A principios del siglo XX, la
economía liberal clásica y el socialismo no habían resuelto el problema del valor de los bienes
y servicios. Ambas corrientes del pensamiento económico defendían muy por
encima la teoría del valor trabajo.
David
Ricardo nos señala: “Adam Smith ha observado que la palabra valor tiene dos
significados distintos, y que a veces expresa la utilidad de algún objeto
especial, y, a veces, el poder de adquisición de otras cosas que la posesión de
ese objeto supone. El primero puede llamarse valor en uso, el segundo, valor en
cambio […] lo que una cosa cuesta realmente al hombre que desea adquirirla, es
el trabajo y la molestia que significa su adquisición […] la proporción entre
las cantidades de trabajo necesarias
para adquirir diferentes objetos parece ser la única circunstancia que puede
proporcionar alguna regla para cambiarlos unos por otros” (David Ricardo.
“Principios de Economía Política y Tributación”. Editorial Ayuso. 1973. Madrid:
27-33).
En
el mismo orden de ideas, sobre el tema, Marx, escribió: “…un bien, solo
encierra un valor por su encarnación o materialización del trabajo humano abstracto […] cuanto mayor
sea la capacidad productiva del trabajo, tanto más corto será el tiempo de
trabajo necesario para la `producción de un artículo, tanto menor la cantidad
de trabajo cristalizada en el y tanto más reducido su valor.” (Carlos Marx. “El
Capital. Crítica de la economía política-. Vol. 1. Fondo de Cultura Económica.
1981:7-8)
Lo
señalado en los párrafos anteriores, nos indica que el valor de los bienes y
servicios está directamente relacionado con la cantidad de trabajo contenido en
ellos. Por lo tanto dos o más bienes tendrán el mismo valor si contienen la
misma cantidad de trabajo.
¿por
qué es tan importante determinar correctamente el valor de los bienes? Porque
es vital para fijar el precio de venta del mismo. El valor trabajo no nos
explica porque un pepita de oro encontrada, el cual, como único trabajo
requiere agacharse para recogerlo, vale más que una camisa, por ejemplo.
El
economista español, José Antonio de Aguirre, afirma que; “el valor no se
produce, se producen bienes que pueden tener valor, pero en todo caso ese
valor, y aquí está la clave, no deriva
de la producción, sino que se adquiere
siempre desde fuera de las cosas, en el intercambio mediante el juego de
las necesidades y de los medios para satisfacerlos. (José Antonio de Aguirre.
“El Capitalismo y la Riqueza de las Naciones. Las vicisitudes de la Teoría
Económica Moderna. Unión Editorial. 2009:36)
Estamos
totalmente de acuerdo con esta afirmación, sobre todo, con la sentencia final.
El valor se fija en base a las necesidades y los medios para satisfacerlos.
Pero sobre todo el valor de los bienes depende de la Utilidad que se cree que
tenga ese bien para satisfacer esas necesidades.
Si
definimos el precio de un bien como la cuantificación monetaria del valor de un
bien, todos estaremos dispuestos a pagar un mayor precio si estamos seguros que
el bien satisface nuestra necesidad. Podemos tener dos bienes, uno que requiere
20 horas/hombre para su elaboración y otro que requiere 0,5 horas/hombre. Y se
puede dar el caso que el bien más elaborado valga menos (o no valga nada) que
el otro bien.
Suponga
que usted está vacacionando en una playa, a más de 30º C, ¿Cuál de estos bienes
usted estaría dispuesto a pagar más, por un
de vaso de una bebida (sin
alcohol) fría o una tasa de chocolate caliente.
Esta
solución a la formación de los precios fue estudiada inicialmente por el economista Inglés William Stanley Jevons
(1835- 1882). Este autor consideraba que la utilidad sólo puede ser medida en
términos ordinales y que la utilidad proporcionada por un bien decrece a medida
que sea posea una mayor cantidad de ese bien.
Siguiendo con el caso de la playa, si usted tiene mucha sed ¿cuan útil
será ese primer vaso de la bebida fría (agua)? ¿Mucho?. Si usted puede obtener
un segundo vaso ¿este será más, igual o menos útil que el vaso anterior?
¿estaría usted dispuesto a pagar más, igual o un menor precio que el vaso
anterior?.
Como
se desprende del párrafo anterior, cada ves que adquirimos una unidad adicional
de un bien, este nos reporta una menor utilidad, por o cual le asignamos un
valor menor y estaríamos dispuestos a pagar un precio menor. Este es el
principio conocido como el de UTILIDAD MARGINAL DECRECIENTE,, que fue aceptada
pos los neoclásicos y la escuela austriaca de economía.
Otras
figuras importantes de la teoría marginalista son:
Léon Walras (1834-1910), quien fue el primero
en introducir el rigor matemático al estudio del mercado, en especial a la
competencia perfecta.
Carl Menger (1849-1921). Es considerado el
fundador de la escuela austriaca de economía. Menger sostenía en su obra los
"Principios de economía política" que los bienes adquirían valor
cuando las disponibilidades de los mismos eran insuficientes para cubrir las
necesidades que satisfacen, o bien cuando al disminuir la cantidad de bienes
existentes, ya no son suficientes. Al contrario, aquellos bienes que existen en
tal cantidad que una parte de los mismo queda sin uso carecerán de valor. Por
tanto el valor de los bienes tiene su origen en la relación existente entre los
bienes y las necesidades de los sujetos económicos y no solo en los propios
bienes. En la satisfacción de cada necesidad, las sucesivas unidades de un bien
producen satisfacciones o utilidad marginal decrecientes; siendo decisivo por
tanto, para la cuantía del valor económico, la satisfacción producida por la
última unidad del bien.
@guaramatoparra
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