Cuando se anunció la venta de Globovisión,
confieso que se agolparon en mi mente muchos años de trabajo, de angustias, de
realizaciones y de esperanzas. Pero, con franqueza, no me tomó por sorpresa.
Para todos los que allí hemos compartido dichas y sinsabores no podía ser un
“tubazo” el cambio de manos del canal, sencillamente porque eso estaba
decretado desde el momento en que este gobierno nos declaró “objetivo
revolucionario”. Y eso ocurrió hace unos cuantos años para desembocar en lo que
hoy se ha hecho realidad. No haberse paseado por esa posibilidad es, más que
una irresponsabilidad, una insensatez.
Una cosa es salir de un canal por
conveniencia y otra dejar una empresa porque se hace imposible de operar. Una
cosa es cuidar hasta el final lo que desde siempre ha sido, un proyecto asumido
como responsabilidad civil, de patria, y otra acceder a una “digna quiebra”.
Cuando se alzaron voces, como la de Correa en Ecuador, que pretendían convertir
a los medios en una actividad ajena al lucro para anexarla a los negocios y la
hegemonía de Estado, ecos muy autorizados se dejaron escuchar, en los más
reconocidos escenarios, para reivindicar el sentido y misión de la labor
comunicacional - actividad propia de la iniciativa privada- como una garantía
de su servicio independiente a la sociedad, al margen del gobernante de turno.
¡O corres o te encaramas! |
En Venezuela, bajo este régimen y a estas
alturas, sólo existen tres alternativas: plegarse o desaparecer. Plegarse
siempre fue impensable para Globovisión. Significaba claudicar nuestra línea
editorial y eso nunca fue una opción. Ello supuso soportar una seguidilla
interminable de averiguaciones administrativas, procesos judiciales, multas
impagables, acoso ininterrumpido, hostilidad sostenida verbal y física, además
de persecuciones desde el poder sin principio ni fin. Los sobrevenidos
detractores de Guillermo Zuloaga, encubiertos o manifiestos, no habrían
soportado una semana de los años que él resistió. Aparte de todo esto, teníamos
un dead-line con el vencimiento de la concesión, así como un dardo en el
corazón: la exclusión de la parrilla digital. Quedaba sentarse cómodamente ante
un televisor a esperar el apagón analógico. Guillermo Zuloaga no iba a hacer eso
ni tiene nadie derecho a pedírselo.
El obligado exilio del Presidente de
Globovisión nos colocaba en desventaja. A nadie se le puede pedir que gerencie
una empresa de 500 empleados, hostigada desde todos los flancos, a distancia.
No obstante lo intentó y se hizo por un tiempo tan largo como la incertidumbre
que gravitaba sobre el canal. Aún, colocó en riesgo el cierre de la negociación
el exigir cumplir con la pasada campaña electoral hasta el final. Su hijo
Carlos Alberto hizo un dedicado trabajo, pero se enfrentaba a un dictamen
perverso: los Zuloaga debían dejar el canal, so pena de enterrarlo con ellos.
Era el momento de pensar, como capitanes de
empresa, sobre dejarla naufragar o ejecutar una maniobra de salvamento y
mantener los empleos y la empresa a flote. Hoy, la ventana sigue abierta. ¿Por
cuánto tiempo? El tiempo dirá. Así es en autoritarismo, por si alguno duda
del estatus político en este país.
Guillermo Zuloaga estuvo en la presidencia de
Globovisión por casi dos décadas. Durante ese tiempo es mucha la causa que se
defendió, mucha la gente que se cobijó bajo ese paraguas solidario, mucha la
iniciativa que floreció a la sombra de ese amparo, mucho el empresario, el
político y el ciudadano que encontró asidero en una pantalla que se diferenciaba
claramente de aquellos pasquines cautivos que alumbraban otros focos.
