A lo largo del infinito proceso político que
nos agobia, he mantenido una actitud
participacionista y democrática. Es decir que he insistido constantemente en la
utilización del voto como herramienta de cambio y he enfrentado a los
interneteros y políticos radicales defensores del tránsito por calles ciegas
como el 350, la desobediencia civil y otras simplezas.
Pero resulta que ahora que Chávez ha muerto,
que la oposición es mayoría demostrada y que el gobierno está empantanado en
una marisma de ineficacia, corrupción y radicalismos gorilezcos, surge el tema
del ENCUENTRO entre los dos toletes de país y del EQUILIBRIO comunicacional que
colabore con esa nueva unidad nacional.
Yo entiendo que la situación política es
delicada, que un país polarizado al extremo como el nuestro puede abrir paso a
violencias incontrolables que adverso. También he combatido los desvaríos
guerreristas.
Por ello encuentro comprensible la necesidad
de que los dirigentes democráticos dialoguen con los del oficialismo, por lo
menos para mantener un mínimo de sensatez en el discurso, para disminuir el
stress de la población y para que no les sigan cayendo a coñazos.
También considero fundamental la comunicación
con las bases chavistas hoy en proceso de desencanto y futuros votantes
nuestros.
Pero nadie debe llamarse al engaño en cuanto
a que los mismos dirigentes del gobierno que durante todos estos años nos han
tenido sometidos a una perpetua mentada de madre, hoy van a cambiar por arte de
magia. Así como su objetivo es acabar con la democracia en nombre de la
participación y con la libertad en nombre de la justicia, seguirán promoviendo
la guerra en nombre de la paz. Y lo que es peor echándonos la culpa a nosotros,
asquerosos gusanos escuálidos.
En el colmo del cinismo sostienen que
NOSOTROS debemos equilibrar el discurso. Yo sé que en nuestras filas hay más de
un demente que expresa su violencia a través del teclado. En todo caso el que
diga disparates los dice como ciudadano común pero esa NO ES la política de la
oposición democrática. Simplemente oigan al candidato Capriles y vean los
programas de Globovisión grabados durante todos estos años.
Después recuerden el discurso violento de
Chávez y oigan el de Maduro cuando no se disfraza de pacifista demócrata. Y el
de cualquier militante del PSUV que
tenga un poquitico de poder. O el del energúmeno de La Hojilla. Ellos han sido
y son gobierno, no ciudadanos comunes. Ellos cuentan detrás de sí con la
violencia armada de sus ejércitos legales e ilegales y con todo el poder del
Estado. Sus amenazas son amenazas del Estado contra los ciudadanos, repetidas
constantemente en todos los medios del gigantesco aparato propagandístico
estatal.
De manera que si realmente se desea
equilibrar el discurso, no empiecen por amordazar de a poquito a Globovisión,
el único canal de TV que nos representa, como ya lo han hecho, mediante
acuerdos forzados y amenazas explícitas, con las emisoras de radio y canales
que se han visto obligados a cambiar su perfil de opinión.
Cambien el lenguaje, dejen de nombrarnos como la derecha apátrida, no manipulen, no mientan y permitan que la oposición tenga los mismos espacios que Uds. en la red de medios públicos y en todas las radios comunitarias que como herramienta de perpetuación han sembrado a lo largo ancho del país. Es lo menos que podemos pedir.
german_cabrera_t@yahoo.es
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Disculpe que sea el alfiler que rompa su burbuja, pero le recuerdo que el art. 350 no son guarimbas, es el derecho a la desobediencia civil, la cual comienza por el desconocimiento del gobierno ilegítimo, resistencia y lucha por recuperar a nuestro país como estado libre, democrático y constitucionalista.
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