El actual
gobierno se gastó el primer año tratando de deshonrar al anterior con
escándalos mediáticos que terminaron en nada; y el segundo año se le fue en
anuncios y derroche de presupuesto, mientras el país retrocedía en casi todos
los aspectos.
Hoy, cuando se
ha iniciado la cuenta regresiva del cuatrienio y la situación parece haberse
salido de control, en el gobierno practican la política del avestruz: con la
cabeza oculta en la arena, a la espera de que pase la tormenta y puedan
recuperar la tranquilidad de dos años atrás. Para el gobierno solo existe su
propia verdad y el espejismo de que solo falta informar sus “logros”, a pesar
de haber tenido completamente a su favor el sonoro aplauso de los grandes
medios de comunicación.
Y más allá de
los resultados de las encuestas que muestran la fotografía de un país en
llamas, no quieren aceptar que hay un deterioro alarmante de la seguridad. Es
un error muy grave insistir en que las percepciones están equivocadas. Si
existen es porque algo malo está pasando. Seguir negando que haya desmotivación
en la Fuerza Pública por cuenta de la inseguridad jurídica y del obsesivo afán
de una negociación con quienes nunca han querido la paz, le está haciendo grave
daño al país.
La salud es
otro asunto sustancial que el gobierno dejó a la deriva creyendo que con ruedas
de prensa para mostrar fantasmas de corrupción se ocultaba el embrión de una
peligrosa crisis financiera del sector. Por el contrario, confiados en que las
cosas venían funcionando, en este caso no promovieron las reformas requeridas
para controlar y corregir las grietas de un sistema que exige cambios y
actualizaciones. Por ejemplo, mientras éste gobierno se arrulla diciendo que
logró la universalizaron en aseguramiento, las cifras muestran lo contrario: en
el gobierno anterior creció el número de personas en contributivo, subsidiado y
especiales por encima de 2 millones por año; y en los dos primeros años del
actual no llegó a un millón anual.
A su turno, la
locomotora de la infraestructura estuvo parada durante dos años por ausencia de
maquinista y falta de ejecución, mientras revisaban con lupa la contratación
anterior y analizaban por dónde comenzar, a pesar de haber encontrado los
grandes proyectos en marcha. Y, para colmo de males, los estragos del invierno
de diciembre de 2010 y los de 2011, no fueron atendidos a tiempo, circunstancia
que agravó la situación.
Y si por
aquellos lados llueve en el sector agropecuario no escampa. En el primer año le
echaron la culpa a la “maldita niña” y en el segundo al Niño. Hay un ministro
parlanchín dedicado a la judicialización de la política agraria, enredado en la
distribución de tierras en la cual no ha ocurrido nada distinto a la titulación
de predios adjudicados en el gobierno anterior y una supuesta disposición de
bienes del narcotráfico. Y paralizó los programas, les cambió de nombre para
aparentar nuevas políticas. En fin, los expertos aseguran que no hay políticas
de sector.
Lo cierto es
que mientras desde el gobierno ven el vaso medio lleno, los ciudadanos del
común lo están viendo medio vacío. Y el Presidente no muestra reacción distinta
a la de pelear con sus críticos.
@emaciastovar
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