Volvemos a estar a las puertas de otra
devaluación de nuestra moneda. Volvemos a ser testigos del desastre económico
de este ensayo de socialismo de SXXI. Hay varias razones para depreciar la
moneda [disminuir su valor con respecto a otras monedas], todas orientadas a
corregir los desequilibrios macroeconómicos, generalmente productos de malas
políticas económicas.
En el caso de Venezuela, a julio2013, las
razones son evidentes. El gobierno anda deficitario en sus cuentas, en
consecuencia necesitas dinero para equilibrarlas. ¿Más impuestos? Cada vez hay menos empresas y
con menos ganancias. ¿Dinero inorgánico? Pasaríamos a una hiperinflación.
¿Exportar más petróleo? Por falta de previsión no se puede aumentar la
extracción y los “amigos” no pagan. Considerando que el gobierno, en la
práctica monopoliza el ingreso de divisas, monopoliza también la venta y aquí
se cierra el círculo. Al venderlas más caras obtiene más bolívares “fuertes”.
Si bien es cierto que con más bolívares el
gobierno puede enfrentar el déficit fiscal, y que también disminuye la
necesidad de endeudamiento interno, y que también puede mantener los gastos
sociales, y que también puede abonar a los contratistas locales y contratarle
nuevas obras, pero también afrontará los gastos de una campaña de importancia
vital para las elecciones de Alcaldes y Concejales. Ahora, ¿cuáles son las
consecuencias a corto plazo?
Una cosa positiva que puede traer una devaluación,
es el abaratamiento de las exportaciones, pero en nuestro país, en una
proporción avasallante, las efectúa el estado, por tanto esto beneficia en muy
poco al sector privado, que incluso cada vez le cuestas más producir, no sólo
por acoso político, sino por los inconvenientes en conseguir dólares para la
importación de materia prima. Lo que traerá de la mano esta depreciación del
bolívar es una indetenible inflación, ya que se encarecerá más aún el
componente importado de los bienes, que se trasladará ineludiblemente a los
precios que pagará el consumidor, que en gran mayoría posee ingresos fijos,
mermando notoriamente el nivel de vida. Ni que hablar de la escasez, de las
medicinas, de los repuestos. Por otra parte, como consecuencia de un remanente del
“correr la arruga” la moneda seguirá sobrevaluada respecto al dólar, por tanto
se seguirá subsidiando los productos
importados trayendo muchos de los bienes que pudieran producirse aquí, no sólo
creando empleo en el exterior, sino que al desplazarse la producción nacional,
necesariamente se seguirá importando para satisfacer la demanda local. O sea,
se importa porque no hay producción nacional, a su vez, la importación hace que
no se produzca localmente. Un horrible círculo vicioso. A todas éstas, ¿tenemos
patria?
rdasilva2005@gmail.com
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