Nota 7. Continuamos.
En el extremo opuesto a la discusión que hasta ahora se ha venido planteando,
está la posición de Joseph Raz, Israelí, 1939, filosofo del derecho, la ética y
la política. Oxford. Este autor sostiene que las definiciones llamadas
"estrictas" de desobediencia civil confunden el acto político en sí
mismo con las condiciones bajo las cuales la violación al derecho se considera
justificada.
Raz sostiene que
dichas definiciones lo que en realidad hacen es "señalar una clase de
acción política legítima", por lo que él busca una definición que sea
"valorativamente neutra" y que separe “la caracterización de este
tipo de actos políticos de su justificación. Más aún, considera que "los
análisis de la desobediencia civil que favorecen un limitado entendimiento de
la expresión tienen sentido únicamente en el supuesto de que exista un derecho
a la desobediencia civil".
Raz afirma que en la
democracia la desobediencia civil no sólo es una conducta ilícita, sino moral y
políticamente reprobable, por cuanto que en estos sistemas políticos existen
vías para la participación política (intervenidas en nuestra actualidad), el
control del ejercicio del poder (en nuestro caso no existe control sobre el
poder) y la reivindicación de derechos ciudadanos (no existe esta posibilidad
en este caso).
Si se niega la
posibilidad de que exista un derecho a la desobediencia civil como lo hace Raz,
el desarrollar una teoría de la desobediencia civil dentro del marco de las
democracias constitucionales no tiene sentido. Implicaría el riesgo, en
palabras de Raz, de "volver rutina y una forma regular de acción
política" a un acto que se "encentra fuera de los límites legítimos
de tolerancia".
Es únicamente en el
que Raz llama Estado no liberal (tal como sucede en nuestro estado hoy), donde
existe efectivamente un derecho a la desobediencia civil, dado que ahí se niega
a los ciudadanos el derecho a la participación política.(Aquí, ahora, se esta
condicionando la participación política mediante la represión, el terror y el
crimen).
Raz define, la
desobediencia civil como "una violación del derecho políticamente
motivada, bocha ya sea para contribuir directamente al cambio del derecho o de
una política o, bien, para expresar la protesta de uno, en contra o para
disociarse de una disposición jurídica o de una política".
Una definición amplia
de desobediencia civil como la propuesta por dicho autor, no explica
adecuadamente el fenómeno de la desobediencia legal realizada para desconocer
una ley o política gubernamental contrarias a los principios democráticos
fundamentales cuando las vías institucionales de participación política y
jurídica están cerradas.
El que la
desobediencia civil se defina como un acto público y no violento, es
precisamente lo que la convierte en una vía alternativa para participar en la
formación del consenso -que es la base moral de la democracia- ahí donde los
cauces ordinarios de toma de decisiones se encuentran negados a los ciudadanos.
Este autor en general
es optimista respecto al funcionamiento de las instituciones de los Estados
Democráticos, por lo que no considera necesario el teorizar en torno a lo que
parece presentarse como una estrategia de cambio social acorde con la
democracia.
No obstante, la
postura de Raz plantea una importante objeción formulada con frecuencia a la
desobediencia civil desde el punto de vista de la democracia. Es decir, cómo es
posible justificar la desobediencia civil si existen vías eficientes para el
intercambio del poder en un régimen democrático, aspectos que se analizan más
adelante.
De esta forma, Raz,
al considerar que la desobediencia civil puede ser tanto violenta como no
violenta, está confundiendo este fenómeno con la violencia política.
Es importante aclarar
que al definir la desobediencia civil como no violenta, no está intentando,
como Raz objeta, definir una forma legítima de actuar.
El que los actos de
desobediencia civil sean, entre otros elementos, no violentos no hace que se
toleren en si mismos, con independencia de sus causas y finalidades.
No obstante, parece
un hecho evidente que la no violencia es, por lo general, preferible a la
violencia, dado que la primera refleja, utilizando las palabras de Karl Popper,
"fe en la razón", mientras que con la segunda se corre siempre el
riesgo, como lo afirma Hannah Arendt, de que "los medios sobrepasen a los
fines que la justifican", volviéndose irracional.