Guillermo Zuloaga nunca vaciló a la hora de
hacer frente a las arremetidas del poder que pretendían silenciar las voces
independientes. Llevó adelante esa lucha dentro y fuera del país. Jamás dudó
cuando tuvo que dar la cara
representando a “la ventana que quedaba”…ni por un instante se quebró en las
coyunturas en que otros flaqueaban porque no tenían músculo para responder o no
veían conveniente asomar la nariz. Siempre tendió la mano a todo el que sentía
que otras se le escondían. En cuanto a nosotros, quienes con él compartimos
labores, ninguno puede decir que fue limitado, mediatizado o disminuido en sus
posibilidades por una discrepancia, una vacilación o una duda a la hora de responder.
Antes por el contario, de él solo recibimos estímulo y oportunidades.
Me resulta imposible no salir en su defensa
ante tanto detractor desconsiderado, ante tanto acusador palurdo, ante tanto
sepulcro blanqueado con pretensiones de inquisidor trasnochado, ante tanto
francotirador con bala de salva. Ante tanto oportunista de baja calaña. Ante
tanto desagradecido.
Guillermo Zuloaga mantuvo una empresa que por
casi dos décadas logró cambiar el mapa comunicacional del país. Globovisión fue
el primer canal que hizo de la noticia la protagonista de las 24 horas del
venezolano. El canal que cambió la percepción que teníamos de nuestra
cotidianidad. La pantalla que nos convirtió en protagonistas y “hacedores” del
día a día que nos tocaba vivir. Guillermo Zuloaga, aunque no gustaba de los primeros planos, estaba
detrás de cada acometida, de cada éxito y asumía cada traspié con el mismo
coraje y la misma reciedumbre con que hizo frente al momento final…porque todo
tiene un final. Y el final llegó cuando ya no se podía más. Ignorarlo es negar
que existen límites y que esos límites están establecidos cuando las
condiciones de posibilidad se extinguen, bien sea porque se agotan los
escenarios o no se cuenta con apoyos. Los niveles de incomprensión que se han puesto
de manifiesto nos sitúan en la disyuntiva de considerar si, después de todo, no
debió haber tomado antes esa decisión. Cada quien tendrá, en su conciencia, al
cabo de 18 años, algo que reconocer a la Globovisión de Guillermo Zuloaga.
Globovisión no será más la misma. No es
realista pretenderlo. Si proclamamos y respetamos la propiedad privada, es
preciso asumir que hoy Globovisión tiene nuevos dueños. Gente que adquirió un
canal y llegó con sus propias ideas y su propio proyecto, para bien o para mal.
Pero mientras allí permanezcan compañeros que por años compartimos el mismo
sueño, me será vedado arremeter contra ese canal. No es legítimo, no es ético,
no es consecuente. No es cabal.
Pretender calificar lo que Zuloaga obtuvo por
la venta del canal es atribuirle al dinero una dimensión ética. El dinero no es
bueno ni malo. Es dinero. Todo depende de si quien lo toma lo merece o no.
Guillermo Zuloaga merece una retribución
por la inversión que hizo en el canal, por el riesgo que tomó y por las dos
décadas durante las cuales resistió. Fue mucho el empleo que generó y mucho el que se benefició directa o
indirectamente de esa inversión. A nadie le pidió y a nadie reclamó. Antes
bien, resarció a quien tuvo que hacerlo. Sospecho que más bien perdió. Por lo
que hubo de apuntalar en las malas rachas en relación a lo que finalmente
recibió. Ignoro detalles, pero sus trabajadores están en sus puestos y segura
estoy de que no debe nada a nadie. En un país con historial de gente que se va
“con la cabulla en la pata”, pocos derechos y gallardos como Guillermo Zuloaga.
