COMUNICADO
DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE JUVENTUD
Y PASTORAL
UNIVERSITARIA
“Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán hijos de Dios” (Mt 5,9)
Los
Obispos de la Comisión Episcopal de Juventud y Pastoral Universitaria hacemos
de su conocimiento a todos los hombres y mujeres de buena voluntad,
especialmente a los que han hecho y hacen vida hoy en nuestras universidades
venezolanas, el siguiente comunicado:
La
Universidad venezolana a lo largo de su historia ha sido un baluarte para el
desarrollo humano y social del país. Hoy esta institución pide ser escuchada
por el Estado, el Gobierno Nacional y la Sociedad entera debido a la situación
de conflictividad creada por el marcado deterioro de las condiciones laborales
de su personal, así como los precarios beneficios estudiantiles; el inadecuado
funcionamiento de las instalaciones, la escasez y falta de recursos necesarios
para ofrecer una educación Ode excelencia y una investigación acorde a las
exigencias actuales. Estas realidades afectan en sus condiciones de vida a los
profesionales de la educación universitaria, a los estudiantes y a los
trabajadores de nuestras instituciones universitarias, poniendo en grave riesgo
el futuro de la universidad, lugar por excelencia de formación y generación de
conocimientos para el bien de toda la sociedad.
Esta
conflictividad ha mostrado diversos rostros: la exigencia del reconocimiento
gremial universitario por parte de las autoridades nacionales para un diálogo
en equidad de condiciones y la necesidad de escuchar al mundo estudiantil en
sus peticiones para una formación profesional de calidad. La falta de
entendimiento y de diálogo han llevado a asumir posturas de desencuentro, cuyas
acciones han ido desde protestas en lugares públicos hasta la radicalidad de la
huelga de hambre de un considerable número de estudiantes y algunos docentes.
Lamentablemente, algunos estudiantes han escogido espacios no propicios para
estas acciones, los extraterritoriales dados por un reconocimiento
internacional de un Estado, como ha sucedido en la Nunciatura Apostólica, que,
aunque se siente preocupada por el conflicto, no está directamente involucrada
en él.
Lamentamos
las acciones de algunos grupos violentos que quieren paralizar las
reivindicaciones de docentes y estudiantes universitarios. Rechazamos la
destrucción de bienes patrimoniales universitarios, las agresiones a
estudiantes y el uso de armas de fuego en recintos universitarios que agravan
más la tensión que se vive actualmente. La violencia no favorece ni al gobierno
nacional ni a la universidad. Exigimos a los organismos de seguridad que
cumplan su misión en el resguardo de la paz y la convivencia pacífica.
“Como
ciudadanos venezolanos y pastores de la Iglesia”…reiteramos nuestro vivo
llamado a (…) que nos reconozcamos unos a otros como conciudadanos en igualdad
de derechos, y recuperemos la capacidad de diálogo y encuentro, superando lo
que nos divide” (CEV. 14-04-2013). Es urgente abrir espacios donde se dé un
diálogo sincero y real para la solución inmediata de los conflictos planteados.
Expresamos nuestra voluntad de colaborar en el establecimiento de esos canales
de diálogo.
Estamos
convencidos que es importante que en el diálogo prevalezca la conciencia del
momento histórico que está viviendo el país, y el reconocimiento y aceptación
de la pluralidad y autonomía de pensamiento –característica genuina de las
universidades -, para que haya un decidido compromiso del Estado, del Gobierno
Nacional y de la Sociedad Civil con la educación, deponiendo intereses parciales
y pensando en el daño gravísimo que se le hace a toda la sociedad si no se
revierte positivamente este conflicto universitario. Es necesario, por tanto,
que el diálogo sea incluyente y que reconozca todos los sectores involucrados
en el conflicto.
Hacemos
un llamado al pueblo venezolano, al Gobierno Nacional y a las instituciones
universitarias, a trabajar juntos en la consolidación de una universidad a la
altura de las exigencias de nuestro país y del mundo actual, asumiendo la
pluralidad de propuestas y los valores éticos, respetando su talante
democrático y autónomo, su rica diversidad de pensamiento y su inalienable
compromiso con el bien común, considerando su gran aporte para la solución de
los problemas de los excluidos y desfavorecidos.
Pedimos
a nuestra Patrona, la Virgen de Coromoto, que nos siga acompañando a todos y en
especial a aquellos que, por vocación, consagran su vida a la universidad.
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