Ya las maquinarias de los partidos políticos se
cuadraron con sus candidatos naturales, todas estas organizaciones repartidas
en la geografía nacional, trabajan con base en objetivos, visiones y, sobre
todo, disciplina. Las maquinarias funcionan bajo un programa, canalizar todo el
esfuerzo del partido en promocionar sus intereses políticos encarnados en la
figura de un candidato, y su fin único es ganar elecciones, en términos
militares, son ejércitos entrenados para ganar batallas en los centros de votación
y, para ello, tienen primero que conquistar la consciencia y la voluntad del
elector.
Muchas de estas maquinarias que existen, tienen la
ventaja de que cuentan con candidatos ganadores, ocupando cargos públicos;
María Corina, en su condición de candidata independiente, por ser un rostro
nuevo en la política venezolana, no tiene esa ventaja, que sí tienen los
partidos establecidos; por ser mujer, está luchando en contra de una tradición
machista histórica; por creer en el Capitalismo Popular como propuesta, va en
contra de la corriente de más de 40 años de socialismo, y de éstos, los últimos
13 años de comunismo "a la cubana".
Lo que ha logrado María Corina lo ha hecho con
esfuerzo propio, con ayuda de sus amigos y con la gente que creemos en ella, y
la apoyamos porque es transparente; así como ustedes la ven, así es, habla
mirando a los ojos, su sonrisa rara vez se desdibuja, sus gestos son la de una
mujer comprometida con la vida, con la felicidad, con la familia, su palabra es
una sola... La única ventaja que María Corina tiene sobre las maquinarias es su
don de establecer contacto con el alma de la gente, de hablarles directo al
corazón y a la razón, nos transmite su preocupación por el país, nos llena de
sus ideas para hacerlo progresar, nos anima con la fuerza de quien sabe lo que
quiere y como lograrlo, su mente es altamente organizada y preparada para la
acción, no hay candidato más articulado al momento de expresar una opinión.
Y es esa ventaja la única razón que la asiste para
embarcarse en esta extraordinaria aventura, la de ganarse la consciencia y la
voluntad de los votantes, con argumentos, verdades y proyectos viables, no con
populismo o promesas vacías; ninguno de los candidatos apoyados por las
maquinarias es libre, hay manos que los manejan y voces al oído que le dicen lo
que tienen que decir, que en muchos casos, se trata precisamente de los
políticos que nos metieron en este brete.
María Corina cree, al igual que muchos que la
apoyamos, que en el momento decisivo, el venezolano, al escoger su voto y
depositarlo en la urna del centro electoral, vive un instante personalísimo,
del hombre y la mujer confrontando su propia consciencia con la realidad que lo
atosiga, y con la esperanza que lo mueve a vislumbrar otro país, se trata del
voto de opinión, no del voto de intercambio al que nos acostumbraron.
Votar no es una gran lotería, ese acto tan importante
no puede estar vendido a promotores de gladiadores dispuestos a derrotar al
campeón en la arena de un circo romano; lo que nos jugamos el 12 de febrero es
tan importante, que ya no puede estar en manos de los hombres solamente, y
mucho menos de militares, se trata de decidir sobre el país que queremos para
nosotros y nuestros hijos, y en este tema, las mujeres, que son la mitad del
país, tienen la última palabra.
María Corina se embarca en esta particular odisea de
llevar al país por buen rumbo, lejos de los precipicios socialistas que nos
rodean, impulsada por su idea democrática y republicana, sin otro compromiso
que nuestro destino como nación, sin otro premio que brindarle a las futuras
generaciones que un país bueno para vivir en paz.
Chávez, el hombre a derrotar, merece caer por la
fuerza de una mujer, inteligente y sagaz, que se atrevió a contradecir a los
dioses y embarcarse sin miedo en este viaje, donde ahora debe enfrentar a los
ejércitos de los vociferantes candidatos, cada uno más vacío que el otro,
cabezas parlantes de maquinarias socialistas que ya tuvieron su momento.
Los venezolanos hemos sido generosos en aceptar por mucho
tiempo a políticos que vienen con sus "tribus" y hacen campamentos en
Miraflores, trayendo sus costumbres y maneras de ser para imponérselas al país,
para permitírselo a jóvenes "bonachones" que quieren meter bajo la
alfombra 13 años de injusticias y abusos. Es ya hora de que una mujer ocupe la
sede del Poder Ejecutivo, una caraqueña recia y valiente que no transa con la
maldad y la mentira, con una visión global e incluyente, una ciudadana sensible
a los problemas que se han acumulado sobre nuestro pobre país rico.
Este próximo domingo12 de febrero digámosle NO al
socialismo, que ya bastante ruina nos ha causado, pongamos a una mujer, que
personifica lo mejor de la mujer venezolana, al frente, para que derrote sin
misericordia al candidato de los cubanos. Este país se respeta.
María Corina Machado no está sola, la acompaña
Venezuela entera.
saulgodoy@gmail.com
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