En verdad me espeluzna leer y escuchar a quienes se rasgan las vestiduras porque
Zuloaga tomó una decisión gerencial en el momento en que consideró debía
tomarla. O a quienes tienen la osadía de cuestionar la personalísima decisión
de irse o permanecer en el canal. Unos, desmelenados, salen al público sin
meditar, esmoñados y presurosos a usar la tinta roja. Otros, zigzagueantes y sibilinos, murmuran en pasillos lo que no se
atreven a decir públicamente, quizá porque por allá, en el fondo de su
conciencia, se saben profundamente injustos. Pero, ciertamente, todos víctima
de esta especie de extrañamiento, de desarraigo que se adueña las conciencias
en un país que se nos ha hecho ajeno, que impide ser solidarios con el que
resiste hasta que ya no le es posible…sin siquiera tener la cortesía de
reconocer lo que hizo hasta cuando pudo. Hasta los efectivos de los más
despiadados ejércitos cargan al lomo con el compañero que cae a su lado y le
aseguran digno descanso. En esta Venezuela revolucionaria vivimos como con el
alma abollada y la involución, la desproporción, ha conseguido que ignoremos la
circunstancia de cada quien y lo
lancemos al escarnio público de la manera más cruel -como proyectando propias
tragedias- hasta ser indiferentes al drama personal del que sale del juego. Por
eso hacemos más difícil ganarlo.
La dictadura es la misma para todos. Si hay
quienes hacen negocios con el gobierno y se han enriquecido hasta lo
inimaginable; si hay quienes sucumbieron
sin pelear; si hay quienes tuvieron que dejar el país; si hay quienes
subsisten pasando bajo la mesa; si hay quienes no acercan sus dólares esperando
tiempos mejores; si hay quienes persisten
sin molestar al gobierno…¿por qué no juzgar con alguna benevolencia a
quien no rindió jamás su línea editorial? Como empresario no podía resignarse a
una “digna quiebra”….¿o ese es el modelo que el régimen impone y vamos a
seguir?
Declaro mi inalterable admiración, respeto y
amistad por Guillermo Zuloaga. Sé que muchos de mis compañeros comparten este
sentimiento porque valoramos lo que hizo y comprendemos lo que tuvo que hacer.
Hay mucho extremista vociferando que palidece ante el historial cuajado de
realizaciones y también de agresiones contra Guillermo Zuloaga. Mientras unos
acumulaban ganancias, habidas de un día para otro, Zuloaga luchaba por mantener
al aire un canal que señaló caminos en este país, sin un céntimo del gobierno.
El día en que botemos el lastre de tanto barril de mezquindad, de seguro
encontraremos caminos para el diálogo franco, respetuoso y hasta fraterno.
Igualmente, me resulta difícil digerir cómo
es posible que Leopoldo Castillo haya sido, hasta antier, un ancla digno de la
más elevada consideración y, por aceptar fungir de vaso comunicante entre los
nuevos dueños y los trabajadores del canal amanezca, de un día para otro, como
blanco de los mayores improperios. Me alarma la desconsideración de que es
objeto. Leopoldo ha sido y es una referencia indiscutible dentro y fuera del
canal. Se lo ha ganado a fuerza de trabajo y de consecuencia. Su decisión es
tan autónoma y respetable como aquella de quienes han resuelto separarse del
canal. Su opción es legítima y le asiste todo el derecho. Tomarla y asumirla
con valentía, en medio de obvias incomodidades, no lo convierte en un ser a
quien hay que hostilizar. Leopoldo es el mismo como lo es Zuloaga. Mismo discurso, misma actitud, mismo
programa, mismo equipo y mismo compromiso.
Encuentro obsceno enfilarle las baterías.
En lo personal, estoy clara en que, si la tan
pregonada necesidad de preservar espacios de acción en puestos políticos es
procedente, mucho más lo es en posiciones emblemáticas para el cuido de la
libertad de expresión, esa que vela y protege la vigencia de las otras
libertades. Si somos coherente, eso aplica. Por eso, si algo puede
desentonarme, es tan solo el escándalo y la estridencia. En este caso,
califican como ruido molesto.
