El reclamo contra la ilegitimidad de
origen del ilegalmente proclamado por el CNE como Presidente de la República no
debe morir, ni se puede dejar silenciar por los avatares de la cotidianidad.
Los regímenes dictatoriales y centralistas callan frente la disidencia, no
responden oportunamente, distraen la opinión pública y estimulan el
fallecimiento de las iniciativas de las alternativas democráticas, haciéndolas
olvidar con nuevos sucesos y exigencias.
Es hora de sostener y alentar los recursos
en la instancia jurisdiccional, calentar la calle y tomar los escenarios
internacionales; que se escuche en Venezuela y el mundo el airado rechazo de la
proclamación de quien no ganó con votos, sino por la nefasta decisión del CNE,
expresión de la fuerza de todo el poder público a favor del fraude.
Me cuento entre quienes hemos
criticado en el pasado al Centro Carter por ciego y mudo, por no ver y escuchar
durante años los abusos, transgresiones y triquiñuelas del régimen, por más que
este Centro se ha hecho presente en las elecciones en Venezuela como observador
invitado por el CNE. De tal calibre han sido las tropelías del gobierno con el
acatamiento de rodillas del CNE, que el ciego vio y el mudo habló. Bienvenido
el Informe Preliminar del Centro Carter sobre las elecciones del pasado 14 de
abril por el cual -y por primera vez- el mismo destapa la olla de la
podredumbre electoral en Venezuela y hace exigencias de rectificaciones y
cambios.
En el Informe aludido, el Centro
Carter hace nueve recomendaciones precisas al CNE, luego de expresar
observaciones sobre transgresiones de normas de la legislación venezolana,
entre otras: denuncia que no hubo equidad en la campaña, ni igual trato para
los candidatos; precisa el ventajismo de quien indebidamente hizo campaña desde
la silla presidencial, disponiendo de los recursos del Estado; señala el uso
abusivo de los medios de comunicación social del Estado y el atropello de
numerosas y extensas cadenas de radio y televisión; pone de relieve la acción
de los funcionarios públicos que hacen campaña, aunque la ley lo prohíbe;
condena la no garantía del acceso de testigos de partidos, candidatos y
observadores debidamente acreditados por el CNE, a las diferentes instancias
del proceso”. Solicita se audite y
depure el registro electoral y se excluyan las personas fallecidas.
De
otro lado, Capriles y la MUD temen que el TSJ haga uso de la auditoría chimba
del CNE para desechar las siete impugnaciones y demandas de nulidad formalmente
consignadas, por lo que recusan a todos los magistrados de la Sala
Constitucional por compromiso formal con el proceso marxista leninista en
marcha.
La
lucha por la justicia electoral y por el desconocimiento formal del ilegítimo,
no debe llevar a la alternativa democrática a la conclusión de no participar en
las elecciones municipales, eso sería una insensatez. ¿Qué tal si nos abstenemos el 8 de diciembre
en las elecciones municipales, y el equipo de Maduro obtiene millones de votos
frente a pocos votos de la oposición? Estaríamos legitimando al ilegítimo ¿Qué
ganaríamos con que, por ejemplo, fueran militantes del PSUV los alcaldes de
Petare, Chacao, El Hatillo, Baruta o Maracaibo?
La
protesta contra la ilegitimidad de Maduro y los atropellos electorales debe ser
una lucha activa, lo contrario favorecería al régimen.
Basta preguntarnos, ¿qué quiere y le favorece al PSUV, que no nos presentemos en las municipales, como lo hicimos en las parlamentarias de 2005, o que aun con este CNE le demos la pelea y le ganemos la mayoría de los municipios, como hoy lo indican las encuestas?
El reclamo debe ser activo.
Que la protesta no muera.
Paciano
Padrón
Twitter:
@padronpaciano
E-Mail:
pacianopadron@gmail.com
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