Según el diario “La Verdad” de Maracaibo “hasta
el día jueves, Chávez había dejado de hacer campaña electoral en 13 estados de
la República”.
Un récord si tomamos en cuenta que territorialmente
la ausencia alcanza casi la mitad del país y poblacionalmente deja fuera a
entidades, que si bien no están en el llamado “Corredor Electoral” (el Distrito
Capital más cinco estados de la región centro-occidental: Miranda, Aragua,
Carabobo, Lara y Zulia) que concentra más del 50 por ciento del patrón
electoral, margina a estados situados en regiones política y económicamente
activas e importantes como Oriente, Guayana, Los Llanos y Los Andes.
En otras palabras: que una campaña electoral
“chucuta”, concebida exclusivamente para acercarse y hacerse visible entre
electores donde Chávez hace años que pasó a ser franca minoría y solo por el
recurso de demostrar que “está vivo” puede aspirar a granjearse unos cuantos
votos, mientras que los que fueron sus bastiones históricos y tradicionales,
quedan a la buena de Dios y desprotegidos del huracán que en todos los públicos
y sectores desencadena la cada día más envolvente candidatura de Henrique
Capriles Radonski.
Sobre todo en circunstancias de que, ya desde
hacía 5 años, muchas de esas entidades habían iniciado el camino de regreso a
la democracia -y salvo excepciones que se han venido corrigiendo a toda
velocidad-, mantenían un mínimo de respaldo al caudillo que soñó con ser
presidente vitalicio y hasta emperador de la Venezuela.
Un caso emblemático es Anzoátegui en la región
oriental, donde Chávez sufrió su primera derrota después de 7 años en el
referendo de diciembre del 2007, y una segunda en las elecciones parlamentarias
del 2011 en las que casi se queda sin representación en la Asamblea Nacional, y
más emblemáticas aún, las volteretas sucedidas en Monagas, Sucre y Bolívar en
el último año, entidades que ya la “Sala Situacional” de Miraflores tiene en su
lista de: “Perdidas”.
La preocupación básica de los estrategas del
llamado “Comando Carabobo” viene, sin embargo, de que ni aun en bastiones donde
el chavismo siempre se mostró inconmovible e impenetrable (y que son
electoralmente significativos) como los llaneros Guárico, Portuguesa y Barinas
las cifras están sonando bien, o medianamente bien, y ya en la atmósfera de
pesimismo generalizado que es el chavismo de los “días finales”, cunde la
sospecha que aún en estos santuarios podrían sucederse catástrofes inesperadas
e irreparables.
Son conglomerados fuera del interés de los
estrategas de la campaña revolucionaria y socialista, que no se nombran en los
boletines de AVN ni aparecen en las imágenes del canal 8 u otros medios
oficialistas, y de los cuales, solo Barinas (el llamado terruño de la “Familia
Imperial”) ha conocido visitas relámpago, o de médico, y en las cuales Chávez
se ha limitado a saludar a la familia y a unos pocos allegados.
“En Barinas” me cuenta una periodista separada
de los medios locales y perseguida por miembros de la “Familia Imperial” a
quienes criticaba “en Barinas, Chávez, padres, hermanos, primos y demás deudos
y amigos, van a llevarse la más humillante y catastrófica derrota, pues, aparte
de reducir la producción agrícola y pecuaria a índices írritos y minúsculos,
han propiciado un auténtico pillaje con las fincas y fundos pequeños, medianos
y grandes de sus legítimos propietarios privados, mientras el estado se ha
convertido en una guarida de corruptos, sicarios, matones y secuestradores que
han terminado imponiéndoles su ley a las propias autoridades regionales.
Se habló una vez de que Bolívar, Monagas y
Guárico podían ser los estados emblemas de los abusos y el fracaso chavista y
pocos se han fijado en el calvario de la que fue una vez una comunidad laboriosa,
productiva y rica como Barinas, convertida en una hacienda familiar donde los
únicos que prosperan son los que demuestren que pertenecen al linaje de la
familia Chávez”.
Pero tampoco podría decirse que las cosas anden
bien, o regular, en Portuguesa, Apure, y los estados andinos, centros
productivos en los que carnes, quesos, maíz, granos, frutas, hortalizas y
legumbres paliaban a la ya muy reducida oferta nacional, pero que con la
invasión de fincas y fundos, y, sobre todo, con la desaparición de Agroisleña,
puede decirse que entraron en un pavoroso colapso que no deja sino rastrojos y
campesinos, y pequeños, medianos y grandes productores en la pobreza y la
desesperación.
