La
vida del ser humano es una constante búsqueda. Incansablemente nos esforzamos
por conseguir aquello que valoramos como bueno, positivo o placentero. No
importa cuáles sean los conceptos que sustenten nuestra búsqueda, siempre
estamos tratando de lograr algo más, de llegar a una nueva meta, de adquirir
algo material o conquistar un área intelectual.
Dependiendo de los individuos y
sus valores nadie escapa a este sentir interior de ir por más; aun los más
holgazanes buscan su comodidad y, los más deshonestos andan buscando atajos
para conseguir lo que quieren.
En
nuestra búsqueda irrenunciable por mostrarle a nuestros hijos el camino a Dios,
por convertir nuestras propias vidas en ejemplo, nos encontramos cada día en la
búsqueda de la integridad. Una palabra poco usada, poco entendida en nuestros
días; sin embargo, desde nuestra visión, un tesoro escondido, una clave para
alcanzar la dignidad en todos los ámbitos de la sociedad.
La
palabra integridad viene del latín integritas , vocablo que refiere la idea de
entero, completo e intacto; así como, la idea del verbo latino tangere , que
refiere pureza, el no haber sido alcanzado por el mal. Además, al indagar en el
origen de esta palabra en las Sagradas Escrituras encontramos que es usado el
vocablo hebreo tom cuyo significado abarca la idea de estar completo; además,
abarca el concepto de rectitud e inocencia.
El
ser humano fue hecho a la imagen y semejanza de Dios. Por esta razón, para
comprender la profundidad de lo que representa la integridad debemos volver los
ojos a nuestro Creador. Debemos buscar en el fundamento cristiano de nuestro
origen. Porque precisamente allí, en ese diseño divino fuimos completos,
intactos, puros, íntegros. Hoy, vivimos en mundo caído, alejado de Dios y de Su
propósito para el ser humano. Nuestra integridad se ha quebrantado, la pureza
de nuestras almas ha sido alcanzada por la maldad que impera por doquier. El
único camino para encontrarla, para asumirla, para vivirla es volvernos a Dios.
De
tal manera que, el primer paso hacia una vida de integridad lo constituye el
primer paso que demos para acercarnos a Dios. Esa conversación pendiente que
hemos pospuesto tantas veces; ese venir ante Él despojándonos de nuestra
soberbia; ese estrechar la mano de un Amigo que hemos olvidado por largo
tiempo. Él es la fuente de integridad, al acercarnos a Él nuestras vidas van
siendo transformadas a ese diseño original donde fuimos intactos en la
semejanza de Dios.
Después
de este primer paso, la integridad vendrá pero no como un resultado mágico.
Pues la integridad es un proceso de vida que comienza con la decisión y el
compromiso de construir nuestro carácter de acuerdo a los principios de Dios. A
medida que nuestra relación de amistad con Él se vaya profundizando iremos
recogiendo las piezas rotas, la fuerza del amor de Dios las irá pegando,
transformándonos en seres humanos a la semejanza de Dios.
Aunque
algunos tratarán de vejarme, como en otras oportunidades, por expresar
abiertamente mis convicciones, lo hago y lo seguiré haciendo mientras viva
porque valoro con cada célula de mi ser a los hijos que Dios me dio y, en
ellos, valoro a cada joven venezolano que sueña con vivir en una patria
íntegra. Imposible de alcanzar a través de cualquier otro camino que no sea el
camino de Dios.
"Jesús
le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por
Mí".
Juan
14:6
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@RosaliaMorosB
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