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jueves, 7 de marzo de 2013

LA-MENTIRA COMO HERRAMIENTADE MANIPULACION POLITICA, CASO ARGENTINA, FUENTE HTTP://SPANISH.BILINKIS.COM/

Hay actos que son ilegales. Y otros que son antiéticos. Los primeros no se hacen, porque hacerlos transgrede una norma y ello conlleva un castigo. Las razones para no cometer los segundos son menos claras. Que actuar antiéticamente tenga o no consecuencias depende únicamente de la censura y la desaprobación de los demás frente a esos actos.
En sociedades como la Argentina, donde la piolada es generalmente más apreciada que la ética, esa condena en muchos casos hace tiempo no existe. Y cruzar la delgada línea de actuar antiéticamente no genera problemas o hasta es celebrado. Eso fue llevando a que, por acumulación de casos, vayamos perdiendo la sensibilidad y veamos como naturales y aceptables cosas que claramente no lo son. Hoy quiero hablar de una de ellas.
Las encuestas preelectorales tienen la función básica de intentar medir la intención de voto de la opinión pública. Para hacerlo, numerosas consultoras utilizan técnicas de muestreo para, consultando a un grupo relativamente pequeño de personas, proyectar con bastante precisión cómo se comportará la mayoría. El procedimiento es bien científico y hay pocas ciencias tan “exactas” como la estadística. Dadas las características del “universo de electores” es bastante sencillo calcular cuál debe ser el tamaño de la muestra para alcanzar un nivel de confiabilidad elevada.
Sin embargo, hace ya tiempo que los políticos han descubierto que las encuestas tienen una función más: no solo miden el estado de la realidad, sino que afectan dinámicamente la propia situación que está siendo medida. La publicación de información sobre las intenciones de voto de cada candidato incide positiva o negativamente la decisión de los electores. Este descubrimiento genera un incentivo perverso: si aquello que las encuestas reflejan no se corresponde con lo que a un político le conviene, puede intentar torcer el rumbo de los acontecimentos difundiendo como verdadera información que es flagrantemente falsa.
Para que la técnica sea efectiva, de todos modos, es necesario que la encuesta tenga credibilidad; es decir, provenga de una fuente “seria”. Por esa razón, este acto, antiético de por sí, no es posible hacerlo sin la complicidad de compañías encuestadoras que se presten a graves manipulaciones metodológicas o, más simplemente, a mentir ellos también.
Dentro de todos los posibles sondeos preelectorales, ninguno es tan sencillo de hacer bien como la ciudad de Buenos Aires. Por la altísima densidad poblacional y la muy escasa superficie, es fácil y barato recorrer todo el territorio para asegurarse con un número relativamente pequeño de casos la calidad del muestreo realizado. En una situación así, es IMPOSIBLE tener un margen de error muy grande al intentar predecir el resultado.
Sin embargo, prácticamente todas las encuestadoras que difundieron resultados sobre la fecha misma de la elección erraron groseramente. Si asumimos buena intención de parte de las encuestadoras, este error podría provenir de dos fuentes: 1) un vuelco repentino del electorado a último minuto; o 2) fallos involuntarios en el diseño muestral y la recolección de los datos. Si el caso fuera el 1), todos los encuestadores errarían en la misma dirección, retratando la misma foto de ese electorado cambiante. Si la situación fuera la 2), los errores serían completamente aleatorios y no tenderían a beneficiar a ningún candidato de manera sistemática.
El engaño y la mala intención quedan burdamente claros cuando observamos que, “casualmente”, esos errores groseros siempre favorecen a quien encarga y difunde la encuesta. En esta infografía podemos ver que:
- La empresa encuestadora contratada por Pino Solanas estimó que él iba a sacar el doble del caudal de votos que realmente sacó (24.5% vs. 12,8%). No solo eso. También subestimó los votos de Filmus (24.1% vs. 27.8%) en una cantidad que, oh sorpresa!, lo dejaba unas décimas por debajo de Pino y le permitía ser él quien ingrese al Ballotage. Obviamente ninguna otra encuestadora proyectó nada remotamente parecido.
- La encuestadora contratada por Telerman estimó que él sacaría cuatro veces más votos de los que obtuvo (6.9% vs. 1.7%). De ese modo, lo ubicó primero entre todo el lote de los candidatos “pequeños”. La realidad es que tanto la Coalición Cívica como la UCR terminaron por delante de Telerman, la primera obteniendo el doble de votos que él.
- Las dos encuestadoras contratadas y difundidas por Filmus casualmente fueron las que le dieron la intención de voto más alta, sobreestimando más del 7% la intención real de voto de este candidato y subestimando en una magnitud parecida los votos de Macri. De esta manera, lo ubicaban a un “manejable” 6% de distancia de ganar la elección, guarismo que claramente no se condice con los más de 19 puntos de ventaja que realmente hubo.
Y quiero ser claro en que si en este post no doy un ejemplo comparable para Macri no es porque crea que Macri es más honesto y no hubiera hecho lo mismo. Simplemente es porque en este caso las encuestas lo favorecían y no tuvo necesidad de recurrir a estos manejos. La encuestadora de Macri, otra casualidad más, estuvo bastante cerca de predecir bien el resultado…
Poliarquía, que se maneja de manera independiente, fue por segunda elección consecutiva la más precisa de todas. Pero no le ganó por demasiado a Fabio, que sin ninguna pretensión metodológica ni muestral pero tampoco “operando” para nadie en particular ¡pronosticó mejor que casi todas las encuestadoras profesionales!
Tal vez a esta altura del post estés pensando: “¡Chocolate por la noticia! ¿Qué novedad es que las encuestadoras dan números que favorecen a los candidatos que las contratan?!”. Bueno, de eso se trata el post. De que a esta altura nos resulta tan natural que nos mientan que pasamos por alto que eso es COMPLETAMENTE INACEPTABLE. Empresas venden su credibilidad para prestarse a escribir mentiras y el politico que las contrata difunde información que sabe de antemano que es falsa.
La pregunta es: ¿Por qué aceptarían empresas cuyo mayor activo es su credibilidad participar de un engaño que debería dejarlas fuera del negocio para siempre? La respuesta es sencilla: eso no sucede. En la elección de 2009 de la Provincia de Buenos Aires y otras más había pasado algo similar. Y todas las encuestadoras siguieron adelante como si nada: los medios siguieron publicando sus resultados como si fueran empresas serias, los políticos siguieron contratándolas precisamente porque saben que no lo son.
Mientras tanto nosotros seguimos dando vuelta la página como si mentir no fuera grave, creyendo y votando a gente que nos toma por idiotas y nos miente una y otra vez. La única manera de que volvamos a ser un país serio en el que prime la ética es no dejando más pasar cosas como éstas, actuando éticamente nosotros, censurando a quienes no lo hacen y demandando de quienes se proponen para gobernarnos un standard moral aún más elevado que el del individuo medio.

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