Más
de cinco millones y medio de personas sin trabajo, cifra sin precedentes en
nuestra historia. Este desastre tiene multitud de causas, entre las que cabe
destacar el asistencialismo, que en vez de ayudar a los parados a encontrar un
empleo los hunde en la pasividad.
Más
del 80% del gasto en políticas laborales se destina a subsidiar a los parados y
menos del 20% se invierte en políticas activas y de control que fomenten su
pronta vuelta al mundo laboral.
Ya
es hora de que el Servicio Público de Empleo (SPE) renuncie a ejercer de agente
de colocación y formación. ¿Por qué? Por su comprobada ineficiencia: ¡Las
Empresas de Trabajo Temporal (ETT) colocan 4,8 veces más gente que el SPE, con
sus 22.000 funcionarios y un presupuesto de 37.941 millones de euros (2012)!
Por
esto no es de extrañar que el plan Prepara, puesto en marcha el 15 de febrero
de 2011, y que ya ha sido prorrogado en dos ocasiones, haya fracasado en su
cometido: dar formación y preparación a los parados para que puedan volver al
mercado de trabajo (según las últimas informaciones disponibles, solo el 6% de
los participantes en el plan lo consiguió). En vez de eso se ha convertido en
un administrador de una ayuda social más de emergencia.
En
países como Suecia, Alemania y Dinamarca –donde vivir de los subsidios (es
decir, del trabajo de otro) no es un derecho– existe un sistema integral de
apoyo al parado que combina el cobro de prestaciones y otros subsidios con
fuertes exigencias y rigurosos mecanismos de control. Se trata de un sistema en
que el monto del beneficio percibido se reduce con el tiempo, a la vez que
aumentan los requisitos para poder seguir percibiéndolo. Demos tan solo algunos
ejemplos de las exigencias:
Estar
en todo momento dispuesto a aceptar cualquier tipo de empleo de al menos tres
días de duración y 17 horas semanales.
Participar
en cursos de formación profesional a partir del primer día en que se consta
como demandante de empleo.
Estar
3 días y 17 horas semanales en las oficinas del SPE, buscando, por ejemplo,
ofertas laborales vía internet.
Buscar
trabajo también en campos profesionales y áreas geográficas distintas a la
propia.
Si
el desempleado no comparece en las oficinas del SPE, no atiende las llamadas
telefónicas que se le hacen o no acude a los cursos que se le han indicado,
inmediatamente se le da de baja en el sistema y no percibe beneficio alguno.
Viajar al extranjero, por tanto, no es recomendable.
Con
el tiempo, las exigencias de participar en distintas actividades se
multiplican, y comprenden, en casos de permanencia muy prolongada en el paro,
la realización de trabajos o labores de utilidad social.
Para
el cobro de subsidios de emergencia es preciso, por ejemplo, haber vendido todo
bien material disponible (coche, piso, etc.). En cuanto a los parados con
problemas de drogadicción, se les exige asistir a tratamientos médicos
Dentro
de este contexto, y sin olvidar lo importante que es brindar protección al
parado, lo que verdaderamente importa es que todos los planes de subvención
sean diseñados con el objeto de devolver cuanto antes al trabajador al mundo
laboral, no hacerle dependiente de las subvenciones. Asimismo, se trata de
evitar una práctica perversa y altamente rentable: cobrar el seguro o los
subsidios por desempleo y trabajar en el mercado informal.
Ideas
y Análisis
@MonicaMullor
http://www.libremercado.com/2012-08-23/monica-mullor-la-lacra-del-asistencialismo-65330/
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