Como primera reacción, las
instrucciones que desde Olivos llegaron a la dirigencia oficialista fueron no
hablar ante los medios del encuentro de anteayer entre Hugo Moyano y Daniel
Scioli. La presidente atraviesa por su peor momento en las encuestas y la
instalación prematura de su competencia con el gobernador bonaerense por la
candidatura presidencial para el 2015 no le hace ningún favor.
De ahí que los
medios oficiales y paraoficiales hayan hecho un notable esfuerzo en las últimas
24 horas para tapar la cumbre Scioli-Moyano con la internación de urgencia de
Máximo Kirchner. No obstante ello, en la Casa Rosada no deja de llamar la
atención el timing de Scioli. Un mes atrás dijo que aspiraba a la presidencia y
ahora se abraza con Moyano. Según un encuestador ligado al kirchnerismo, el ex
motonauta, obsesionado con evitar que su imagen positiva caiga, se esforzaría
ahora cada vez por diferenciarse de Cristina en la medida que ella siga con
tendencia a la baja. Pero más allá de estos juegos de marketing, en la mesa de
arena del sciolismo se empezó a trabajar sobre una idea estratégica.
Consistiría en ir planteando la hipótesis de un acuerdo electoral con Mauricio
Macri para el 2015, partiendo de la base de que no habrá reforma
constitucional, o sea reelección. La propuesta pasaría por una fórmula
presidencial Scioli-Macri. Como parte del acuerdo, el sciolismo le garantizaría
al PRO su apoyo para retener el gobierno porteño y que Miguel del Sel alcance
la gobernación de Santa Fe. Este plan apuntaría a bloquear la posibilidad de
que el cristinismo ponga en marcha una candidatura presidencial para competir con
Scioli, por ejemplo, la de Alicia Kirchner. La especulación oficial sería que
aquél y Macri se dividan el voto de centro derecha, facilitándole así al
kirchnerismo llegar a la segunda vuelta. “Si no hay reelección de Cristina,
Daniel va a ser candidato a presidente contra cualquier otro candidato K”,
asegura un asesor de la gobernación.
Una lista de estrellas
Este juego de proyecciones
tiene relación directa con el capítulo electoral más inmediato, el 2013. La
incipiente campaña K para instalar a Alicia Kirchner encabezando la lista de
candidatos a diputados nacionales por Buenos Aires no sólo apuntaría a usar ese
apellido para recaudar votos. Lo que en el fondo buscaría el cristinismo es
adjudicarse el supuesto triunfo del año que viene en Buenos Aires, desplazando
a Scioli al rol de espectador de la campaña, con el debilitamiento que esto
significaría. De este modo, se reforzaría la campaña por la reforma
constitucional y, como premio consuelo de no lograrse aquella, la actual
ministra de desarrollo social sería la candidata muleto de Cristina.
Aunque la discusión apenas
empieza, el sciolismo tiene en vista que Karina Rabollini sea la primera en la
lista para diputados o, en última instancia, que quede por lo menos tercera. De
esta forma se simbolizaría la importancia decisiva de Scioli en el proceso
electoral. Pero el armado de la lista sería mucho más complicado, porque Sergio
Massa, el dirigente mejor ubicado en las encuestas provinciales detrás de
Scioli, estaría decidido a pedir también el primer lugar, aunque podría
conformarse con el segundo.
En una postura mucho más débil,
Felipe Solá también aspiraría a renovar su banca el año que viene y para eso va
y viene de Olivos a La Plata, sin obtener más que vagas promesas.
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