Es bueno destacar que
el hecho de que se afirme que la desobediencia civil es, entre otras cosas, no
violenta, no implica que se considere que sólo esta forma de desacuerdo se
encuentra justificada en un Estado democrático.
La violencia en
ciertos casos de injusticia es un medio legítimo y necesario. Por ejemplo,
cuando un grupo concentra el mando valiéndose de trampas, manipulaciones,
engaños, amenazas, terror y crimen. Sin embargo, si la resistencia a la
autoridad es violenta, se trata de un problema diverso al de la desobediencia
civil.
Hay otros autores
que, a diferencia de, Raz, justifican la desobediencia civil en los sistemas
democráticos, pero que no consideran que la no violencia sea uno de sus
elementos esenciales. Así, por ejemplo, Howard Zinn (1922-2012, estadounidense,
historiador, referente de los derechos civiles y movimiento antibelico) afirma
que ésta "consiste en vaciar intencional y voluntariamente una ley para
realizar un propósito vital".
Este autor considera
que quienes opten por una desobediencia civil "deben seleccionar las
tácticas menos violentas para hacer eficaz su protesta y significar su
problematicidad", pero no considera que la no violencia o la publicidad
sean elementos constitutivos de la desobediencia civil.
Por el contrario,
considera que en la medida que con la desobediencia civil se busca llamar la
atención de la comunidad sobre una determinada situación, la no violencia es
una táctica racional para lograr dicho objetivo, dado que ésta será más eficaz
que la violencia en atraer la opinión pública a su favor.
Aquí se toma la línea
de definición estricta de desobediencia civil propuesta por Hugo Adam Bedau
(“Alguien comete un acto de desobediencia civil, si y sólo si, sus actos son
ilegales, públicos, no violentos, conscientes, realizados con la intención de
frustrar leyes -al menos una-, programas o decisiones de gobiernos”).
Como se ha dicho,
establecer la diferencia crucial entre la desobediencia civil y la violencia
política, permite valorar a la primera como una estrategia de transformación
social acorde con los fundamentos de las democracias constitucionales.
El llamado movimiento
de los derechos civiles, precedido por Martin Luther King en los Estados Unidos,
demostró, entre otros aspectos, que la desobediencia civil puede ser una forma
legítima de resistencia en un Estado Democrático. Dirigido a cuestionar
situaciones bien determinadas de injusticia bajo los principios
constitucionales y no a fracturar la legitimidad del ordenamiento jurídico en
su conjunto o a tomar el poder político, el movimiento de los negros no podía
ser equiparado con la violencia política, la anarquía o el crimen.
Este movimiento de
desobediencia civil planteó un nuevo reto moral y político a la democracia
norteamericana, y la conceptualización de Bedau es la que mejor permite
visualizarlos.
En la medida en que
la resistencia se manifestó en forma pública, no violenta y sobre el fundamento
de consideraciones político-morales, estaba dirigida a instituciones capaces de
integrar la crítica, auto corregirse y reformarse pacíficamente. Seguiremos.
Tips:
• Sumate plantea una condición necesaria
para las próximas elecciones pero no suficiente.
• El comunismo ha demostrado que no
resuelva ninguno de nuestros problemas, los agrava. Van 13 a;os y ahora son mas
agudos y numerosos.
• Los electores rojos de Apure se están
dando cuenta de que los dictadores tipo Stalin son ahora sus amos y se;ores, no
son sus lideres.
• Los trabajadores, en general, comienzan
a ver el camino por donde los lleva el comunismo: a la esclavitud.
• ¿Ahora pdvsa depende del banco central?
• ¿Quién es serio en un supuesto dialogo
con terroristas?
• Sigue campante la inseguridad, la
guerrilla y el narcotráfico…sin que nadie lo detenga.
• ¿Por qué la resistencia y la oposición
no convocan actos multitudinarios de protesta y exigencias para que casi 7
millones de personas se hagan sentir y se puedan expresar políticamente? ¿Por
qué no revocarles el mandato a diputados y concejales que no le han cumplido al
pueblo?
“Lo que distingue a
la civilización de la barbarie es que en la primera las personas basan sus
relaciones humanas en la persuasión y en la segunda las basan en la fuerza”,
Mark Andrew Skousen, 1947, norteamericano, economista, profesor universitario y
autor.
25/11/2012.-
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