«Desde mis días de infante, cuando ya
escribía relatos, anhelé convertirme en escritor. Y sucedió. Tras la
publicación de cada uno de mis libros, los críticos literarios insistieron en
calificarme hacedor de ficciones. Durante mucho tiempo, también lo creí.
Empero, entre mis narraciones, cuántas ahora irrumpen en la realidad que experimento:
fustigándome por haberme equivocado al presumirlas imaginarias»
Finalmente, en Ultimomundano (que limita con
la «Insurgencia Guerrillera» y la «Corporación de Genocidas Unidos» del Mundo)
logramos identificar el «ADN de la Traición, Corrupción y Abuso de Autoridad».
Nada estigmatiza más al «Funcionariado Mayor de la Urdimbre y Prevaricato»,
junto a su «Bufonariado Institucional», que negarse a toda exigencia de
rigurosa pulcritud en funciones de gobierno. Rechazan, entre tantas cosas, las
siguientes: a «debatir ideas», «ser investigados» y «rendir cuentas» de la
Administración del Tesoro Nacional ante los millones de ciudadanos que (sin
asombro pero indignados) los miramos y escuchamos delinquir en concierto.
Cuando se les sugiere «debatir ideas» agitan
sus lenguas y se exhiben prolijos en palabrejas, injurias y difamaciones. Por
otra parte, cuando («notitia criminis», «delatio criminis» o «flagrancia»
mediante) cometen delitos tampoco pueden ser «investigados»: no forman parte
del «Perraje de Ciudadanos Iguales Ante la Constitución y Leyes» (se arrogan
infalibilidad: es decir, son arrogantes y ad infinitum soberbios). Investida o
no de autoridad, que a ninguna persona se le ocurra solicitarles informes de
ingresos y gastos de los inmensos recursos financieros que administran: porque,
pronto, la curiosidad los hará vulnerables e imputables frente a las «Fauces de
Fémina de la Justicia» que recibe instrucciones de férula. Mucho menos que
grupos de ciudadanos denuncien sus sistemáticos e ininterrumpidos «abusos de
autoridad»: en respuesta, tendrán que enfrentar a la «Fuerza Mercenaria y
Enmascarada de Funcionarios Antimotines». En Ultimomundano, la protesta,
opinión y hasta los legítimos reclamos laborales o de asistencia médica
constituyen actos desestabilizadores.
Cualquier «Institucionalidad de Estado» que,
corrompida, alcance el máximo nivel de encubrimiento y maquillaje, semejará a
una «enfermedad terminal» que socava a un cuerpo humano. La férula que, a
través de su «Diplomafia Nacional e Internacional Extorsiva», ha impunemente
gobernado en Ultimomundano, ya muestra su acelerado declive. Los lastres que
todavía quedan y capitanean ese que se creyó un «Hegemónico Crimen Político
Organizado», hombres y mujeres sin moral y traidores de sus patrias, ya expelen
sus pústulas. Saben que se aproxima la hora del cese de sus fortuitas
hostilidades contra pueblos indefensos e inocentes: por las luchas
independentistas hermanados, pero que les confiaron los destinos de sus países
a sujetos de muy dudosa reputación.
Al «Funcionariado Mayor de la Urdimbre y
Prevaricato» no le importa que un desasistido y empobrecido pueblo les reclame
el uso indebido de las finanzas, bienes e inmuebles del Estado (que
teóricamente deberían pertenecer a todos los ciudadanos). En las materias
electoral y publicitaria, son habilidosos y hace tiempo montaron sus
digitalizadas mamparas que los legitiman o absuelven de tanta inmundicia. Jamás
vista, es cierto, pero si imaginada en la Historia Política de Ultimomundano.
@jurescritor
jimenezure@hotmail.com
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