Sí, nosotros mismos, para comenzar. Todo el horror del socialismo nos fue advertido como posible mucho antes que el tirano Chávez se impusiera en el 98. Pero es así, no por casualidad toda nación civilizada, previo al evento comicial somete a sus dirigentes políticos al más riguroso examen de conducta pública e incluso privada por parte de la opinión nacional, para eso es la campaña electoral, por ser el método más democrático a la fecha conocido para determinar la aptitud de una persona que pretende acceder al poder político, instancia reservada solo a los mejores, si del bien común se trata.
Pero no, primero nos dejamos engañar por un profesional de la mentira, lo que en modo alguno excusa nuestro fallo colectivo; iniciamos luego un largo camino que plagado de errores políticos dio lugar a 14 años de tiranía hoy en vías de perpetuación. En medio de esa historia de equívocos, destacaremos a uno en especial: La naturaleza del régimen gobernante.
Muy a pesar de su inicial simbología claramente marxista, aún hoy, pasada como ha sido una década de horror, en el seno de lo más granado de nuestra dirigencia demócrata se banaliza la naturaleza socialista del régimen, con las graves consecuencias que de ello se deriva. Entre tales, el sostenimiento de una postura política de cohabitación ante quienes se confiesan esclavistas, verbigracia la Cuba castrista.
Igualmente grave el concederle virtudes inexistentes al tirano hoy fallecido, en la creencia de que ello haría posible ganar electores apenas descontentos frente al régimen, para la causa demócrata. Y el efecto más pernicioso de aquel equívoco: se le otorga crédito a las medidas clientelares del socialismo en gobierno (casas, becas y trabajo con el Estado, para todos) con fines electorales, perpetuando así la cultura de dependencia frente al gobierno.
Hoy, ese régimen socialista está consolidado, pero a tono con los nuevos tiempos: Pleno control del Poder Público Nacional (Pdvsa, CNE y FANB incluidos), reconocimiento y aceptación en el orden internacional, una considerable población electoral cautiva del mito socialista: "Hugo Chávez vengador de los pobres", y una oposición que le concede valía a esa falsa leyenda y que procede en consecuencia.
La historia nos dice que al socialismo cuando es gobierno solo se le derrota cuando la misma sociedad acepta el error de sostenerlo, y está dispuesta a corregir, mientras, es menester trabajar para acelerar ese proceso de aceptación, que implica la necesaria resistencia democrática activa, conforme a la Constitución, muy conscientes de que la vida sin libertad ni dignidad carece de cualquier sentido, y dando siempre la espalda a un silencioso enemigo: el colaboracionismo.
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Excelente artículo Sr. Padrón, muy preciso, sin muchas vueltas y en total acuerdo.
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