El país debería saber a que atenerse, porque no
es un tema de llegar o no a las elecciones, o de ganarlas o no. La Constitución
es muy tajante al respecto porque pase lo que pase, durante los próximos 5 años
(contando este) en caso de falta del Presidente, hay que llamar a unas
elecciones en 30 días. No hay tal cosa como continuidad, no hay tal cosa como
Vicepresidente, ni Presidente de la Asamblea terminando el mandato. Pase lo que
pase, hasta el 2017 si el Presidente faltara, hay que llamar a elecciones
(Constitución Art 233)
Cuando Ronald Reagan sufrió el atentado, uno de
los primeros en informarlo fue un famoso periodista llamado Reynolds de la
cadena ABC: “El presidente no ha recibido un disparo” informó. Décadas de
experiencia en este tipo de noticieros, hizo que buena parte de los Estados
Unidos respirara de alivio por segundos, hasta que uno de los asistentes, le
devolvió el papel señalando donde estaba escrita la noticia, el periodista se
volcó sobre el importante papel, para impresionarse ante lo escrito: “El
presidente ha recibido un disparo”. Sin poder creer que había cometido aquel
error exclamó ¿El Presidente recibió un disparo? Y así procedió a informarle al
pueblo estadounidense sobre la verdadera condición de Reagan. Eso fue en
esencia lo que pasaba a muchos, pocos creían que eso estaba pasando.
Puertas adentro de la Casa Blanca la situación
era una locura. Unos querían negarlo todo, otros informar claramente y el caos
se hizo presente. Desde ¿Qué hacer con los soviéticos si se enteran? o ¿Dónde
esta el maletín con las bombas atómicas? Hasta los líderes del Senado con sus
preocupaciones “si el presidente pasa mucho tiempo en el hospital, sus reformas
no serán aprobadas”. Otros preparaban la sucesión, mientras terceros se negaban
tajantemente y uno que otro decía: “Aquí mando yo”. De allí vino el
razonamiento informativo porque nadie estaba preparado: “El presidente no ha
sido operado” informaron mientras sabían que Reagan estaba en la sala de
operaciones. “El Presidente no ha dejado en paz a las enfermeras” cuando en
realidad estaba inconsciente porque había perdido la mitad de la sangre. “El
Presidente dijo que ojalá que todos sean republicanos” (sobre los médicos que
lo atendían) en el momento en el que se debatía entre la vida y la muerte.
En plena guerra fría, con varias leyes
paralizadas en el Congreso, proyectos a punto de perder sus soportes y un
Partido Republicano con sus alianzas fragmentadas, la situación política de
Estados Unidos se tornaba muy delicada como para decirle al planeta que el
Presidente estaba mal herido, que había perdido la mitad de su sangre, que
tenía una bala explosiva alojada cerca de su corazón y que, en medio de ese
drama le requería a los doctores que atendían al resto de los heridos que
usaran chaleco antibalas (New York Times 3/4/1981) ya que dichas balas podían
explotar en cualquier momento. Así que se
hizo el montaje oportuno, con un muy debilitado Presidente, acallando
los inmensos rumores que ya eran incontrolados y que hasta el día de hoy, pocos
supieron en realidad lo que verdaderamente sucedió.
En nuestras latitudes, está ocurriendo lo
mismo. Muchos no se creen lo que está pasando y no nos informan porque la
sorpresa es máxima. Sacar a un Presidente recién operado a jugar baseball no
fue una señal de fortaleza, sino de debilidad. Ponerlo a trotar en plena
quimioterapia además de una falta total de sentido común, demostró la
fragilidad del momento que vivimos. Pero enviaron ese mensaje porque hay
demasiado en juego, por eso lo delicado no es que no lo sepamos, sino
precisamente que no lo sabemos. No nos lo dicen o lo dicen edulcorado porque
puertas adentro no les conviene y porque sería una hecatombe no para Venezuela,
ni para la oposición, sino para los suyos, más aún en tiempo electoral.
No hay mayor idiotez que esa de pensar que lo
hace para proyectarse como victima y ganar adeptos. Nadie juega con el cáncer,
no se trata del polio de Roosevelt o de una bala como la de Reagan, o una
enfermedad que desfigura el rostro donde la adversidad se supera, se trata de
una enfermedad mortal, del primer enemigo de la humanidad, no hay hogar en
Venezuela que no sepa de sus estragos. Ambos bandos, como usualmente sucede
están en su etapa de negación, pero de cara a la elección, cada gripe, cada aló
presidente suspendido, cada imagen de fragilidad, cada rumor va a actuar en su
contra en materia de apoyo electoral.
La situación es extraordinariamente delicada.
Luego de dos operaciones para extraer un tumor del tamaño de una pelota de
baseball, descubierto tardíamente porque estalló en una infección y un tratamiento de quimio como para tumbar a
un elefante, que terminó con los primeros exámenes que verificaron
“científicamente” que no había una sola célula maligna. Apenas en su primer
chequeo post tratamiento (4 meses) nos informan que el tumor siguió creciendo
indetenible y agresivamente (Chávez dixit), poco hay que añadir, especular o
inventar al respecto.
El país debería saber a que atenerse, porque no
es un tema de llegar o no a las elecciones, o de ganarlas o no. La Constitución
es muy tajante al respecto porque pase lo que pase, durante los próximos 5 años
(contando este) en caso de falta del Presidente, hay que llamar a unas
elecciones en 30 días. No hay tal cosa como continuidad, no hay tal cosa como
Vicepresidente, ni Presidente de la Asamblea terminando el mandato. Pase lo que
pase, hasta el 2017 si el Presidente faltara, hay que llamar a elecciones
(Constitución Art 233). Por eso las amenazas de alguno de los suyos con
incendiarlo todo antes de irse, como Nerón a Roma, porque de la etapa de
negación, se va a saltar a la de la ira. Pidámosle a Dios que mejore la salud
del Presidente pero sobretodo que lo derrotemos por la vía de los votos. Porque
de lo contrario, vienen tiempos muy difíciles y turbulentos para la República.
tpenalver@me.com
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