezuela. Pero siente empatía por los
agricultores del país. Chávez realmente hundió la agricultura venezolana, dijo.
“Me gustaría ver cómo se recupera, y estoy
seguro que los agricultores de allí también”.
Uno de ellos es Eloy Álvarez, nacido en
España. Álvarez llegó a Venezuela en los años 40. Compró tierra barata, y él y
su esposa la cultivaron por 60 años.
A principios de los años 2000,la granja llegó
a producir un máximo de siete toneladas de arroz anuales. Pero en años
recientes, la suerte de Álvarez cambió. El
gobierno determinó los precios del arroz y
otros productos. Con los precios fijos pero la inflación en alza, fue más
difícil costear maquinaria. Los controles a las
importaciones dificultaban la compra de
repuestos.
La nacionalización de 2010 de la empresa
principal de suministros para granjas de Venezuela agravó los problemas. Pero,
a pesar de las dificultades, muchos agricultores como él siguen trabajando. Si
no lo hacen, su tierra inactiva corre peligro de ser expropiada por el Estado.
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Las exportaciones han caído de tal manera en Venezuela que en Mérida donde vivo y trabajo desde 1997 existe una aduana activa desde el 2002 por la que hasta la fecha de hoy solamente ha salido una exportación en el 2008 de una empresa beneficiada por una casi desaparecida Zona Libre Cultural Científica y Tecnológica
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