Finalmente, como soy creyente, estoy
persuadida de que Dios hará justicia. Sé que el Señor de la Historia colocará a
cada quien en su puesto. Y si algo agradezco, es que Él ha tenido a bien
disuadir a quienes podrían haber intentado la inútil empresa de unir mi voz al
coro de desatinos, e inspirar mi
entendimiento para no callar lo que debo decir y aportar mi respaldo a quienes
lo merecen. A fin de cuentas, uno de los grandes problemas de este país y una
de las peores herencias de este rebulicio, de esta bronca permanente que llaman
“revolución” es la desfachatada mediocridad de hacer “mutis por el foro” por
falso escrúpulo o cobardía de la más barata.
mackyar@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
Sra periodista Maky Arena, valiente mujet como solemos ser las. Venezolanas , la felicito por todas y cada una de sus palabras,eso me alienta a seguir luchando por mi pais, mil veces muchas gracias
ResponderEliminarFelicitaciones a Macky Arenas por su publicación SOBRE GLOBOVISIÓN.
ResponderEliminarEl haber mantenido la empresa durante muchos años en aguas turbulentas es labor encomiable y así lo destaca Macky Arenas.
Toda empresa necesita producir, sea una industria, comercio o servicios, para ello hay que trabajar sin descanso y gerenciarla muy bien.
El hecho de que El Ciudadano siga PRESENTE en su puesto es para su público la garantía de que su ventana está abierta y para los trabajadores que conservan su trabajo.
La Globovisión de siempre cuenta con el respaldo de ese gran roble en el que se ha convertido Leopoldo Castillo. Los robles son firmes.
El buque GLOBOVISIÓN es de roble y un día llegará a puerto de aguas tranquilas, lo importante es que se mantenga a flote con su tripulación.
Ante una ola de multas que obligan a desembolsos inmensos no puede ser fácil mantener el timón ni el barco a flote. Quebrar es cerrar.
Felicitaciones a Macky Arenas por su publicación SOBRE GLOBOVISIÓN. Su artículo me llevó a preparar los siguientes tweets, ya envié varios.
ResponderEliminarEl haber mantenido la empresa durante muchos años en aguas turbulentas es labor encomiable y así lo destaca Macky Arenas.
Toda empresa necesita producir, sea una industria, comercio o servicios, para ello hay que trabajar sin descanso y gerenciarla muy bien.
El hecho de que El Ciudadano siga PRESENTE en su puesto es para su público la garantía de que su ventana está abierta y para los trabajadores que conservan su trabajo.
La Globovisión de siempre cuenta con el respaldo de ese gran roble en el que se ha convertido Leopoldo Castillo. Los robles son firmes.
El buque GLOBOVISIÓN es de roble y un día llegará a puerto de aguas tranquilas, lo importante es que se mantenga a flote con su tripulación.
Ante una ola de multas que obligan a desembolsos inmensos no puede ser fácil mantener el timón ni el barco a flote. Quebrar es cerrar.
mccapriles@gmail.com
Soy Cubana, y vivo en los EEUU. Asidua televidente de GloboVision. Amo a Venezsuela, por muchas razones. Estoy de acuerdo con su articulo. Es increible que un canal, sin anunciantes, pueda mantenerse a flote. De Leopoldo Castillo solo puedo decir que confio en el, quizas piense que 1/8 de canal es mejor que ZERO. Debe ser muy dificil para el... y se le nota en su rostro. Veo con tristeza los acontencimientos en mi amada Vnzla
ResponderEliminarSoy cubana, y televidente de Globovision desde mucho tiempo atras. Me duelo lo que le pasa a mi amada Veneuela. Admiro el valor que tuvieron a mantener un canal a flote sin anunciantes, con tanta persecucion. Admiro al Sr. Castillo, pienso que el sigue alli, para al menos tener 1/8 de espacio... mejor que NADA. Es una posicion dificil, y se le nota en la cara. Que Dios lo proteja y le de fuerza.
ResponderEliminar