No se trata de un “paquete rojo”, como
algunos lo han llamado. Tampoco es una “devaluación “socialista del siglo XXI”.
Ni siquiera se trata de una medida puntual o aislada, orientada a reducir la
enorme brecha cambiaria existente entre el dólar oficial y el paralelo. En el
caso de la devaluación anunciada, lo que está en marcha es la aplicación, en
forma gradual, de un verdadero paquete de medidas económicas de corte
neoliberal, a la mejor usanza de las dictadas por el Fondo Monetario
Internacional.
La devaluación del Bolívar forma parte de un paquete de medidas
económicas orientadas a paliar el déficit fiscal de casi 20 puntos del PIB; el
cual, a su vez, es el resultado de la expansión irracional del gasto público
llevada a cabo por el gobierno durante el año 2012 con claros fines
electorales, así como del desarrollo de una política económica antinacional y
antipopular que ha endeudado al país en más de 210.000 millones de dólares,
incrementado en forma exponencial las importaciones (cuyo monto alcanzó la cifra
récord de $56.000 millones en 2012) y entregado nuestras riquezas estratégicas
a las transnacionales. Mientras el gobierno quiebra el aparato productivo
nacional, deteriora la industria petrolera y conduce al colapso de las empresas
básicas de Guayana,enriquece a la oligarquía financiera, al sector comercial
importador y dilapida los más altos ingresos petroleros y fiscales de nuestra
historia.
Pero no se trata solo de reducir el déficit fiscal o equilibrar el
precio del dólar,cuatro o cinco veces más caro en el mercado paralelo, frente a
lo cual la devaluación hecha resulta insuficiente. De lo que se trata es de que
el capitalismo dependiente, monoproductor, rentista-importador que se ha
consolidado durante los 14 años de régimen chavista, ha venido acumulando
nuevas y más graves deformaciones estructurales frente a las cuales los precios
petroleros de más de 100 dólares por barril ya no se dan abasto. El espejismo
de un crecimiento de 5,2 puntos del PIB durante 2012, exhibido como un gran logro
por el Banco Central y el gabinete económico, ocultaba, y aún sigue ocultando,
una “marea de fondo”. Quien tenía un paquetazo oculto no era Capriles sino el
gobierno de Hugo Chávez-Nicolás Maduro-Diosdado Cabello. Ante la imposibilidad
de seguir “corriendo la arruga” de una economía tan enferma como quien la
dirige, solo esperaban que las citas electorales previstas para 2012 pasaran
para aplicarlo.
Afirmamos y denunciamos categóricamente quea
la devaluación le seguirán nuevos endeudamientos, la intensificación de la
presión fiscal y tributaria sobre la economía y los consumidores, algunos
recortes en el gasto público, la flexibilización y ajuste en los precios de los
productos de la cesta básica (especialmente en los alimentos), el aumento en
las tarifas de los servicios públicos, una mayor apertura a la inversión
extranjera en áreas vitales de nuestra economía como lo son la industria
petrolera y todala minería en general, dentro de un esquema de
desnacionalización y privatización. De hecho, algunas de estas medidas están ya
en desarrollo.
Es este el verdadero paquete hambreador y
entreguista que el oficialismo pretende seguir manteniendo oculto, pero cuya
aplicaciónserá sentida en todo su rigor por el pueblo en las próximas semanas o
meses. La diferencia con el paquete de CAP es solo que el paquete chavista
seguirá siendo aplicado en forma gradual, mientras continuarán montando
“operaciones de distracción”, como los shows que a cada rato escenifican en la
Asamblea Nacional, y su aparato de propaganda continuará negándolo, como
negaron reiteradamente la devaluación ya consumada porque, en definitiva, el
gobierno seguirá buscando desesperadamente dinero para financiar su déficit, su
gasto irracional y dispendioso, su danza de demagogia y corrupción y sus onerosas
campañas electorales.
Las consecuencias de todo lo anterior serán
un mayor empobrecimiento del pueblo y la entrega de la soberanía nacional:
agudización de la escasez (que en el comercio menor ya alcanza al 30%) y el
costo de la vida (la inflación de enero registró un incremento de más del 3%),
junto a una mayor caída del poder de compra del salario que, solo con la
devaluación, ya se depreció en un 32% en relación con el dólar. Encarecimiento
de las importaciones, del costo de los insumos, partes y productos intermedios
necesarios en los procesos productivos. Nuevos endeudamientos, con el agravante
de que cada vez les resulta más difícil y costoso el financiamiento externo, a
cambio de lo cual seguirán entregando la industria petrolera y los recursos mineros
de la nación.
robinr19@gmail.com
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