“Tuve la oportunidad” me cuenta otro amigo y
colega de la región “de participar en una asamblea de cientos de caficultores
de Timotes con Capriles hace como un mes y me impactó muchísimo ver a hombres
de 50, 60 y 70 años llorando cuando contaban cómo les habían arruinado sus
economías familiares y sus vidas”.
Pero podría contarse lo mismo de los
campesinos, agricultores y productores de Portuguesa, asolados por bandas de
invasores profesionales, sicarios que se desplazan por ciudades y campos en
operaciones de ajustes de cuentas por cobros impagos o simples ofensas
personales, y secuestradores que vigilan los movimientos de depósitos o retiros
en la banca o entidades de ahorros para apropiarse de sus propietarios y
expoliarlos o matarlos.
“Hay por allá un gobernador” continúa mi amigo
y colega “uno que vive prácticamente en el clandestinaje, a quien no se le ve
la cara casi nunca, que se llama Wilmar Castro Soteldo, que fue o es militar y
que vive, cuentan sus allegados, en una depresión profunda desde que un día se
despertó y le contaron que el comandante-presidente, Hugo Chávez, se había
lanzado de candidato a la presidencia exponiéndose a una catastrófica y
humillante derrota”.
“Apure, Barinas, Portuguesa, Yaracuy, Cojedes”
aquí hablamos de otro corredor, pero del “Corredor del Narcotráfico”, de la
cocaína colombiana que entra por el Arauca y sigue hasta llegar a Puerto
Cabello, o es enviada a pistas clandestinas en Guárico, de donde sale al
Caribe, Centro, Norteamérica, Europa y África.
“Échele un vistazo a ese ‘Corredor” colega
Malaver” insiste mi amigo “y encontrará el origen de las guerras donde murió
Orel Zambrano, y terminó preso Walid Mackled, exilado Aponte Aponte y tiene en
la mira de la justicia norteamericana, a miembros del generalato como Clíver
Alcalá Cordones”.
Pero, desde luego que no le hemos entrado al
grueso, a los hechos y números grandes que están determinando que Chávez sea un
candidato presidencial a un cuarto de máquina, de baja intensidad y
semiclandestino a quienes sus electores ven a menudo ejecutando payasadas
impropias de su jerarquía y de su edad: “Chávez está de lo más herido” insiste
un informante, pero ahora un operador cercano al ‘Comando Carabobo’, “porque un
día se despertó y se encontró con que estaba viejo y enfermo, y, lo que fue
peor, presionado por la élite gobernante cubana y la alta jerarquía militar
venezolana, para que se lanzara de candidato aunque fuera en sillas de ruedas,
o en una cama clínica, porque era la única carta con que se podía ganar las
elecciones, o, por lo menos, aspirar a un honroso segundo lugar.
Pero se trató, literalmente, de un crimen
político, porque fue exponerlo en una campaña que no puede hacer, a competir
con Capriles que es un candidato joven con 20 años menos e irradiando un aire
de frescura, salud y simpatía que han agudizado hasta la locura en Chávez la sensación
de que lo dejó el tiempo, lo abandonó, se le escapó y su rol político apenas le
aconseja comportarse como un pasable jarrón chino o un abuelo jubilado que se
retiró a velar por sus nietos.
“Deberían tratarlo con más consideración”
insiste mi informante el operador “y entender que al fin y al cabo nos gobernó,
para bien o para mal, durante 14 años y cobrarle algún día a los agentes de G-2
cubano y a personajes siniestros como Jorge Rodríguez, Maduro, Izarrita,
Istúriz, Barreto y Bernal que lo hayan disfrazado de rockero y que para
competir con la juventud de Capriles.
Y menos mal que “al viejo” aun le resta un poco
de racionalidad y no se ha expuesto a la vergüenza de un debate con Capriles
donde, aparte de no poder usar el telepromter, se vería que solo puede
mantenerse en pie parapeteado con diversas ayuda de medicamentos, paleros y
santeros”.
Lo peor, sin embargo, es que lo hayan puesto a
hacer la campaña de “El candidato que no da la cara”, del que solo se conoce su
existencia cuando ocurren catástrofes como las del Guarapiche, los muertos en
las cárceles, los boletines con el número de los asesinados de fin de semana,
el derrumbe del puente de Cúpira, la inundación de Cumanacoa y los incendios de
las refinerías de Amuay y El Palito: Tragedias en las cuales, su fotografía, no
solo aparece de frente y perfil, sino con una ficha, nombre, apellido y un
requerimiento destacado: “Se busca”.
manumalm912@cantv.net
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