El
país se desmorona. Nada funciona y todo camina para peor como consecuencia del
resultado del pasado 7 de octubre. Me parece propio de imbéciles esconder la
verdad, disimular la realidad de las cosas y evadir las discusiones de fondo
por temor a la abstención que pudiera producirse el 16 de diciembre.
De
tanto asomar ese temor pueden terminar por convertir lo de la abstención en
consigna que, dicho sea de paso, rechazamos. La gente la asumirá si la
combatividad del liderazgo opositor disminuye frente a los temas fundamentales.
Hay silencios preocupantes frente a temas cruciales. Se destruye la República
federal y descentralizada de Venezuela, integrada por estados y municipios
autónomos, con estructuras de poder claramente definidas en el ordenamiento jurídico
vigente y unas fuerzas armadas apolíticas y no deliberantes que deberían estar
al servicio de la nación y no de partido o ideología política alguna. El
proceso avanza. Sobre las ruinas se construye el estado comunal,
definitivamente comunista.
De
esto se habla poco y nada se discute con seriedad. Nuestros candidatos a
gobernadores deben recordar que los pueblos no votan ni por el pasado, ni por
agradecimiento, votan por la esperanza. El trabajo de este tiempo y el mensaje
tienen que levantar esa esperanza tan necesaria para este pueblo amenazado por
peligros reales y lleno de incertidumbres.
Los aspirantes no deben ser unos simples “chavecitos”, ofreciendo menudencias que servirán para mantener al pobre en su pobreza, pero sin la ilusión de progresar sobre la base de su esfuerzo. Para abrir oportunidades de trabajos estables y bien remunerados, hay que municipalizar la vida pública y garantizar la existencia de un verdadero país federal con estados autónomos.
Me revuelve la
sangre ver a gobernadores mendigando ante el poder nacional lo que por ley les
corresponde. El tema debe ser a la inversa. El estado nacional tiene que vivir
de los estados y municipios y no éstos de los intereses políticos del gobierno.
Este planteamiento está ausente. No hay que descubrir la pólvora para diseñar
esquemas de desarrollo en cada estado para garantizar la subsistencia y atraer
inversiones localmente. En casi todas partes del mundo los impuestos al consumo
se quedan donde se pagan. ¿Por qué no se levanta con fuerza esta bandera con
relación al IVA? Es un simple ejemplo.
De
las competencias arrebatadas por el gobierno se habla poco. ¿Por qué? No hay
más espacio… por ahora.
oalvarezpaz@gmail.com
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