Mientras la comunidad universitaria exigía, él como si no le importara lo que pasaba...
Perez Jjimenez Y Fernandez Moran |
Pero, lejos de mejorar, la situación empeoró. Aumentó la cifra de miembros de la comunidad universitaria detenidos y perseguidos por su manera de pensar. Incluso el ministro optaba en algunos casos por desviar la mirada y llamar a la calma, mientras la academia venezolana era engullida en la discrecionalidad del régimen, la criminalización de la protesta y la barbarie de la violencia.
Mientras la comunidad universitaria exigía, el ministro, indolente, como si no le importara lo que pasaba en el país, reprochaba a los estudiantes que no acudían a sus centros de enseñanza y decía que existía un discurso político que tenía que ser dejado de lado. Pero esa actitud, que juega entre lo cínico y lo indiferente, no tiene cabida en una Venezuela que sufre los embates de la crueldad política, las sombras del fraude electoral a través del ventajismo y el miedo y la persecución a los partidos políticos de oposición. Incluso, el interior de las universidades debe experimentar el bochornoso espectáculo de la violencia.
Finalmente, la cruel dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jiménez llegó a su fin el 23 de enero de 1958. Pocos días duró la experiencia de Humberto Fernández Morán como ministro de Educación al haber asumido el cargo el 13 de enero.
El del sabio zuliano es un ejemplo de que las credenciales y el ejercicio académico no surten ningún efecto cuando el gobierno en el que ejercen su función no escucha y sólo trata de imponerse a través de la fuerza y la represión, dejando como balance una gestión insolente, al servicio de las dictaduras y los personalismos.
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