Veamos.
Al igual que en 2.006, a la fecha presente la mayoría de las encuestadoras
otorgan real posibilidad de triunfo a la alternativa demócrata, cumplidas como
fueren X o Y condiciones de difícil comprensión y más esquivo cumplimiento,
sólo inteligibles para el mediático experto de turno.
Del
mismo modo, ahora con mayor descaro, el régimen socialista en gobierno dispone
ventajosamente de todos los recursos del Estado venezolano en favor de su
parcialidad política, violando así cualquier sentido de justicia, más aun de
ley o Constitución.
Asi
también, las fuerzas demócratas organizadas ayer en torno a la C.D, hoy al
abrigo de la M.U.D, promueven el concepto de unidad programática como panacea
de restauración constitucional frente al socialismo, como si no hubiéremos ido
unidos y entrenados en ocasión del RR, Parlamentarias 2.005, las mismas
Presidenciales 2.006 e incluso con la Reforma Constitucional 2.007, cuyos
resultados ya conocemos.
Como
ayer, cuenta el país con un Poder Electoral notoriamente parcializado con el
teniente coronel Hugo Chávez, pero hoy tan inexplicablemente apalancado como
para asistirnos incluso en nuestras particulares primarias.
Tampoco
cambió el proceso de destrucción del Estado Democrático y Social de Derecho y
de Justicia, a manos del socialismo. Como era de esperar, éste continuó y
aceleró su marcha.
De
colofón, son hoy dos los gobernadores demócratas, ambos de presupuestos gubernativos
dependientes de la sola venia de Hugo Chávez para su cabal ejecución, los
depositarios del mayor apoyo publicitario como ayer lo fue Rosales, y que
también como éste promueven paz y progreso sin la indispensable confrontación
ante la ideología socialista, omitiendo en tanto el necesario desafío contra la
impunidad y el sincero respeto por la justicia.
Pero
en términos de estricta política algo ha cambiado, y sus consecuencias apenas
despuntan. A diferencia de 2.006, hoy, con miras a los comicios presidenciales
de octubre 2012, los demócratas venezolanos contamos con una propuesta,
alternativa no sólo ante el régimen socialista gobernante, vamos más allá, se
nos plantea la definitiva ruptura con el populismo democrático, génesis de la
actual tragedia socialista.
Esa
alternativa la personifica Diego Arria. Gerente público experimentado, de
exitosa trayectoria política tanto en Venezuela cómo en el exterior, que por su
condición de plena independencia política y económica en relación al socialismo
en gobierno cuenta con sin igual acervo político para conducir con eficiencia a
las mayorías demócratas venezolanas, desmantelar el discurso socialista
obligando al régimen a un cabal acatamiento de la voluntad popular conforme a
la Carta Magna, y sobremanera para coordinar un inevitable proceso de
transición política con base en la Asamblea Nacional Constituyente, que hará
viable la recuperación de los órganos del Poder Público hoy secuestrados por el
socialismo en gobierno.
¿Podrá
algún venezolano en medio de éste caos socialista guiarnos al puerto seguro de
la Constitución sin contar con las referidas propuestas y credenciales? ORA y
LABORA.
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